Enrique Cruz (h)
Enrique Cruz (h)
La vida de Leopoldo Jacinto Luque será llevada al cine en forma de película documental. Y enorgullece a todos los santafesinos, no sólo porque Leopoldo es un producto genuino de la ciudad, particularmente de Unión, sino porque es uno de los campeones del mundo que mostramos con orgullo, como sucede también con Nery Pumpido, Pedro Pablo Pasculli, Martín Perezlindo y Rubén Rossi.
Contamos qué pasó cuando le dijeron a Leopoldo que había que rodar en El Litoral las entrevistas con Ricardo Porta, Enrique Miguel Cruz y el autor de esta nota. “Van a “El Litoral”?, yo quiero estar ahí”, dijo Leopoldo. Y vino al Diario. Como en tantas oportunidades desde aquéllos años de principios de los 70, como aquél inolvidable 1975 (el año de su gran Metropolitano, convocatoria a la selección y venta millonaria a River), como su regreso en 1981 (“Unión me vendió dos veces, porque aquella vez volví al club y luego fui transferido a México”) o más tarde, cuando trabajó en las inferiores y llegó a dirigir el plantel de Primera, siendo fundamental en el debut o consolidación de muchos “chicos” de entonces, que siempre lo recuerdan con cariño y agradecimiento (Passet, Toresani, Catinot, Altamirano, Humoller, Marcelo López y el Beto Acosta, entre otros).
Matías Riccardi es el encargado del rodaje. Persona carismática, interesada en conocer cada detalle de la vida de Leopoldo y sensible a esas reacciones típicas de un entorno que recuerda cada momento de la vida del gran campeón. “Como todo viaje, uno va con un plan y luego se deja sorprender pro las sensaciones del mismo. En este caso, si bien uno iba con un guión y un plan de rodaje, fue impactante no sólo el respeto hacia Leopoldo Luque como jugador sino también como persona. En cada lugar que fuimos (Unión, el barrio Guadalupe, su escuela número 38, su potrero, su club de barrio), aparecían vecinos, conocidos, lugareños, todos pidiendo una foto y halagando en todo sentido a nuestro protagonista”, cuenta Riccardi a El Litoral.
“Pero lo que más nos impactó, a mí y a todo el equipo, fue lo que sucedió en Atenas de Santo Tomé. La idea era grabar sólo dos planos: uno de Luque en el campo de juego con su diminuta tribuna de atrás, y otro con el presidente del club entregándole una camiseta. No más de una hora de rodaje. Cuando llegamos, nos esperaban alineados a los costados de la entrada y al pasar con nuestro auto, unas diez personas que empezaron a aplaudir. Al bajar Leo, lo abrazaban, lo tocaban, le decían quienes eran, le recordaban anécdotas. Un señor le leyó una nota de 1973, el utilero (un señor muy mayor vestido con el buzo del club) no soltaba una foto del equipo, como si fuera una estampita, y lloraba de emoción ante cada situación.
Como esto es cine, había que repetir la escena porque no estábamos preparados. Y contrariamente a lo que suele pasar, la segunda salió mejor que la primera. Luego llegó la autoridad política de la ciudad y como broche de oro, nos dijeron que cuando se estrene la película en Buenos Aires, van a alquilar un micro para poder estar presentes. Todo muy fuerte”, señaló Riccardi.
No sólo el rodaje se hizo en Santa Fe, sino que también viajaron a Rosario ya que Luque jugó en Rosario Central, allá por 1972. “Nos recibieron como si hubiese jugado toda la vida y no apenas cuatro partidos”, señaló Riccardi, quien confesó que esta es su primera película. Y adelantó que “fue tan fuerte lo de Santa Fe, que no descarto en volver”.