(Enviado Especial a Asunción del Paraguay)
Habló casi una hora y se emocionó en varios pasajes, sobre todo cuando mencionó a su “querida Rafaela”: “Recuerdo cuando volvía a mi casa, de practicar en Atlético, con las rodillas peladas…”, señaló el técnico de Paraguay luego del gran triunfo ante los campeones del mundo.
(Enviado Especial a Asunción del Paraguay)
Estaba feliz, Lechuga Alfaro. Locuaz como siempre, se dedicó el tiempo para él. Así de tajante. Habló casi una hora y tiró frases por doquier. A su estilo. Tampoco olvidó sus orígenes y su querido Atlético de Rafaela. En medio de la euforia “única, porque pudimos vencer a la selección campeona del mundo y que, sin dudas, es el mejor equipo del mundo”, interpuso su tristeza por el descenso “de Atlético, mi club, el de mi querida Rafaela… Todavía recuerdo cuando volvía a mi casa con las rodillas peladas después de practicar en la cancha de Atlético, porque yo viví siempre a dos cuadras del club”.
También contó un cruce con Messi. “En un momento, Leo se acercó y me saludó… ¿Y qué quieren que le diga?, ‘gracias por ser como sos’… Porque Messi no sólo es grande y único por lo que hace adentro de la cancha con sus pies y la pelota, sino por su comportamiento, por su ejemplo y por lo que le dejará como herencia al fútbol argentino”.
Cuando terminó el partido, a Lechuga se le mezclaron las sensaciones. “No sabía qué hacer cuando terminó el partido… No sabía si levantar los brazos o no, si irme al vestuario enseguida o no, si ir hasta la mitad de la cancha o no… Francamente no sabía qué hacer porque se me entrecruzaban y mezclaban los afectos, las emociones y los sentimientos”, dijo el rafaelino.
Utilizó una palabra para definir la histórica noche, de él y del fútbol paraguayo. “Rebeldía… Eso es lo que tuvimos hoy… Rebeldía para luchar contra la adversidad, contra los pronosticadores de fracasos, contra los que venden fatalidades anunciadas”, dijo a su estilo, con esos conceptos y esas frases que obligan a la reflexión.
Alfaro también se congratuló con Justo Villar, el ex arquero paraguayo y de Newell’s y con el presidente de la Asociación Paraguaya, haciéndolos “responsables” de su llegada a la selección. “Cuando estaba dirigiendo a Costa Rica, luego de mi paso por Ecuador, pensaba cuál podía ser una selección en la que pueda tener posibilidades de dirigir otra vez en Sudamérica, porque con algunas no estoy en carrera. Y pensaba en dos. Pensaba en Uruguay y en Paraguay. En Uruguay era imposible porque está Marcelo y desarrolla un muy buen trabajo. Surgió la chance de Paraguay. Y fue un desafío. Para colmo, los técnicos venían durando cada vez menos… Yo pensaba, mirando el fixture que tenía, que lo mío se podía consumir en seis partidos. Sin embargo, los resultados llegaron y estoy feliz, porque los muchachos me dicen: ‘Profe, no vemos la hora de volver a juntarnos, queremos estar juntos otra vez’… Y la verdad es que no tenemos el tiempo que yo desearía para practicar… Es mucho de charla y de ver videos… A veces son cuatro charlas por día y pienso que en cualquier momento se van a cansar de mí (risas)… Sin embargo, los noto muy entusiasmados y predispuestos”, dijo un Lechuga tan feliz que después de hablar más de una hora, le dedicó un tiempo, ya en la madrugada del viernes, a los tres o cuatro periodistas argentinos que queríamos saludarlo, entre ellos Néstor Clivati, un amigo de la infancia de Lechuga, y el enviado de El Litoral.
“A los profe los saco de contexto con mis pedidos… Ellos me aconsejaron que no haga entrenamientos largos porque hay que cuidar el físico de los jugadores… Me decían 30 minutos y yo los tenía 40… Me pedían que parara en las pelota quieta y yo las hacía… Bueno, por algo llegamos al gol. Nosotros sabíamos cómo marcaba Argentina, los estudiamos y trabajamos en función de eso. Argentina es un equipo tremendo, el mejor del mundo… No podíamos fallar… Cuando nos hicieron el gol, miraba al banco y me hacían ‘carita’, como diciendo que Lautaro estaba habilitado… Y así fue. Sin embargo, los miré a los muchachos y los noté bien. Eso me puso contento”, agregó Lechuga.
Y en el final, dejó una frase estelar: “El gol que hace Tony Sanabria... mamita querida, mamita... ¡Qué jerarquía!... ¿Qué querés que te diga?... Con el perdón de la palabra, la p... que lo parió, qué gol hizo este muchacho… Y ya le vi hacer goles así, porque esas chilenas las tira en la práctica y es fantástico lo que hace. Y ahí digo, ¡qué 9 tenemos!. Me rindo contra la jerarquía".