Domingo 12.4.2015
/Última actualización 21:28
Rodolfo Milesi, prestigioso profesional de la ciudad de Santa Fe en El Litoral: “Sueño con una escuela pública y gratuita en Santa Fe donde se pueda enseñar un Curso de Reanimación Cardiopulmonar Básica (RCP). Eso puede salvar una vida”. Foto: José Vittori
Si uno calcula los decesos por año en la República Argentina (350.000 muertes), un 40 por ciento obedece a cuestiones cardíacas. De esa cifra, la mitad —es decir unas 40.000 personas al año— pierden la vida por muerte súbita. El deporte argentino no escapa a esta realidad y los casos —amateurs o profesionales— duelen sin final. No hace falta ni siquiera recordar lo que pasó con el chiquito Santiago Gilliard, de 14 años, que sufrió dos paros cardiorrespiratorios mientras estaba tirando al aro en Rivadavia Juniors y terminó muriendo en el Hospital Cullen de nuestra ciudad.
El único objetivo que persigue esta nota y este periodista es crear conciencia. No se trata de buscar culpables, ni responsables de nada. La idea es mirar para adelante instalando un tema cada vez más vigente.
Roberto Peidro fue arquero. Hizo las inferiores en Independiente, donde llegó a atajar un partido en Primera, además de pasar por Morón, El Porvenir y Español. Después, fue diez años médico profesional del plantel de Independiente. Hoy, es cardiocirujano y vicepresidente de la Fundación Cardiológica Argentina.
Peidro fue el punto de partido de esta producción de El Litoral. No debe haber otra palabra más autorizada que conozca el deporte y la prevención.
“La muerte súbita es un deceso inesperado sin síntomas previos o con síntomas en las últimas 24 horas, como mareo, dolor en el pecho, palpitación y cuestiones que pasan desapercibidas. De golpe, alguien que aparentaba estar bien... se muere. El 60 por ciento de los casos de muerte súbita se da con testigos que pueden decir si esa persona había dicho que sentía algo antes. Distinto es un paro cardíaco: en el 90 por ciento no es que se para el corazón de golpe sino que late el corazón a más de 600 veces por minuto; se genera una arritmia grave y brusca que se llama fibrilación ventricular. La muerte súbita en el deporte es durante la actividad o hasta una hora después de terminada la misma”, explica Peidro.
¿Cómo se puede achicar el riesgo de una muerte súbita en el deporte? Con la acción primaria (los chequeos) y con la acción secundaria (desfibrilador).
Hace dos años, el mundo se conmovía viendo por TV la muerte de Ángel Puerta, jugador del Sevilla, desplomado en un partido ante Getafe. Seis meses después, sin pantalla porque era un intrascendente partido de ascenso, perdía la vida Héctor Sarabia, de 28 años, jugador del Deportivo Laferrere.
A la AFA le hizo ruido y anunció la compra 148 desfibriladores. El Dr. Eduardo Wagner —responsable de este tema en el Club Atlético Unión— y el licenciado Norberto Javier Gaitán —titular del área médica en el Club Atlético Colón— confirmaron a este diario que llegaron a Santa Fe dos DEA (Desfibrilador Externo Automático) para sendas instituciones y se decidirá en las próximas horas cuál será la ubicación física en cada club y/o predio. La idea de Unión es llevarlo a Casasol.
¿Qué otros ejemplos hay? La Unión Cordobesa de Rugby, con el aporte de un privado (Fernet Branca), tiene desfibriladores en todos sus clubes de Primera División. En Sunchales, Prevención Salud acaba de donar uno a Libertad y otro a Unión, los clubes profesionales de la ciudad.
“Cada diez casos de muerte súbita por una arritmia, si el desfibrilador llega a la persona en menos de 3 minutos, hay un 80 por ciento de posibilidades de que se salve. Cada minuto que pasa se pierde un diez por ciento de la posibilidad de salvar la vida, es decir que si se pierden diez minutos es casi nula la chance de salvar a la persona”, explica Roberto Peidro a El Litoral, a la vez que aplaude la decisión de la AFA.
Hasta hora, AFA exige en los partidos una ambulancia equipada, que debe tener médico con el desfibrilador. “En muchos torneos de inferiores está la ambulancia y cuando uno a ver la ambulancia, adentro no hay nada. Yo mismo lo comprobé”, explica el ex arquero y médico de Independiente.
Hay datos alentadores. En los próximos días, llegará un desfibrilador al Card (Centro de Alto Rendimiento Deportivo). En el rugby local, el objetivo para 2016 de la Unión Santafesina es que todos los clubes tengan un desfibrilador en sus instalaciones. Y ya hay varias ligas amaterus en la ciudad y alrededores que —además de la ambulancia— adquirieron su propio desfibrilador. La frase es más vieja que el viento: “Nunca pasa nada... hasta que pasa”.
"Muchos se están fijando en cuestiones relativas a la infraestructura del club, las semillas para que crezca el pasto y en resultados deportivos, pero no reparan en la salud y en algo tan importante como un desfibrilador, clave para salvar vidas. Sobran matafuegos en todos los edificios, pero no hay desfibriladores, cuando hay muchos más casos de paros cardíacos que de muertes por incendio”. Mario Fitz Maurice, Jefe de Electrofisiología Cardíaca del Hospital Rivadavia de Buenos Aires
“Lo puede usar cualquiera” A lo que llamamos DEA (Desfibrilador Externo Automático), lo puede usar cualquier persona que no sea médico. Antes, sólo lo usaban los médicos. “Hace poco estaba con un masajista de un club profesional y él me decía: “Yo no me quiero meter si pasa algo así, porque si se llega a morir me como un juicio”. Hay que sacar ese miedo, no existe, no es así. Ante el caso de muerte súbita, la actuación de una persona que no sea médica no está penada por ninguna ley”, dice Peidro. “Cualquier persona con un conocimiento básico que se da en una charla de una hora, es muy sencillo. Es un círculo de vida, el equipo marca punto por punto lo que hay que hacer. Es muy alta la posibilidad de revivir una muerte súbita cardíaca por fibrilación ventricular. Se abre la tapa y “hay una persona adentro que va a empezar a hablar y decirle”. Todo se lo va diciendo. Es apretar un botón y nada más”.
Se avanzó mucho pero todavía estamos muy alejados de la prevención para la muerte súbita en el deporte argentino”, afirma Roberto Peidro, vicepresidente de la Fundación Cardiológica Argentina.