(Enviado especial a Doha, Qatar)
A Argentina le urge la victoria para que desaparezcan los fantasmas que nos instalaron los árabes. ¿Scaloni patea el tablero y mete cinco cambios?. Quedó disgustado con la última práctica.
(Enviado especial a Doha, Qatar)
Hay que salir de este lío en el que nos metimos con la inesperada y sorpresiva derrota que nos propinaron los árabes. Un batacazo, como se dice en la jerga futbolera. Y la única manera, es ganando. Pero para ello, hay que cambiar la imagen del otro día. Y el primero en pensarlo así fue el propio entrenador, que haría ¡cinco cambios! para jugar ante México. Una cifra alta, que rompe con todos los pronósticos y que denota no sólo el disconformismo del entrenador, sino también la incertidumbre en la que entró. Tan inesperadamente como la derrota del otro día, porque el andar de la selección fue, en los últimos tres años y medio, fue tan tranquilo como cómo y despojado de críticas y crisis.
Scaloni llegó impoluto a este Mundial. Si había alguna objeción fue antes, en su elección, cuando otros entrenadores le decían que sí a un presidente de la Afa –Tapia- que necesitaba señales claras para hacerse fuerte. Se plegó a Messi y la Copa América alzada el año pasado, ganándole a Brasil en el Maracaná, fue el bálsamo, casi la gracia que el destino le concedió a todos: a Tapia, a Messi, a Scaloni y al fútbol argentino huérfano de títulos desde 1993.
Estos muchachos se acostumbraron, desde hace 3 años y medio, a juntarse 36 veces (la cantidad de partidos invictos) para ganar o empatar, nunca para perder. Nunca para dejar dudas. Nunca para darle un centímetro de ventaja ni posibilidades a los agoreros, críticos o detractores –llámese cómo guste o quiera- de turno. Como decíamos, el andar fue llano, cierto, sin obstáculos, a velocidad crucero, un “vuelo sin turbulencias” que alejó la posibilidad de la crítica y la desconfianza. Pero lo que pasó el martes nos puso los pies sobre la tierra. Y a Scaloni, más que a nadie.
Cinco cambios dan la muestra evidente de su disconformidad. El de Acuña por Tagliafico está cantado; Acuña es más directo, más ofensivo y hasta da la impresión de disponer de una mayor fortaleza física. Todo eso se necesita esta tarde. Luego, Montiel por Molina y Lisandro Martínez por el Cuti Romero responden a la necesidad de encontrar una mejor respuesta de los que entran sobre los que salen. Y en el caso de Romero, una evidente disminución desde lo físico que se advirtió en el partido ante los árabes y por su sector vinieron los dos goles.
También habrá dos cambios en el medio. Paredes iba a ser titular, pero no gustó su rendimiento en los entrenamientos (tampoco en el partido) y allí estará Guido Rodríguez. Además, Scaloni confiará en Alexis MacAllister, quien iba a ser titular frente a los árabes y al final se decidió por el Papu Gómez. Con los volantes del Betis y del Brighton, el equipo tendrá un poco más de equilibrio. Y quizás también haya un cambio de esquema, con Di María arrancando por derecha, De Paul y Guido Rodríguez por adentro y MacAllister por izquierda, quizás un poco más adentro para permitir la subida de Acuña. Y arriba, la dupla Messi-Lautaro Martínez permanecerá inamovible.
Dibu Martínez; Montiel, Otamendi, Lisandro Martínez y Acuña; Di María, De Paul, Guido Rodríguez y Alexis MacAllister; Messi-Lautaro Martínez serían, entonces, los once nombres en los que los 44 millones de argentinos confiamos, deseando que Messi la “rompa” y que el golpe de timón de Scaloni surta efecto, el equipo aparezca, juguemos bien y hagamos lo que tenemos que hacer: ganarle a los mexicanos del Tata Martino, en la inmensidad de un Lusail que estará repleto de expectativas y nervios.