Lunes 30.9.2019
/Última actualización 10:11
Independiente ganó su tercer partido consecutivo ante el desagrado de su gente, que pasó de un nuevo embeleso al descontento en cuestión de pocos minutos, para terminar celebrando "a medias" el 3-2 con que el "rojo" venció esta noche a Tallares de Córdoba, en Avellaneda, y en el marco de un desarrollo muy cambiante, le impidió acceder al primer puesto de la Superliga en esta octava jornada que lo tiene como escolta del líder Boca.
Independiente tomó el protagonismo desde el comienzo, con presión alta y mucha movilidad, conocedor de que cederle el balón a Talleres podía resultarle fatal.
Y con una alineación casi ideal para el técnico Sebastián Beccacece cuando de jugar ofensivamente se trata, el "Rojo" llegó a la apertura del marcador justamente por una presión alta del retornado Pablo Pérez y la efectividad del paraguayo Cecilio Domínguez, que fue titular a último momento por Sebastián Palacios.
Iban 33 minutos del primer tiempo y era el comienzo de una aparente jornada festiva para Independiente, que sobre el final de la etapa terminaría redondeando, con una falla garrafal por una salida a destiempo del arquero Guido Herrera, el segundo tanto convertido por Juan Sánchez Miño.
El entretiempo iba a ser para el regocijo de los hinchas que colmaron el Libertadores de América y empezaban a saborear una reconciliación con sus jugadores después de los dos triunfos anteriores por 1-0 sobre Atlético Tucumán por la Superliga y Defensa y Justicia por Copa Argentina.
Y ese nuevo romance parecía que iba a tener 45 minutos finales idílicos porque Independiente siguió generando opciones de gol y el tercer tanto estaba permanentemente a punto de caer.
Sin embargo hubo un instante clave para que el funcionamiento de Independiente empezara a tambaslear, y ese fue apenas superada la media hora, cuando Sebastián Beccacece sacó al capitán Pablo Pérez para el aplauso que merecidamente se había ganado y puso en su lugar a Carlos Benavídez.
Independiente empezó a desarticularse en el medio, Talleres se animó y fue en pos del descuento, algo que consiguió inmediatamente cuando lo volvieron a desbordar como en toda la noche a Fabricio Bustos y por el otro lado el zaguero Nahuel Tenaglia entró libre al área chica para anotar de cabeza.
Los cordobeses "olieron sangre" y fueron por el empate, mientras que en el "Rojo" volvieron a flotar los fantasmas del partido con Lanús, cuando también ganaba 2-0 en el mismo escenario de hoy y se lo terminaron empatando 2-2.
Y como cuando "el que sueña que se muere, se muere", esa igualdad llegó a los 40 minutos conn una jugada calcada como la del descuento: lo desbordaron a Fabricio Bustos y por el sector opuesto ingresó el lateral derecho Leonardo Godoy para anotar de "palomita".
Para colmo de males para los locales acto seguido se fue lesionado Lucas Romero, y con Nicolás Domingo sentado en la tribuna (fue muy pedido por el hincha de Independiente), el conjunto de Avellaneda se quedó sin sus dos mediocampistas centrales.
La historia se había dado vuelta, el repentino nuevo amor de los hinchas desapareció de golpe y empezaron los insultos a los jugadores como principales destinatarios.
Beccacece hizo ingresar a Martín Benítez por Lucas Romero y mientras el estadio estallaba particularmente en contra de los futbolistas el ex Talleres, Sebastián Palacios, que en las postrimerías del primer tiempo había ingreasado por el lesionado Silvio Romero, lanzó un centro al borde del área chica que conectó tambíén de cabeza Nicolás Figal sobre el límite del offside para un 3-2 que fue una descarga para los futbolistas.
Es que todos miraron a las tribunas como con gestos de revancha, de "aquí estamos", algo que se hizo extensivo al propio Beccacece, y dejó al público a mitad de camino entre el nuevo y oportunista aplauso y una reprobación en continuado como la que recibieron los jugadores después de la victoria sobre Defensa y Justicia.
Se fue el partido entre ese cruce de hinchas y jugadores locales que después tuvo su correlato con los de Tallares, muy enojados especialmente con Sánchez Miño por algún gesto después de la conquista de Figal. El final, entonces, estuvo acorde a los vaivenes de un partido que pareció enojar extrañamente a todos, ganadores y perdedores.
De hecho la esposa del arquero local Martín Campaña, Valentina Viera, sufrió una descompensación en las plateas cuando los hinchas empezaron a insultar a su marido por la responsabilidad que le cupo en la mala salida que facilitó el segundo tanto visitante.