Cuenta la crónica periodística vespertina que “de un momento a otro se espera la cesión municipal de los terrenos del Parque Garay para los hinchas del rojinegro”.
En 1936, los santafesinos asimilaron con gran estupor una noticia que anunciaba El Litoral en sus páginas deportivas. El Club Atlético Colón podría llegar a tener su “field” a pocas cuadras del Club Atlético Unión.
Cuenta la crónica periodística vespertina que “de un momento a otro se espera la cesión municipal de los terrenos del Parque Garay para los hinchas del rojinegro”.
En 1936, unos años antes de que el Parque Garay inaugurará su nueva traza, con sus características fuentes, lagos y paisajes típicos de una postal, la municipalidad pensaba que aquel sitio podría ser utilizado para fines deportivos. Así, a comienzos de la década del ‘30, hubo de parte de las autoridades locales un ofrecimiento al Club Atlético Brown que no se concretó por motivos desconocidos. Inmediatamente, el Club Atlético Colón solicitó permiso para construir su estadio, o como se decía por aquellos años su “field”, sobre las calles Suipacha (hoy Salvador Caputto) y Paraguay.
El Club Colón siempre estuvo ligado al río y a lugares icónicos de la ciudad. En sus primeros años, en el llamado “campito”, entre las calles Corrientes, Moreno y Córdoba (hoy Juan de Garay). Un singular dato histórico, es que el primer presidente del Club fue el ex-gobernador Rodolfo Freyre, que por aquellos años gobernaba la provincia bajo el faccionalismo imperante del Partido Autonomista Nacional liderado por Julio Argentino Roca.
El Club Colón reconoce a Doña Manuela Funes de Cullen, como impulsora y responsable de su creación. A principios del siglo XX, Manuela Funes de Cullen era una figura local poseedora de un capital social construido en base a una sociabilidad compartida por un sector exclusivo de la sociedad santafesina. Esta trama social explica el interés de Doña Manuela por acompañar la fundación de la entidad deportiva. En decir, su vinculación personal con el Monseñor Alfonso Durán, promotor de una Iglesia católica que buscaba cierta cercanía e identificación con una sociedad que atravesaba fuertes cambios y también dar respuesta a los duros embates liberales que promovían el laicismo, un Estado ajeno a las confesiones religiosas.
Aquellos primeros terrenos o “baldios” en inmediaciones de lo que después sería el puerto de Santa Fe (que colocó su piedra fundamental el 10 de octubre de 1904) y un devastadora inundación (un año después, en 1905) que tuvo como escenario esta zona de la ciudad, fueron algunos de los motivos por los que ese primer campo dejó de ser el lugar elegido para jugar. Por otro lado, estos terrenos, aledaños al puerto, se convertirían, en la década del ‘20, en el recordado “Parque Escolar”. Un lugar público pensado para las prácticas recreativas de los estudiantes secundarios de escuelas oficiales en sus clases de gimnasia y educación física.
Con el transcurrir de los años el Club Colón pasó parte de su historia migrando al oeste de la ciudad, en cercanía al río Salado y la Estación del Ferrocarril Mitre, sobre las calles Zavalla y Moreno. Lugar al que los hinchas llegaban tomando el tranvía de la línea número 1 hasta General Lopéz y San Juan. Allí, Colón disputó muchos campeonatos y recordados partidos como aquel que lo enfrentó con Peñarol de Montevideo, logrando su primera victoria internacional.
Durante la década del ‘30, la institución buscaba un nuevo lugar en donde construir su estadio. La oportunidad se presentó en 1936 bajo la intendencia municipal de Atilio Giavedoni, que había asumido como intendente ese mismo año. Giavedoni, era un “sportman”. Durante su juventud había jugado al fútbol en los clubes locales Federal y Saravia disputando campeonatos en la Liga santafesina. Años después, llegaría a ser Presidente del Consejo General de Educación.
Decía la crónica de El Litoral “El Parque Garay es un sitio grato pero no tan concurrido como debería ser. El atractivo de una cancha de football en manos del Club Atlético Colón, harán de aquel bello rincón de la ciudad un punto de referencia popular, dando mayor impulso al barrio que lo circunda conocido por todos como Roma”.
De concretarse dicha iniciativa, hoy en día, Colón y Unión serían no solamente rivales sino también vecinos; como ocurre con Independiente y Racing, separados por apenas 300 metros.