Suiza 1954: Alemania campeón en el “Milagro de Berna”
La copa mundial retornó a disputarse en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Argentina se ausentó nuevamente. España fue eliminada de manera insólita en las eliminatorias. Hungría, el “campeón moral”.
El delirio alemán tras, inesperadamente, vencer a Hungría en la final.
Pasaron 9 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial para que la Copa del Mundo retornara a Europa. Por las consecuencias económicas y estructurales que sufrían algunos países, Suiza fue elegida para ser sede de la competencia ya que era la única nación con la infraestructura adecuada. Argentina continuaba con su negativa a los compromisos internacionales en Europa y no participó.
El formato del mundial ya se asemejaba al utilizado en la actualidad. Con la mitad de los equipos que juegan ahora un mundial de fútbol, se formaron 4 grupos mediante un sorteo y cada uno estaba integrado por 4 equipos. Sin embargo, solo se disputaban dos partidos por equipo, es decir, ninguna selección enfrentaba a todos los integrantes del grupo. Suiza (anfitrión) y Uruguay (último campeón) accedieron directamente mientras que los otros 36 inscriptos enfrentaron eliminatorias para ocupar uno de los 14 cupos restantes.
La eliminación de España
La primera gran sorpresa del Mundial de 1954 se dio en las eliminatorias clasificatorias. España cayó en manos de Turquía y no logró ingresar a la competencia. La selección gallega se perfilaba como favorita en la eliminatoria y como una de las candidatas al título tras nacionalizar a Ladislao Kubala, un húngaro estrella del fútbol mundial en aquél entonces. En el primer partido de la eliminatoria España ganó 4 a 1. En el partido de vuelta, el entrenador turco mandó a lesionar a Kubala y Turquía logró la victoria. En el desempate, donde Kubala no jugó, volvieron a empatar en el Estadio Olímpico de Roma y el ganador de la serie lo definió un niño italiano eligiendo entre dos “papelitos” que tenían el nombre de España y Turquía correspondientemente. Los turcos salieron favorecidos y fueron al Mundial.
El "Milagro de Berna”: la final
Hungría llegaba al mundial de 1954 como la selección favorita. Había sido campeona olímpica en 1952, estaba invicta hace 4 años con un total de 33 partidos sin perder y tenía en su 11 inicial a dos de los mejores jugadores del momento. Sándor Kocsis y Ferenc Puskás. Por si fuera poco, en la fase de grupos venció a Alemania 8 a 3 y a Corea del Sur 9 a 0. En cuartos y en semis ganó 4 a 2 ante Brasil y Uruguay, subcampeón y campeón del último mundial respectivamente, también candidatos al título. Con esa facilidad llegó a la final donde esperaba Alemania, a quien le había hecho 8 goles dos semanas atrás.
Eran los favoritos, el título comenzaba a festejarse antes de jugar y sobre eso, a los 8 minutos del primer tiempo ya ganaban 2 a 0 en la final. Parecía repetirse la historia de la fase de grupos pero, en ese contexto, se gestó el “Milagro de Berna”.
A los 10 minutos, Alemania descontó en el marcador y a los 18 logró el empate. El segundo tiempo, según los registros históricos, fue dominado completamente por el seleccionado húngaro y el arquero alemán Toni Turek fue la gran figura junto a los palos del arco que lo salvaron en 3 oportunidades.
En la ciudad de Berna se encuentra una estatua en honor a los campeones de aquél mundial.
A 6 minutos .del final del partido, Helmut Rahn marcó el 3 a 2 que le dio la victoria a los alemanes. Luego de eso, Puskas igualó el encuentro pero el juez de línea marcó offside. Así nació la leyenda de el “Milagro de Berna”, basado en la épica e inesperada victoria que logró Alemania aquella tarde en el estadio Wankdorf de la ciudad de Berna, Suiza. En el vestuario húngaro esperaba una botella de vino a la espera de los festejos del campeonato.
"Fuimos los campeones morales", declaró la figura mundial y capitán de Hungría, Ferenc Puskás tras la derrota. .
El papel del forastero es la clave del tesoro oculto de poderes inconmensurables que, despertados y alimentados, liberan energías que ayudan a mover montañas.
La frase del entrenador alemán, Josef "Sepp" Herberger, que está grabada en la estatua de Berna.
Estadio maldito
El estadio Wankdorf de la ciudad de Berna, donde se jugó la final del Mundial 1954, fue sede de una final de Europa en 1961. Barcelona enfrentó a Benfica en aquella final y cayó 3 a 2 tras ir arriba en el marcador por 1 a 0. En el partido, Barcelona estalló 4 tiros en el palo. En el equipo catalán jugaban los húngaros Sándor Kocsis y Zoltán Czibor, integrantes del plantel subcampeón en 1954.
En 2001, el estadio fue demolido y se construyó en la misma ciudad el Stade de Suisse.
“Nunca más volveré a jugar en Berna. Hoy entiendo lo que pasó en 1954. En este césped pesa una maldición contra todo húngaro que lo pise”, dijo Kocsis después del partido.
“Frente a Alemania nos pasó lo mismo. Ganábamos primero y luego perdimos por 3-2, tras estrellar tres tiros en los postes. No quiero jugar más aquí”, afirmó Czibor.
Números exclusivos
En la Copa del Mundo de 1954 debutaron los números exclusivos para cada jugador, es decir, cada uno se ponía el dorsal que quería en la camiseta. En mundiales anteriores el equipo salía a la cancha numerado del 1 al 11. Esta decisión trajo algunas controversias porque a los aficionados les parecía “raro” ver a un arquero con el número 22, por ejemplo.
Primer partido televisado
Además de los números exclusivos para los jugadores, el torneo contó con el primer partido televisado de la historia de los mundiales. Fue la victoria por 1 a 0 de Yugoslavia ante Francia el 16 de junio de 1954 por el grupo 1. Era la antesala de un hecho histórico. En 1958, el mundial de Suecia fue televisado de principio a fin para 63 países.
140 goles
El promedio de gol por partido continuó en aumento respecto a mundiales anteriores. En Suiza, se marcaron 140 goles en un total de 26 encuentros, lo que equivale a más de 5 goles por partido. Claro, sólo entre las dos selecciones que llegaron a la final, marcaron 52 goles a lo largo del torneo. Alemania, el campeón, hizo 25 tantos mientras que Hungría marcó 27. El goleador fue el húngaro Sándor Kocsis con 11 conquistas.
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