Fue el más reconocido por un estadio que tuvo un lleno total, eufórico y expectante por volver a verlo en acción luego de casi un año sin jugar en el país.
El idilio será eterno, traspasará generaciones y nadie olvidará lo que Lionel Messi fue, es y seguirá siendo para el pueblo argentino en general y para el fútbol de este país en particular. Su ingreso al campo de juego estuvo precedido de una ovación tremenda. Antes, De Paul y Paredes cumplieron con el ritual y la cábala: ingresaron al campo de juego (en excelente estado luego de los dos conciertos del interminable Paul McCartney), comieron caramelos y se ganaron los primeros gritos de la multitud que esta vez llenó el Más Monumental.
Pero volvamos a Messi. “Hoy voy a verte de nuevo…” empezó a sonar desde los altoparlantes. Y el “10” levantó el brazo para saludar a la multitud e iniciar ese calentamiento que se nutre de muchos remates al arco, casi acribillando a Rulli, a Musso y a Benítez, los tres arqueros que le dan mucha tranquilidad a Scaloni cuando falta el Dibu Martínez.
Mientras el plantel realizaba el calentamiento, se dio a conocer la formación titular. Y la ovación ensordecera se la llevó él, como era lógico de esperar, seguido muy de cerca por Julián Alvarez y dejando al “pobre” de Lautaro Martínez sin su merecido reconocimiento, porque Messi no fue el último de los mencionados, sino el penúltimo, quedando el delantero del Inter para el final.
Antes, todos tuvieron el tributo del público, con algunos picos en esos tres mediocampistas que son muy queridos y el “Cuti” Romero, otro de los jugadores a los que el hincha venera y reconoce en este momento agraciado de una selección argentina que ya ha pasado con creces a la historia.
“El que no salta, es un inglés” fue el grito de aliento para los jugadores, antes de retirarse al vestuario para ultimar detalles y escuchar los últimos detalles de la boca de Scaloni. Faltaba el ingreso formal al campo de juego, al grito de “Dale campeón” que le puso sonida a la espléndida noche del Monumental.