Darío Pignata
Hace casi dos años que no le concede una entrevista a medios argentinos y lo hizo con El Litoral.
Darío Pignata
Cosa rara ésta. La nota se hizo un poco en México, otra en Estados Unidos, finalmente en Madrid. Pero la importancia del personaje —Jorge Valdano Castellano segú su correo electrónico— lo vale. De todos modos quedó el compromiso, palabra de hombre: “Iremos de pachas” en Madrid. Y pagaremos a medias las tapas.
“Perdón pero no doy notas, no estoy hablando”, fue el primer no desde España. Dejé pasar algunos meses. La estrategia, tirarle el pressing: es el diario de tu provincia. Y, de paso, “chapear” con las notas con Lionel Messi en Barcelona, el Papa Francsico en el Vaticano o Floyd Mayweather en Las Vegas. Lo fui ablandando...pienso.
“Es que ando de un país a otro”, me dijo el pensador de la pelota. “No tengo apuro, Jorge, disfruto la vida. Hay mucho tiempo para estar muerto”, le dije. Doy por seguro que le saqué una sonrisa.
Bueno, vamos por correo electrónico...vamos por wassap. “Que sea plata o mierda”, dije. Y arrancamos, desde esta redacción hasta aeropuertos del mundo con este hombre que no se irá de mi memoria. Vive con sus libros —desde esos tiempos tiernos de “Sueños de Fútbol” hasta estos días— y vive con esa corrida feliz contra Alemania en el Azteca en la final de la Copa del Mundo en México ‘86.
Si uno “googlea” la palabra Valdano más entrevista se encuentra que la última entrevista a un medio argentino la concedió hace más de un año al Diario La Nación, lo que avala su frase inicial: “No estoy dando notas”. Nunca lo puse en duda. Estos tipos no mienten.
—Te fuiste a los 19 años, ¿qué recuerdos de esos tiempos tiernos te unen con Las Parejas, con tu primera casa que fue Newell’s en el Parque Independencia?
— Me fui de Las Parejas con 16 años y de Argentina con 19. En los dos casos en busca de un sueño: el de ser futbolista de primer nivel. Le debo a ese entorno nada menos que la pasión por el fútbol. En nuestra zona el fútbol era un bien cultural y sentimental y lo mismo se aprendía el oficio en el potrero que en el bar de la esquina. Todo era fútbol. Ahora no sé si ocurre algo parecido. En todo caso sospecho que al fútbol le salió la competencia tecnológica.
—No demos vueltas, juguemos fútbol. No sé si estabas viendo, por agenda, el Ecuador-Argentina en tiempo real. ¿Qué sentiste con ese gol tempranero de Ecuador y qué conclusión te generó ver a la Argentina “colgada” para ir al Mundial hasta la última fecha?
— Sí lo vi en tiempo real y ese gol me pareció fatídico. La sensación de que también le teníamos que ganar a la suerte. Creo que la Argentina aún está lejos de su mejor nivel futbolístico, pero que tiene jugadores para pelear un Mundial. Esta frase la hubiera escrito tal cual después de jugar las Eliminatorias para el Mundial de México ‘86. Había buenos jugadores, teníamos a un genio y jugábamos fatal. En México el equipo se encontró y todo pareció fácil.
—Javier Mascherano, en una autocrítica con una honestidad brutal impropia de estos tiempos, admitió que los problemas externos (cambio de conducción de AFA y tres entrenadores distintos) afectaron mucho el rendimiento...
— Sí lo leí...
— ¿Cómo se vieron desde lejos tantos cambios seguidos en lo institucional y en el mismo banquillo de entrenador?
— Lo viví con vergüenza. Una votación en la AFA que hizo reír al mundo, grandes profesionales (Gerardo Martino, Edgardo Bauza) que saltan por los aires, una desorganización que lo contamina todo. Creo que Mascherano está en lo cierto. Decía León Najnudel —N.deR: emblema del básquetbol argentino— que “una Selección poderosa es la resultante de un medio poderoso”. Al revés también, habría que agregar.
— Se ha popularizado esta frase que “ahora somos sólo seleccionadores y no más entrenadores”. La dijo, en su momento, Alfio Basile. Y refería al poco tiempo de trabajo con todos los jugadores juntos en la Selección Argentina. Uno: ¿coincidís o es relativo? Dos: en todo caso ¿qué aspecto debiera ser clave en ese búnker criollo un mes antes del Mundial?: las pequeñas sociedades, el dibujo táctico o la famosa mística de grupo?
— Yo adhiero desde hace mucho tiempo a la frase: “un equipo es un estado de ánimo”. Pero no subestimemos el conocimiento, el talento y la práctica, todos requisitos imprescindibles para ser competitivos. Es verdad que los conductores seleccionan más de lo que entrenan. Pero veamos a los países que son referentes en estos momentos y veremos que hay una gran coherencia entre el trabajo de las Selecciones menores y el de la Selección mayor.
— Contame, te leo...
—Aquellos que llegan es porque antes rindieron a un gran nivel en las Sub 17, Sub 19, Sub 21. Y siempre respetando un estilo. España es un ejemplo, Alemania otro todavía mejor. No hablamos del triunfo de una generación sino del triunfo de una escuela. A nosotros palabras como escuela, identidad o estilo las rechazamos desde hace tiempo. Y así nos va.
— Paulo Dybala declaró que “se encima porque juega de lo mismo que Messi” con tantos delanteros: Agüero, Higuaín, Icardi y los del medio local que piden pista. ¿Qué valoración hacés de la capacidad individual de ataque de la Selección Argentina con tantos goles exiliados por el mundo?
— Dybala se equivoca. En España se juntan en un mismo equipo Iniesta, Silva, Isco y Asensio y parece una orquesta. El talento se atrae, no choca. Lo que ocurre es que para que el funcionamiento llegue hay que creer fanáticamente en algo. Eso es imposible con cambios de conducción cada seis meses.
— Seguramente en la mayoría de las entrevistas te preguntan cuál es la diferencia entre Maradona y Messi. ¿Es injusto que no te pregunten o te pregunten poco por Cristiano con todo lo que hace?
— Las preguntas periodísticas no aspiran nunca a ser justas. Más bien lo contrario para generar impacto. Messi y Maradona son dos genios y no hace falta nada más que decir. En cuanto a Ronaldo es un fenómeno. Los dos primeros nacieron con casi todo puesto y Cristiano tiene el gran mérito de haber agregado cosas en el camino.
— ¿Cuánto fútbol mirás en este momento de tu vida por placer, más allá de la función profesional que desarrollás? Y de yapa...¿qué te da placer ver, qué equipo?; ¿qué o quiénes son los futbolistas que pueden llenarte la vista con este juego?
— Tengo obligaciones profesionales, pero no me pierdo al Madrid, “al Barça” (así lo escribe desde su teclado madrileño), al PSG, al City y al Totenham de Pochetino. También los choques entre grandes equipos de Italia, Alemania y Francia. De todos modos, aquel que me defrauda porque su intención es sólo especulativa lo mato con mi mando a distancia. Del fútbol argentino no hablo porque no tengo acceso.
—Diego Maradona hizo público que hay un grupo de wassap de los campeones del mundo de México ’86 y ahora AFA parece querer tener un reconocimiento más sostenido a ese equipo. ¿Estás en contacto con ellos de alguna manera? Ahora está Jorge Burruchaga en un cargo importante: ¿te llaman, te consultan, te hablan por temas puntuales?
— El grupo de Whatsapp es como el de un grupo de ex alumnos. No tiene mayor trascendencia más que la del reencuentro, que para nosotros es importante. No se habla de cuestiones profesionales, pero nos parece un acto de justica que se premie a gente como Burruchaga. De aquella generación hay mucha gente que puede aportar cosas interesantes para el fútbol argentino.
—La última pregunta, lastimosamente para mí: ¿Podés nombrar tres personajes del rubro que quieras a quienes te gustaría entrevistar?
— Sí claro: Marcelo Bielsa, Pep Guardiola y César Luis Menotti. Los dos primeros no dan declaraciones por lo tanto nunca les pediré una entrevista. A los amigos se le respetan las decisiones. Pero la pregunta es a quién me gustaría, no a quién podría entrevistar.
—Debieras insistir con Bielsa o Pep
—¿Te parece?
—Es que hace meses vos me dijiste, igual que ellos, que no dabas notas. Un poco más acá, me dejaste firme el “no”. Y terminamos haciendo la nota, entre aeropuerto y aeropuerto, compartiendo sueños de fútbol...
—Saludos a mi provincia.
—Nos vemos en Madrid, Jorge, lo doy por cierto...
— Vale...venga.
¿Casualidad o causalidad?, le peregunto. Menotti, Martino, Bauza, Sampaoli...todos nacidos en la provincia invencible de Santa Fe. Lo mismo que ese plantel de México, con fuerte incidencia de los nacidos en esta bota, además de Messi obviamente. ¿Qué opinás cuando se habla de “cuenca futbolística argentina” esta zona del país donde naciste?
“Por supuesto que no es casualidad. Hablamos de una legión de jugadores y otra de entrenadores que marcaron y seguirán marcando al fútbol argentino. Juegan muchos factores, pero el más importante es una cultura futbolística que contagia pasión por el juego”, asegura Valdano.
Le cuento que Messi acaba de volver a declarar “No manejo nada, no tengo amigos, no pongo jugadores en la Selección y ese rumor le hace un daño muy grande a mi familia”. Entonces, a partir de esta —para mí— falsa idea de “club de amigos”, intento bucear con Jorge Valdano acerca de la ayuda profesional desde la psicología deportiva, tanto para Lionel como su entorno.
—¿Qué caso viviste en el Madrid de impacto positivo de este tipo de herramientas externas al futbolista profesional, Jorge?
—Durante mucho tiempo los psicólogos deportivos se acercaban a los clubes con más ánimo de aprender que de enseñar. Ya se progresó mucho, pero aún son pocos los entrenadores que se abren a este tipo de especialistas. Los futbolistas cada día tienen que pelear con presiones más grandes y cada día tienen más motivos para confundirse, por lo tanto esta ayuda empieza a resultar imprescindible.
—¿Y en el caso del coaching?
— El coaching es una herramienta cada vez más utilizada y me parece bien. Aunque hay que tener cuidado con los que hacen un curso de dos semanas y ya se creen especialistas en una materia tan compleja.
—¿Qué le puede dar una máquina (VAR) al ojo humano? ¿Sería apasionante este juego sin el error? Uno supone, por ejemplo, que el VAR europeo hubiera anulado el primer gol de Diego a los ingleses con la mano en México ’86
—Soy muy favorable a la justicia y muy contrario al VAR. El fútbol es un juego de su tiempo, algo salvaje, de manera que es todo lo contrario a la tecnología que empieza a invadirlo. Creo en la necesidad de capacitar a los árbitros y profesionalizarlos tanto como a los jugadores, para que el fútbol siga siendo un juego exageradamente humano en donde el error es un elemento más del juego.
—Entonces, pulgar para abajo a este cambio FIFA
—Creo que el VAR le quita fluidez al juego, que con su intervención los errores seguirán existiendo y serán aún más difíciles de entender (como se está demostrando). Por otra parte el fútbol ha sido siempre un juego popular en donde un partido jugado en el Santiago Bernabeu requería los mismos elementos que un partido jugado en un parque. Ya no. Dicho esto, doy esta batalla por perdida. Pero la sigo dando.