(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Miles de argentinos se congregaron en la tradicional esquina de Souq Wakif y dieron rienda suelta a la gran esperanza que tienen por la final de este domingo ante Francia.
(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Mujeres y hombres, niños y adultos, nadie faltó a la cita. Fue el séptimo porque siete fueron los partidos que jugó la selección. El lugar elegido fue el de siempre. La hora y el día también. El bullicio y la alegría fue creciendo. Y este sábado hizo eclosión. “Ponga huevo, huevo, Argentina; ponga huevo, huevo sin cesar, que el domingo cueste lo que cueste… el domingo tenemos que ganar”, fue ese grito sostenido por la ilusión de todos los que viajaron a esta ciudad, algunos desde el primer día y otros sumándose a medida que fue transcurriendo el Mundial.
El otro tema urticante fue el de las entradas. Muchos argentinos pugnan por una y se les está haciendo muy complicado. Y como si esto fuera poco, la reventa apunta a valores exorbitantes, casi diríamos obscenos. Una mujer nos contaba, en pleno banderazo, que logró comprar a 2.500 dólares (pagó 900 por la de semifinal ante Croacia) y el que se la vendió “fue un muchacho de la Fifa”.
Seguramente, este domingo habrá muchos que irán al estadio para ver si pueden conseguir el ansiado tesoro de un ticket para un partido único, irrepetible y que ha generado una expectativa fabulosa en todo el pueblo argentino.
A todo esto, la concurrencia record que hubo en el banderazo presagia lo mismo en Lusail a la hora del partido. En la inmensidad de ese estadio, el grito argentino será el apoyo necesario para esta selección de Scaloni que buscará quedar en la historia.