MIAMI, Estados Unidos (Enviados Especiales)
Augusto Strada tiene 8 añitos, concurre al Sara Faisal y juega en la categoría 2015 del Club Náutico El Quillá. La historia de un sueño imposible que fue posible.
MIAMI, Estados Unidos (Enviados Especiales)
Nunca nadie nos debe decir que no se puede. Menos a un niño. No debe existir en el mundo un desafío más grande para una madre y para un padre que intentar cumplirle un sueño a un hijo. Porque los niños piden en base a sueño, imaginación y deseo; los grandes chocamos de golpe muchas veces con la realidad. Lo peor es decirles “no se puede”. Siempre hay que ir…ir…intentarlo.
Esta historia tiene un actor principal que se llama Augusto Strada, sabalerito de 8 años y según sus sueños, “futbolista en modo Messi” cuando pasen los años.
Sus papis, Gise y Bruno, cuentan en charla con El Litoral como se fue dando todo. Bruno (cardiólogo) se ocupa de los corazones en Santa Fe; Gise de los bolsillos, las cuentas bancarias y los saldos. “Todo empezó el 13 de marzo. Cuando me imaginé que de alguna manera podríamos tener el contacto. Lo primero que hice fue buscar en varias casas de deportes y conseguí la última camiseta que quedaba, talle 9/10, justo el de Augusto. Piensen que salía la edición nueva de Adidas, por lo cual está ya no se comercializaba. Y yo que soy un tipo de fe me empecé a entusiasmar porque veía señales que se iba a dar”, explica Bruno, médico e hincha de Colón, amigo de varios jugadores del equipo campeón y respetable “5” en la Liga de los sábados.
“Hicimos una bandera de Argentina, con el Santa Fe presente y le pusimos un escudo rojo y negro; para nosotros por Colón, obvio; para Lionel por Newell’s”, cuenta.
Allí comenzó la odisea. Primero, mensajes con el querido “Beto” Gaitán, kinesiólogo sabalero que estaba en Miami, presenciando los entrenamientos del Inter al lado del “Tata” Martino. Después, con el siempre generoso colega Marito Demonte, amigo personal del ex DT de Colón hoy en Miami al lado del “10”.
“Hasta le mandamos al Lobo Ledesma, incluso al Tata”, dicen los padres. Pero, después de varios intentos, llegó la explicación: “De todos esos contactos y llamados, la verdad que lo único que sirve es que te digan con certeza el horario del entrenamiento del Inter de Miami para poder ir a hacer la vigilia. Ahí, todo depende del GOAT. Si quiere para; sino no. Y lo experimentamos con nuestro hijo".
Allí empezó el camino de piedras y espinas para el final con rosas. O final rosa, como la casaca del Inter. “Fuimos al principio del entrenamiento, ya que es de 9.30 a 11.30. Messi llega tipo 8.30 y se retira en general a las 12.15. El primer día que fuimos, salió tarde, a las 13…pero ¡no paró!”, cuenta Bruno.
“Volvimos el 1 de abril, llegamos 8.33 y nos dijo el seguridad del Inter que había entrado hacia ¡apenas 4 minutos!. Nos fuimos y volvimos 11.45, estuvimos hasta las 13 que Messi salió y sólo saludó levantando la mano. No paró ni bajó el vidrio para la tristeza de unas 15 personas que esperábamos…”, sigue el relato.
“En ese momento pensábamos que perdíamos la gran chance pero decidimos volver a intentar por tercera vez al otro día. Llegamos 8.15 y apareció la suerte. La seguridad y Leo se alinearon. Llegó Messi, frenó, intercambió palabras, firmó la camiseta de Augusto, firmó un papel con dedicatoria para mí, posó para la foto… hasta que llegó una avalancha de fanáticos”, explica Bruno Strada a El Litoral.
“Vuelvo a lo mismo…¡Lo soñamos!...¡Lo buscamos!...¡Lo conseguimos!. Y ahora estamos tocando el cielo con las manos de alegría. Mucha emoción, llanto de alegría y liberación de angustia contenida por el deseo de cumplir con nuestro hijo el sueño de todo argentino”, explican Bruno y Gise, los felices padres de Augusto. Este pequeño hincha de Colón de 8 años nunca se olvidará de esta experiencia esperando a Messi en la puerta del entrenamiento del Inter.
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