¿Qué aprendió y en qué se detuvo el fútbol argentino campeón del mundo?
Se cumple medio año de la obtención del título en Qatar. En este tiempo, sucedieron algunas cosas buenas pero hay otras en las que hasta existe un retroceso perjudicial y preocupante. ¿Qué nos enseñó aquélla gesta y en qué se sigue fallando?
El recuerdo se prolonga como si el tiempo se hubiese detenido, como si nada más hubiese pasado en la vida de cada uno desde aquél 18 de diciembre, hace hoy medio año. En estos seis meses hemos visto de todo: videos, fotos, anécdotas, revelaciones que nos ayudaron a armar una gran historia. Dicen que no se conoce el verdadero valor de un momento hasta que ese momento se convierte en memoria. Y ninguno olvidará lo que pasó aquél domingo glorioso. Será eso lo que se convertirá en riqueza del futuro, cuando podamos contar qué hicimos, cómo lo vivimos y qué sentimos. Para muchos de nosotros, no hay un solo día en el que no recordemos algo de lo que pasó en ese mes inolvidable de Qatar. Habrá siempre un personaje, una canción, una frase, una anécdota, un gol o alguna foto que nos impedirá el olvido. Y bienvenido sea.
Así como esos recuerdos detuvieron el tiempo al momento de volver a sentir lo mismo que hace seis meses, la realidad es que el reloj marchó y pasaron muchas cosas en el fútbol argentino. Y la pregunta es: ¿para qué sirvió el título?, ¿en qué crecimos?, ¿en qué seguimos estancados?
No es necesario aclarar que el valor de una copa del mundo es inconmensurable. Jerarquiza al fútbol argentino, aumenta exponencialmente la cotización de los jugadores (por Enzo Fernández, Chelsea pagó 121 millones de dólares al Benfica, y Alexis Mac Allister pasó al Liverpool en 40 millones), genera un aumento considerable en el cachet que se paga por la selección (ahora es el doble que antes del 18 de diciembre de 2022), más los 80 millones de dólares anuales que pagan los sponsors, etcétera.
Del valor deportivo y de lo que significó para Lionel Messi tampoco es necesario que se diga una sola palabra: está todo entendido. Además, fue la resultante de un proceso que arrancó con más dudas que certezas, pero con un final tan feliz como inesperado: en apenas un año y medio, dos conquistas que se nos negaban desde hacía décadas, y que un ganador absoluto como Lionel Messi no había podido conseguir (Copa América, en el Maracaná y ante Brasil; y la del mundo).
El VAR y los arbitrajes generan polémicas permanentes en el fútbol nuestro de entrecasa.
Puertas para afuera, podría agregar la gran jugada de Claudio Tapia, el presidente de la Afa para proponerle a la Fifa la organización de un Mundial juvenil para el cuál ni siquiera estábamos clasificados. El golpe de efecto fue casi completo: Argentina organizó el torneo y se aseguró la participación de su selección, eliminada en el Sudamericano y luego derrotada por Nigeria en octavos de final, en un partido en el que la pelota se negó a entrar en el arco de los africanos. Y también puertas para afuera, se podría agregar que la selección argentina se ha convertido – gracias a Messi, claro está – en la más popular del planeta. Las camisetas celeste y blanca que veíamos en Qatar, lucidas con orgullo por decenas de miles de personas que no nacieron en nuestra tierra, se prolonga por todo el mundo y cada vez que juega Messi (y Argentina).
¿Y puertas para adentro? Ahí la “mugre” se esparce por debajo de la alfombra y no hay quién la limpie. A saber:
* Tenemos un torneo de 28 equipos que crea desigualdades competitivas por el simple hecho de jugarse a una sola rueda y no con partidos de ida y vuelta como debiera ser.
* Sufrimos la impericia de los dirigentes para volver a los 20 o 22 equipos de antes, siendo que cuando murió Grondona (en unos días se cumplirán 9 años) y dejó la “herencia de los 30 equipos”, las voces críticas se alzaron unánimemente.
* La cantidad de equipos va en desmedro de la calidad. Siempre digo que hay ocho equipos de más en Primera, por lo cuál se deduce que hay 240 jugadores de más que no jugarían en la máxima categoría si fuese un torneo “normal”. Que no se entienda este concepto como algo discriminatorio, no es la intención. Simplemente se busca pensar, para entender por qué el nivel no es superior; y lo mismo pasa con los árbitros.
* El jueves se va a llevar a cabo una asamblea en Afa donde se va a proponer (y decidir, porque ya está consensuado) que haya un descenso menos a los tres ya anunciados, votados e incorporados al estatuto, para ir bajando la cantidad de equipos hasta el 2029, algo que a esta altura ya es dudoso. Esto se produce en la mitad de la temporada, algo que ya ha ocurrido en las categorías de ascenso. Crea una inseguridad jurídica que no le otorga seriedad a la reglamentación inicial.
La selección nacional se convirtió en la más popular del mundo y genera grandes negocios. La prueba evidente es el apellido de los jugadores escrito en chino en las camisetas en el partido ante Australia, donde la Afa facturó como nunca.
* El fútbol argentino mejoró en la previsibilidad de la programación de partidos (ya no se cambian tanto de día y hora como antes), pero empeoró en algo mucho más importante y grave: crear reglas claras y que se respeten en el comienzo de la temporada. ¿Cuál es la verdadera razón?
z Es muy difícil organizar torneos competitivos (por el nivel de juego y con reglas justas) con 65 equipos en las dos categorías superiores (28 en Primera y 37 en el ascenso). Vayamos a las ligas importantes de Europa: en la Premier inglesa (20 en Primera y 22 en Segunda); en España (20 y 22) en Francia (20 y 20) y en Italia (20 y 20). La “competitividad” del fútbol argentino está dada por cierta paridad que lo torna interesante(más allá de que los torneos cortos permiten más posibilidades a los clubes más chicos que los torneos largos y, por eso, clubes como Colón, Argentinos Juniors, Lanús y Banfield, por ejemplo, aprovecharon su ocasión en esta clase de torneos).
* El nivel (bajo) y las polémicas que se desatan a partir de los arbitrajes y el VAR, con una conducción (la de Beligoy) muy cuestionada y con errores que se multiplican a partir del uso de una tecnología que se deberá actualizar y modernizar. Pero además, con fallas de protocolo y reglamentarias que preocupan. Y sospechas de “favoritismo” por algunos clubes que también significan un motivo de preocupación.
* Antes, había clubes que sostenían sus planteles (al menos en los sueldos) con lo que les ingresaba de TV (Unión era un caso). Ahora, ese cachet de la TV no alcanza. Y antes había que vender dos jugadores al año para equilibrar finanzas, pero también para crecer. Ahora, la venta de dos jugadores a veces no alcanza ni siquiera para equilibrar. Dicen que el ingreso por TV está desactualizado, pero, ¿se entiende que esto pase en el fútbol de los campeones del mundo?, ¿por qué no se jerarquiza económicamente la Liga?, ¿qué quedó de aquellos proyectos de vender el fútbol argentino al exterior?
* Párrafo final para los estadios. Hay algunos (el de Barracas Central es la prueba evidente) que dejan bastante que desear y eso también irradia la imagen que brinda el país de los campeones del mundo. Así, volver a pensar en un fútbol con visitantes también es una quimera, más allá de que el núcleo del problema sea la inseguridad que ya se ha convertido en un flagelo casi imposible de vencer.
Seis meses de Argentina campeón del mundo. Seis meses de la gran alegría que nos dieron 26 jugadores y un cuerpo técnico allá, en la lejana Qatar. Seis meses de recuerdos que llevaremos hasta el último suspiro de vida. Seis meses en los que algunas cosas se aprendieron y en otras se sigue fallando.
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