El ingeniero químico que gana cinco o seis veces más en Houston pero que extraña a su tierra
Nacido en Santo Tomé, hace seis años que vive en la ciudad de la NASA y se emocionó con tanta argentinidad al palo en medio de la frialdad norteamericana.
El ingeniero químico que gana cinco o seis veces más en Houston pero que extraña a su tierra
Pablo Montagna es un santotomesino que andaba con las dos camisetas que son su orgullo: la celeste y blanca de Argentina y la rojiblanca de Unión. Llegó a este país –o a Houston, para ser más preciso- hace seis años y por cuestiones laborales. “Soy ingeniero químico, la empresa que trabajo tiene una oficina en Santa Fe y me mandaron para acá. En la Argentina tenía trabajo, pero ví esto como una buena oportunidad. Los sueldos acá son mucho mejores que allá, se puede ahorrar, recién el año pasado hubo un poco de inflación, porque lo que a mí más me llamaba la atención, era ir al Supermercado y encontrarme con los mismos precios año tras año”, cuenta Pablo.
Respecto de su trabajo en sí, la llegada a Houston lo mejoró muchísimo: “En el trabajo que yo hago, los principales clientes están en Houston, así que es mejor para mí”.
Es inevitable, como a los muchos santafesinos que nos hemos cruzado en estas semanas que llevamos en Estados Unidos, hablar de la ciudad, de la gente y de lo que se extraña. Pablo admite que extraña mucho. “Estoy todo el día pendiente de Santa Fe. Escucho la radio de Santa Fe a la mañana, a la noche pongo los noticieros, extraño caminar por bulevar, a mi novia, a mis amigos, las peñas… Acá los gringos son medio fríos, no te van a invitar a la casa y si te invitan, es para que llegues a las 7 u 8 y a las 11 de la noche tenés que irte porque es tarde y se van a dormir, cosa que en la Argentina no existe. Son muy amables, pero tienen una forma diferente de socializar”.
Pablo está de novio con Vale, una santafesina que pertenece a Arcadia y forma parte del multimedios empresarial de El Litoral. “Ella viene a visitarme y yo voy para allá, así que vamos llevando adelante la relación de esa manera, yendo y viniendo los dos”.
Es tatengue y dice que sigue de cerca al equipo, ve los partidos y cuenta una linda anécdota: “Ahora, Colón descendió, pero en los clásicos nos juntamos con algunos amigos tatengues y otros que son raza y vemos el partido. Cuando viajo a la Argentina, voy a verlo a la cancha, lo que pasa es que generalmente lo hago en diciembre, cuando ya el torneo terminó”.
Pablo le pone una ficha a Argentina en la final. “Fui al partido en Miami contra Perú. Hice el viaje de improviso, unas horas nada más porque no tengo muchas vacaciones. Ahora ví el partido de acá, en Houston y tengo el ticket para la final en Miami porque estoy seguro de que vamos a llegar. Y si no, venderé la entrada. Pero me tengo una fe bárbara”.
Sobre las condiciones económicas, Pablo es terminante: “Acá se gana cinco o seis veces más de lo que se gana en la Argentina, es enorme la diferencia… Tenés capacidad de ahorro, estabilidad, podés comprarte una casa bastante fácil… Es otra cosa… Bah, por lo menos es lo que yo veo y experimento”. Y si bien Pablo no lo dice, el costo de vida no es más caro que en la Argentina, vestirse es más barato, la nafta vale más o menos lo mismo y una comida rápida en los locales tradicionales, está en los 10 dólares. Con el Uber hay diferencias, pero también las distancias son muy considerables porque la ciudad es gigantesca.
Pablo piensa cuando se le pregunta por el proyecto de vida para el futuro: “… ¡Qué buena pregunta!... Creo que me voy a quedar un par de años más, para ahorrar y luego ver qué sucede… i trabajo está acá pero no descarto el retorno a Santa Fe… Allí tengo mi familia, mi novia, mis amigos y todo eso se extraña”.