Jueves 15.9.2022
/Última actualización 20:09
La primera gran falta de palabra de la FIFA para con las selecciones en los mundiales se dio en el año 1938. Jules Rimet, presidente de la Federación intuía que se aproximaba una nueva guerra - Alemania había invadido Austria - y decidió que el mundial se disputara en Francia, su país. En Sudamérica generó enojo porque la promesa era hacer un torneo en cada continente.
Uruguay continuó con su boicot hacia los países europeos y no participó. Argentina, que se había postulado para ser sede, tampoco asistió ya que, sumado al enojo, quería que no haya eliminatorias clasificatorias, algo que FIFA no aprobó.
Sin embargo, y pese al contexto político mundial, la competencia se llevó a cabo en Francia. España y Austria, dos de los candidatos al título, no participaron. La primera se encontraba en guerra civil, la segunda había sido invadida por la Alemania Nazi y pasó a ser una ciudad de aquél país.
Entre los 15 países participantes, 11 eran europeos. Sólo Brasil representó a América del Sur, Cuba ocupó el cupo de Norteamérica y por primera vez jugó una selección asiática: las Indias Orientales Neerlandesas (actual Indonesia). Francia 1938, fue el primer mundial donde el anfitrión y el último campeón tenían el cupo asegurado.
Austria, el candidato que no fue
La selección austríaca era la participante que faltó en el torneo para completar el cupo de 16 equipos. Pese a ser una de las potencias futbolísticas de la época, el Wunderteam, cómo solía llamarse, no participó debido a la invasión de la Alemania Nazi al país meses antes del mundial. El hecho convirtió a Austria en una ciudad alemana. Su delantero, Matthias Sindelar, tal vez el mejor jugador del momento junto a Giuseppe Meazza, no jugó para Alemania, quedó afuera del mundial y meses después apareció muerto.
El “antecesor de Pelé” y el descanso en semis
Con Austria fuera de la competencia, se volvieron a repartir las cartas de candidatos. Alemania, tercero en 1934 sumó 9 austríacos y era la favorita. Italia debía demostrar que no había sido suerte lo del mundial anterior, Francia se hacía fuerte en su país, Checoslovaquia y Hungría aparecían como grandes selecciones pero Brasil llegó confiado a que era su campeonato, sobre todo por el poderío ofensivo que tenía con Leónidas, el “antecesor de Pelé”.
Comenzaron los octavos de final y Suiza dio la sorpresa eliminando a Alemania. Los demás equipos candidatos sufrieron pero pasaron. Brasil ganó 6 a 5 y comenzó a relucir la figura de Leonidas. Cuba sorprendió a todos y avanzó a cuartos de final.
Ya en cuartos, Suecia, que arrancó en esa instancia eliminó a los cubanos con un contundente 8 a 0. Italia, con vestimenta negra, símbolo del Fascismo venció a Francia en un partido muy politizado. Checoslovaquia y Brasil jugaron la llamada “Batalla de Burdeos”: tres expulsados, dos de los europeos fracturados y varios lesionados en el 1 a 1 que derivó en un partido desempate donde Brasil ganaría 2 a 1.
Leónidas globalizó la "chilena" tras marcar así en "La Batalla de Burdeos". Años más tarde aclaró no ser su inventor.Para la semifinal ante Italia, el último campeón, el técnico de la selección verdeamarela se sentía tan confiado que le dio descanso a su estrella Leónidas. “Lo reservo para la final”, había dicho Ademar Pimenta al ser consultado por su decisión. Brasil extrañó a Leónidas y cayó 2 a 1 ante Italia. Leónidas marcó dos goles más en el partido por el tercer y cuarto puesto y fue el goleador con 7 tantos.
Italia, el primer bicampeón
Tras vencer a Brasil en la final, Italia tenía una dura parada ante Hungría. Nuevamente, los campeones del mundial de 1934 alcanzaban la final y se veían ante la obligación de ganarla por amenazas que llegaban desde el régimen fascista que reinaba en el país. Pese a la adversidad que venía desde el público, Italia demostró que podía “ganar sin ayuda” cómo se creía que fue en el mundial anterior y venció a Hungría 4 a 2.
El presidente de Francia le entrega la Copa Jules Rimet al capitán y figura de Italia, Giuseppe Meazza.“Nunca me sentí más feliz después de un partido. Con los cuatro goles que me hicieron salvé la vida de 11 seres humanos”, dijo el portero húngaro Antal Szabó tras perder aquella final.
La pelota de los 84 goles
En Francia 1938, por primera vez se diseñó una pelota especial para la disputa de cada partido del torneo. Se denominó Allen, al igual que la empresa que los producía y se le colocó una válvula inflable que hizo que no sea necesario que la pelota se desarme entera para ser inflada. Con 18 partidos jugados, en el mundial se marcaron 84 goles, un promedio de 4,6 goles por partido donde Leónidas terminó como goleador.