Juan Carlos Larrarte
Télam
River Plate, club que por estos días atraviesa un presente complicado, cumplirá mañana 45 años de uno de los momentos más amargos de su historia futbolística porque un 20 de mayo de 1966 perdió la final de la Copa Libertadores ante Peñarol, de Uruguay, por 4 a 2, en Chile, y fue allí cuando comenzó a acuñar el apodo de ‘gallinas‘.
El equipo de Núñez, con una formación en la que se destacaban cracks como el arquero Amadeo Carrizo, los mediocampistas Ermindo Onega y Jorge Solari y el delantero Oscar ‘Pinino‘ Mas, entre otros, sucumbió en ese tercer partido de la final ante Peñarol en tiempo suplementario, luego de haber estado arriba por 2 a 0.
Y justamente, tras esa remontada histórica que sufrió en la final en el marco de su estreno en la Copa, a River le tocó medirse por el torneo local ante Banfield, de visitante, y los hinchas del ‘taladro‘ arrojaron al campo de juego una gallina blanca con una franja roja pintada, dando así origen al descarnado mote.
River, hoy preocupado por el promedio que puede llevarlo a jugar la Promoción y con sus dirigentes e hinchas enojados por el mal arbitraje en la derrota en el superclásico ante Boca (2 a 0), arribó aquel 20 de mayo de 1966 a una de las instancias más exitosas de su historia con un equipo de excelentes futbolistas.
Fue el tercer partido decisivo de la final de la Copa en el estadio Nacional de Santiago, al que debieron recurrir luego del triunfo de Peñarol en Montevideo por 2 a 0 y la posterior victoria de River en el Monumental por 3 a 2, cuando entonces no corría la diferencia de gol o el valor doble de los tantos de visitante.
La Libertadores había comenzado a disputarse en 1960, con los campeones de cada país, y tanto en la primera como en la segunda edición, el ganador resultó el conjunto uruguayo que a la postre le propinaría al ‘millonario‘ una de las derrotas más recordadas de su historia futbolística.
No obstante, en 1962, Peñarol sucumbió en la definición ante Santos de Brasil, un equipo comandado por el astro Pelé que se ganó la denominación de ‘ballet blanco‘ por su destacado rendimiento y que también consiguió repetir su coronación en 1963 tras superar en la final a Boca Juniors.
En 1964, el trofeo correspondió por primera vez a un equipo argentino, el recordado Independiente que tenía como capitán a Jorge "Chivita" Maldonado y que venció en la serie decisiva a Santos, en un logró que volvió a concretar al año siguiente, tras sortear a Nacional de Montevideo.
Empero, en 1966 la novedad del torneo fue la inclusión, por iniciativa de dirigentes uruguayos, de los equipos subcampeones de cada país y así fue como River (49 puntos), que había sido segundo de Boca (50) en el Campeonato argentino de 1965 tras 34 fechas, logró el pasaporte para disputar por primera vez la cita continental.
El equipo de la banda roja, máximo ganador de títulos argentinos en la actualidad con 33, había salido campeón por última vez en 1957 y de allí hasta 1975 cumplió por 18 años de frustraciones, en los que en varias ocasiones culminó como escolta.
De todos modos, gracias a esa condición de subcampeón participó en la Libertadores de 1966 y tras la primera rueda se clasificó junto a Boca para las semifinales, instancia en la que eliminó a Independiente (defensor del título), a su archirrival ‘xeneize‘ y a Guaraní de Paraguay para acceder a la final ante Peñarol.
Luego del 2 a 0 en el Centenario de Montevideo y el 3 a 2 en el Monumental, tuvieron que disputar un tercer partido en Santiago, Chile, donde River alcanzó una ventaja de 2 a 0, al término del primer tiempo, con goles de Daniel Onega y el "Indio" Solari.
Sin embargo, en la segunda etapa, una jugada cambió abruptamente el ánimo de los uruguayos, ya que Carrizo, tras un centro desde la derecha, paró la pelota con el pecho ante una entrada del delantero ecuatoriano Alberto Spencer, y tomándola con la mano inició un ataque.
El ex lateral uruguayo Pablo Forlán, padre de Diego (actual delantero de Atlético de Madrid, de España), comentó en reiteradas ocasiones que en ese momento varios de sus compañeros comenzaron a decirle Spencer que Carrizo lo había ‘cargado‘.
Entonces, el ecuatoriano (máximo goleador de la Libertadores con 55 entre Peñarol y SC Barcelona, de Ecuador) mostró una enjundia poco común e inició uno y otro ataque, logrando el descuento para su equipo, que llegó a la igualdad antes del término del partido a través de un gol en contra de Roberto Matosas.
En consecuencia, se jugaron 30 minutos suplementarios y Peñarol, con otra conquista de Spencer y la restante de Pedro Rocha, se impuso por 4 a 2 para acreditarse la corona y darle además origen al apodo de ‘gallinas‘ de su rival.
De esta manera, el conjunto uruguayo logró su tercer título y dejó con las manos vacías a River, que luego sólo pudo conquistar dos títulos continentales en 1986 y 1996 en sus muchas participaciones en el certamen.
Síntesis
River (2): Amadeo Carrizo; Roberto Matosas y Omar Vieytes; Carlos Saínz, Juan Carlos Sarnari y Eduardo Grispo; Luis Cubilla, Jorge Solari, Daniel Onega, Ermindo Onega y Oscar Más. DT: Renato Cesarini.
Peñarol (4): Ladislao Mazurkiewicz; Juan Lezcano y Nelson Díaz; Pablo Forlán, Néstor Goncalvez y Omar Caetano; Julio César Abbadie, Julio César Cortés, Alberto Spencer, Pedro Rocha y Juan Joya. DT: Roque Máspoli.
Estadio: Nacional de Chile.
Arbitro: Claudio Vicuña (Chile).
Goles de River: Daniel Onega y Jorge Solari.
Goles de Peñarol: Alberto Spencer, en dos ocasiones, Roberto Matosas, en contra, y Pedro Rocha.
Cambios: Juan Carlos Lallana por Carlos Saínz (River) y Tabaré González por Nelson Díaz (Peñarol).