(Enviado Especial a Salvador de Bahía, Brasil)
(Enviado Especial a Salvador de Bahía, Brasil)
No se asuste, Messi no va a ser candidato político a nada, al menos por ahora. Y parece que tampoco, lamentablemente para él, lo es en esta Copa América. Lo dijo antes de empezar el torneo y los primeros resultados le dieron la razón. Colombia, Brasil y Uruguay jugaron como deben jugar los verdaderos candidatos; nosotros, no.
Esto no quita que la cosa cambie. Argentina arrancó el Mundial de Italia perdiendo ante Camerún y llegó a la final; a las “trompadas” pero llegó. Y Chile fue campeón de América hace tres años en Estados Unidos habiendo perdido el primer partido. Todo puede ser, pero no jugando como se jugó el sábado.
Pasemos a otro tema: Angelito Di María. Siempre me pareció un jugador estupendo, desequilibrante, con gol. Algo endeble físicamente, pero nunca importó. Tuvo, a la hora de jugar con la selección, un solo problema: lo superó la presión y sufrió lesiones que en sus equipos no sufría. Es un crack; en todo caso, fue un crack. Hoy asiste a la parte definitiva de su carrera y aunque el técnico de turno siga confiando, sus tiempos se van acabando.
Di María no hizo nada, el sábado, que justifique su permanencia como titular. No encaró, no se rebeló ante la adversidad, no metió diagonales, no desbordó por afuera, no hizo nada en definitiva. Su salida estuvo “cantada” y, para colmo, apareció en su lugar la figura del partido: un debutante que hizo todo lo que Di María, con su bagaje de experiencia, no pudo o no supo hacer.