(Enviado Especial a Rio de Janeiro, Brasil)
La “aventura” de un grupo de amigos de Emiliano Sala y la contundencia en el concepto de un colega venezolano: “Este es el momento justo que tiene Venezuela para dar el gran golpe futbolístico”, casi fuera de contexto con una realidad muy distinta que vive el país.
(Enviado Especial a Rio de Janeiro, Brasil)
Salieron de Progreso e hicieron una primera parada en Foz de Iguazú, luego siguieron a Curitiba, continuaron por Belo Horizonte, Vittoria da conquista, Morro de San Pablo hasta llegar a Salvador de Bahía. Luego bajaron a Belo Horizonte y de ahí a Porto Alegre, donde dejaron el coche y se subieron a un avión para venirse a Río de Janeiro. La aventura no estuvo exenta de peripecias: la camioneta se quedó sin frenos, se la chocaron y a “Peludo” Galoppo le robaron en Pelourinho, la zona en la que vivían los “ricos” en la antigua Salvador de Bahía. Pero ahí estaban, Galoppo, Tato Gudiño junto a su hijo y Javier Meynet en plena playa, mate en mano y con la bandera que homenajea a Emiliano Sala, el hombre que pasó a la eternidad y que Progreso jamás podrá olvidar. Ellos quisieron que el nombre de Emiliano esté presente en Brasil y no se desprenden jamás de la bandera y de la rojinegra de San Martín de Progreso. “Cada vez que Emiliano estaba de receso, iba a Progreso a visitar a su familia y sus amigos. Era su lugar en el mundo, iba a ver a San Martín, comía asados con sus amigos, era humilde y muy profesional. Emiliano dejó un legado, se sacrificó, la peleó desde bien abajo y llegó hasta dónde quiso. El destino se lo truncó cuando no tenía techo, pero con perseverancia cumplió sus objetivos. El funeral fue muy triste, llegó gente de todos lados, gente que lo conocía y gente que no lo conocía. El tiempo que duró su búsqueda fue un golpe muy duro que Progreso no pudo superar. A Emiliano no lo supieron cuidar, no estuvieron cerca de él, no se entiende que se pague una cifra millonaria en euros y que no lo hayan protegido como correspondía. Creemos que lo dejaron muy solo, la máxima responsabilidad es del representante y del club que lo compró. No entiendo cómo no lo cuidaron habiendo pagado tanto por él”, cuenta Tato Gudiño, que vio crecer la carrera de Emiliano. “Lamentablemente, la mayor parte de la gente lo conoció después del accidente. Jugaba como era en la vida: aguerrido y humilde. ¿Parecido a quién?, a Cavani”, concluyó el relato de los muchachos que continuarán viaje con la selección y luego, desde Porto Alegre donde dejaron la camioneta, retornarán a su Progreso.
No faltó, como siempre, la presencia de muchos santafesinos. Entre ellos, un grupo de amigos que conservadora en mano llegaron al Maracaná con cervezas, fernet y bebidas varias (salvo agua) para saciar la sed. “A la conservadora la rematamos a 20 reales o la tiramos”, señalaron entre sonrisas.
Para quienes conocen el majestuoso Maracaná, enfrente está estación de subte que, precisamente, lleva el mismo nombre. De esa estación sale una rampa de unos 300 metros, aproximadamente, que desemboca en la puerta principal del estadio. A tres o cuatro horas del inicio del partido, esa rampa se empezó a llenar de argentinos que, con mucho optimismo y algarabía, caminaban y cantaban. El “Brasil, decime qué se siente…”, fue, a no dudarlo, el hit de una siesta en la que también “ligaron” los chilenos, destinatarios al igual que los brasileños de los cánticos de la hinchada argentina.
La Conmebol hizo una aclaración que tiene que ver con la cantidad de veces que la selección chilena ganó la Copa América. Si uno mira de cerca el trofeo, hay una sola chapita con el nombre de Chile y es de la edición del 2015 en la que fue local. La Conmebol aclaró que la edición de 2016 que se jugó en Estados Unidos, fue la Copa Centenario y con otro trofeo que luce en las vitrinas de la Federación Chilena, pero no es la tradicional Copa América.
La superioridad de la selección argentina sobre la venezolana fue terminante desde 1967 hasta 2011. En ese lapso, Argentina le ganó en los 18 partidos que se enfrentaron. Luego, entre 2011 y 2019, se produjo un quiebre casi rotundo en la estadística, porque en los seis partidos que se jugaron hasta el de este sábado, se habían producido dos triunfos argentinos, dos empates y dos victorias venezolanas, las únicas hasta el momento del pitazo inicial del colombiano Roldán.
El Litoral se encontró con un simpatizante sabalero en una de las puertas de acceso al Maracaná, quien comentó con mucho entusiasmo de la organización de la primera edición de la Expo Sabalera que tendrá lugar el sábado 6 de julio en el Roque Otrino rojinegro, a beneficio de la subcomisión de básquet de la institución. En el face de Escamas se podrán adquirir las entradas anticipadas, habrá stands, venta de productos típicos de Colón y se sorteará una maqueta del nuevo Cementerio de los Elefantes, cuya última obra está en la etapa final de su construcción (la bandeja sur).
El colega venezolano, Ramón Medina, le comentó al enviado de El Litoral, en la misma puerta del Maracaná, que “este partido es es muy importante para el fútbol venezolano y para el país todo, porque vivimos una realidad desde lo social muy complicada, pero además porque Venezuela ha crecido mucho desde lo futbolístico, ya no somos el país que le tiene miedo a las potencias, ahora somos capaces de jugarle de igual a igual a cualquiera y lo hemos demostrado en las Eliminatorias y en los últimos tiempos. El fútbol venezolano no es una isla en el país y se sufre la situación económica complicada por la que atravesamos, pero se ha crecido y creo que estamos en el momento justo para dar el golpe”.
Como se pueden imaginar, el tema de conversación en la zona de prensa del estadio, fue el cruce de acusaciones entre Menotti y Ruggeri. Muchos colegas no ocultaron su disconformismo por haber planteado nuevamente la eterna discusión entre “Bilardismo” y “Menottismo” que aún subyace en el fútbol argentino después de tantas décadas. “Es una antinomia absurda, como tantas antinomias que, en lo político, también sufre el país y que no se terminan”, fue la frase más escuchada.