Yanina Mendoza
Forjaron una amistad a través de la pelota, los potreros y la admiración por dos "monstruos" del fútbol. Y resolvieron llevarlo a un emprendimiento en común donde sobra "aroma de cancha".
Yanina Mendoza
En Santo Tomé, dos amigos de la infancia, Miguel y Maximiliano, han escrito una historia que va más allá de la "rivalidad" futbolística entre sus ídolos. Miguel, un ferviente admirador de Diego Maradona, y Maximiliano, devoto de Lionel Messi, han encontrado en el fútbol una plataforma no solo para expresar su pasión, sino también para construir un vínculo inquebrantable.
Desde la infancia, Miguel Gramaglia (33) y Maximiliano Muga (32) compartieron momentos inolvidables en la cancha, donde las risas y las competencias amistosas se entrelazaron. Sin embargo, su conexión se ha fortalecido a lo largo del tiempo, convirtiéndose en un verdadero ejemplo de lealtad y compañerismo. Miguel se ha forjado una carrera en el mundo de la indumentaria deportiva, mientras que Maximiliano además de jugar al fútbol, ha trabajado como técnico de inferiores en el Club Independiente Santo Tomé y se ha especializado en la gastronomía.
Ambos han llevado su amor por el deporte a sus respectivos campos, destacando en lo que hacen. Así como Maradona y Messi, este dúo salió de un potrero donde cada jugada era un sueño, y con esfuerzo y talento, lo hicieron realidad paso a paso. "Para mi y como muchos jóvenes no vimos al 100 por ciento de lo que fue el Diego, se cuenta que el mejor Maradona se lo vio en Argentinos Juniors cuando comenzaba a dar los primeros pasos en el fútbol profesional, yo como todo bostero de ley y casualidad nací el mismo día, el 30 de octubre, y lo recordamos como el dios del fútbol. Es el sentimiento de muchos argentinos que crecieron con sus goles y la copa del Mundo México 1986, o que crecieron escuchando a sus padres hablando de los goles y del Mundial de 1986. Nadie amó al fútbol como Diego Maradona. Esa pasión hace parte de la identidad argentina en un país donde el fútbol es crucial en la cultura nacional, pero que va a un nivel más profundo que el deporte. Es una religión", expresó Miguel.
"Messi, para mí, representa el trabajo diario y la dedicación. Me tocó levantarme siempre a prender el tele y ver goles diferentes cada 3 días. Muchas alegrías y emoción que causa, al igual que Diego, que cuando uno habla se le pone la piel de gallina, por los videos vistos, lo leído y lo que cuenta la gente grande que lo vio mejor. Se disfruta mucho ser argentino y te llena de orgullo", remató Maximiliano.
La verdadera joya de su amistad se encuentra en el proyecto que han decidido emprender juntos: un bar temático dedicado al fútbol. Este espacio no solo celebra a sus ídolos, sino que también se ha convertido en un punto de encuentro para la comunidad futbolera de Santo Tomé y alrededores. En el bar, los aficionados pueden disfrutar de un buen trago, admirar piezas icónicas de las grandes épocas del fútbol argentino, desde camisetas de la selección de los '80 hasta las más modernas de Messi, pueden ver los partidos y vivir la emoción del juego mientras sienten la camaradería que Gramaglia y Muga han cultivado desde su infancia.
Lo que realmente se resalta en esta historia son los valores que ambos amigos han mantenido a lo largo de los años. Su lealtad y compañerismo son un ejemplo para todos los que los rodean, demostrando que, sin importar las diferencias en sus pasiones, lo más importante es el apoyo mutuo y el amor por lo que hacen. Con cada día que pasa, Miguel y Maximiliano continúan construyendo su legado, mostrando que la verdadera victoria se encuentra en las relaciones que forjamos y en la pasión que compartimos.
En un mundo donde los conflictos pueden surgir fácilmente, su historia es un recordatorio de que el fútbol, más allá de ser un deporte, es una fuente inagotable de amistad y conexiones que lo hacen invaluable.