Martes 13.7.2021
/Última actualización 17:35
Gustavo Ulrico Stiefel, en realidad es “Tapón”, así lo conocen todos en el rugby, y también en su vida personal. Es de aquellos a los que les costó “más de la cuenta” dejar de jugar. Por eso, estiró su carrera hasta casi los 44 años. Recién en 2018, “colgó los botines”. Hace poco dialogó en el programa “La Guinda” (FM Láser 92.5).
“Más de uno me critica y me dicen, ‘vos no podes tener amigos en todos lados’. Pero creo que lo más importante del deporte, lo grueso que te deja en la vida es poder entrar, por ejemplo, a CRAI y sentirte como en tu casa, a Cha Roga, a Uni, tener amigos por todos lados y sentir que todos te respetan y te reconocen como persona, más allá de como jugador. Eso es lo que más tranquilo te deja después de haber trascendido en el deporte”.
Archivo El Litoral En un clásico ante Uni, pelota en mano. Completan la acción: Leopoldo Aglieri, tackleado por Gastón Borlle, y en el fondo, Gonzalo Moleón.En un clásico ante Uni, pelota en mano. Completan la acción: Leopoldo Aglieri, tackleado por Gastón Borlle, y en el fondo, Gonzalo Moleón. Foto: Archivo El Litoral
- ¿Qué te motivó en los últimos años para decir "sigo uno más”?
- Hace poco tuve una charla con un amigo fuera del rugby, que me dijo, 'vos jugaste hasta viejo, hasta qué edad’. 43 casi 44, desde los 13, casi unos 20 años en primera del Club. Y me dijo, ‘ah bueno, te sacaste las ganas", le dije 'no, ni en pedo'. Las ganas siempre estuvieron. Al día de hoy me levanto a la mañana y pienso y, si me entreno, y me pongo a jugar. Después una cae a la realidad. Físicamente los chicos están entrenados, uno está grande, golpes, laburo, muchos motivos que influyen. Actualmente entrenando a los chicos (es parte del staff de entrenadores del Plantel Superior de su club SFRC) los ves corriendo y te dan ganas. Estoy entrenando scrum, y quiero meterme a mostrarle cómo es. Pero sobretodo, uno lo que trata de enseñar es que para llegar tenés que ganarlo, que no te lo pueden dar porque sí.
Archivo El Litoral En la final ante CRAI en 2008, Pedro Benet se apresta para conectar uno de los siete penales que convirtió esa inolvidable tarde. Tapón y el árbitro Víctor Rabufetti, espectadores de lujo.En la final ante CRAI en 2008, Pedro Benet se apresta para conectar uno de los siete penales que convirtió esa inolvidable tarde. "Tapón", espectador de lujo. Foto: Archivo El Litoral
“Me pasaron muchas cosas en mi vida deportiva y muchas importantes. Que las alcancé a valorar con el tiempo. En el momento no tomamos la dimensión”.
“De la final de 2008 tengo una anécdota. La noche anterior, los chicos de CRAI habían ido a concentrar, estaban muy metidos en el partido. Nosotros nos juntamos a dar la charla en la casa de los viejos de Leopoldo Maillot, el capitán, algo que veníamos haciendo todas las semanas antes de los partidos. Dicho sea de paso la ‘Yoli’ (mamá de Leopoldo) me hacía las unas cebollitas en aceite y ajo que Raúl (De Biaggio, el entrenador) me las sacaba de las manos al grito de ‘mañana tenés que jugar’ y yo estaba como que era el fin del mundo. ‘Dejalo que coma’ decía la Yoli. Dábamos la charla, picábamos algo ahí y después cada uno a su casa".
"¿Qué pasó? Como buen chico con físico trabajado que soy, salí de lo de Leopoldo y tenía que comer algo de postre. Me fui a una heladería de en calle Urquiza y me compro dos alfajores helados. Me bajo y estaba Justo Ezcurra de CRAI. Nos saludamos y nos quedamos hablando, y en un momento me dice ‘¿qué hacés acá, no estás jugando?’ Sí si, mañana juego en primera. ‘¿Y qué hacés acá? volvió a preguntar. Y me vengo a tomar un helado. ‘Pero tendrías que estar en tu casa’, insistió. Si para jugar la final tengo que dejar de hacer lo que hago siempre y me hace feliz, estamos mal. La cara de Justo fue increíble”.
“Respecto a los festejos después del campeonato, nos fuimos al club. Fue una bajada de línea muy linda que tuvieron los dirigentes en ese momento, y todos los que estaban ahí, con Patán Patrizzi a la cabeza que era el presidente. Él fue uno de los que dijo ‘no nos enloquezcamos, nos vamos al club’. Y se fue a comprar chorizos y carne. Fue algo muy de imprevisto, no teníamos nada planeado, pero fue algo sin organizar que llegó al corazón, con amigos, con tu esencia”.
El recuerdo para Raúl De Biaggio
Archivo El Litoral Raúl De Biaggio atento a las acciones en la final ante CRAI de 2008.Raúl De Biaggio atento a las acciones en la final ante CRAI de 2008. Foto: Archivo El Litoral
“Fue una persona muy importante en el club y en el rugby santafesino. Es una pérdida muy grande que tenemos, que la vamos a sufrir mucho. Yo que estuve muchos años al lado de él como jugador y pocos como entrenador. Entonces es como que me queda el sin sabor de decir me faltó aprender, escucharlo y verlo más desde el lado de entrenador. Porque como jugador, era una relación como si fuera mi viejo. Un número 1 en el deporte y como persona. Un genio. Sufrí muchísimo el sábado que se fue el Gordo y putié mucho al cielo”.
Gentileza Gustavo Stiefel, en el tercer tiempo del partido ante Cheetahs. A su derecha, el gigante campeón del mundo, Os du Randt.Gustavo Stiefel, en el tercer tiempo del partido ante Cheetahs. A su derecha, el gigante campeón del mundo, Os du Randt.Foto: Gentileza
"Tapón", además de jugar para su club, siempre que lo convocaron representó a Santa Fe Rugby en el seleccionado de la USR. Tal es el caso del año 2003, cuando el equipo celeste de la ciudad recibió en Rafaela al poderoso combinado de Cheetahs sudafricano, donde jugaba el pilar izquierdo, campeón del mundo con los Springboks en 1995, Os du Randt, cuyas medidas daban miedo de solo leerlas: 1.90 mts y 135 kilos, aproximadamente. “Tapón” por ese entonces, tenía su 1,78 mts y unos 110 kilos.
“Antes del partido, ‘Fefe’ Caputto que era el entrenador del seleccionado me llama para hablar. Y me dice ‘che Tapa vas a jugar de pilar derecho porque no tenemos otro..." y empieza a reírse solo. Yo lo miraba, desconociendo todo y le digo ‘sí, está bien juego. Pero ¿por qué te reís?’, ‘no nada me dice’. Y después sí, me pregunta ‘¿sabés quién es el pilar izquierdo de ellos?’ Ante la respuesta negativa, me dice ‘Os du Randt’, carcajada de por medio, pegué media vuelta y le dije ‘gracias por todo’.
“Son las cosas más lindas que te pueden pasar. En la carrera deportiva te toca contra el mejor del mundo y uno quiere jugar con él, ver qué pasa, demostrar. Son cosas que quedan en el librito de los recuerdos. En el tercer tiempo me saqué una foto con él. ¡Como 40 kilos y 30 centímetros de más!