(Enviado Especial a Asunción del Paraguay)
El rafaelino no dejó detalle librado al azar. Argentina no tuvo una buena noche, pero el técnico paraguayo (invicto y con victorias trascendentes) fue clave en la victoria.
(Enviado Especial a Asunción del Paraguay)
Una vez, el Turco Mohamed, cuando era técnico de Colón, le dijo a Angel Cappa, que en ese momento dirigía a Huracán: “Angelito, te voy a ‘minar’ el Ducó”, antes de un choque entre ambos clubes en Parque Patricios. Y armó, ante un equipo de mejor dominio de pelota y que se destacaba por ese aspecto, una estrategia eficaz y ganadora, no sólo por lo que hizo su equipo sino también por lo que le impidió hacer al rival.
El rafaelino Gustavo Alfaro tomó a esta selección cuando estaba afuera de los clasificados. Y la convirtió en ganadora, impregnándole orden y confianza, algo que no faltó en el colmado y rugiente Defensores del Chaco que asistió a una victoria muy festejada. Invicto desde que agarró Paraguay, le ganó a Brasil, le ganó a Argentina, le ganó a Venezuela luego de ir perdiendo, empató con Uruguay y también le empató a Ecuador (en ambos casos de visitante). Metió a Paraguay en zona directa de clasificación para el Mundial e hizo enardecer a este pueblo paraguayo tan futbolero.
Que Alfaro iba a parar a su equipo en mitad de cancha o un poco más atrás, lo sabíamos todos. Que iba a ser vertical, también. Que no podía resignar entrega física para equiparar la supuesta mejor condición técnica del rival, era algo también esperable. Que no regó la cancha para que no esté tan rápida, puede ser un elemento accesorio. Pero a todo esto, Alfaro, cada cinco minutos, se llevaba el índice a la sien para pedirle inteligencia a sus jugadores, que piensen.
Alfaro es de esos entrenadores capaces de incomodar a los rivales en base al plan táctico. Mucho más cuando sabe que no puede jugar de igual a igual porque enfrente tiene un equipo aparentemente superior. Sin embargo, supo inculcarle confianza a sus jugadores. Y encontró respuestas individuales acertadas, como por ejemplo la de Velásquez (el lateral por derecha) cuando tuvo que marcar en la parte final a un Garnacho que se tiró por izquierda y no pudo llegar hasta el fondo casi nunca porque Velásquez, con 60 minutos encima de sus espaldas y en sus piernas, se lo impidió.
Paraguay arrancó estas Eliminatorias oliendo a fracaso, algo parecido a lo que le pasa a Chile. Sin embargo, revirtió a tiempo. Y fue clave Alfaro. Fundamental. Y haciendo lo que los paraguayos saben hacer, sin inventar nada ni pidiéndole cosas raras. Orden, disciplina, trabajo (algo difícil cuando se trata de selecciones porque el tiempo no abunda) y confianza.
Se encontró con una Argentina floja, insegura atrás, que estuvo muy lejos de aquella que destiló fútbol “a dos manos” contra Bolivia. Pero más allá de lo que dejó de hacer Argentina, está lo que hizo Paraguay. Y el responsable se llama Gustavo Alfaro, que mutó su tristeza como rafaelino y hombre de Atlético, por esta victoria resonante, histórica e inolvidable que hizo feliz a todo un pueblo.