(Enviado Especial a Doha, Qatar)
El Litoral lo conoció en Brasil-Suiza. Seguramente, estará copado por argentinos. Por dentro, parece el de Rosario Central. Por fuera, original pero no por ello bonito.
(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Está dotado de una belleza natural que nadie discute. Ubicado en el paseo marítimo, emergen cerca suyo los edificios de West Bay con sus colores y sus majestuosidades, casi como dándole un marco ideal para que claramente se destaque por encima del resto. Cosa que no ocurre. Porque en un Mundial de estadios fantásticos, casi hechos a nuevo, armoniosos, modernos, impecables y lujosos, el “974” aparece desacomodado del resto.
Se llama “974” porque está hecho con esa cantidad de contenedores. Está pensado como homenaje a esa zona marítima, también como impacto ambiental para evitar el uso desmedido de los materiales convencionales y, por último, para que sea fácilmente desmontable en el día de mañana.
Terminado de construir el año pasado, el “974” tiene una mezcla rara (a quién esto escribe no le termina de agradar) de construcción de cemento y esos contenedores de colores que se destacan por la rareza o creatividad, pero no precisamente por el lujo o la admiración.
El Litoral conoció el estadio en la cobertura del partido Brasil-Suiza. Por las escaleras, el traslado se hace adentro de los contenedores buscando la salida. Adentro mismo, son pocos los que se observan. Allí, una vez ubicado en el lugar de referencia, la imagen del estadio es normal. No tiene los desniveles de altura en las tribunas de otros estadios, lo cuál lo pone en un nivel demasiado convencional y hasta antiguo (no por eso deja de ser bonito por dentro) en comparación con el resto.
Kalifa sorprende por esa torre de más de 300 metros que es observable desde cualquier parte de la ciudad, Luseil es una joya en todo sentido (la parte de afuera, con forma de barco, parece un gran canasto de mimbre color oro), pero”974” se aparta de esos detalles que convierten, en cuanto a la infraestructura, en algo perfecto a este Mundial, más allá de los más de 6.000 operarios que fallecieron en la construcción de los estadios y que el mundo entero repudió en su momento y aún se lamenta.