Por César Ernesto Román
En la definición del tradicional Campeonato Argentino Abierto de Polo de Palermo, La Natividad terminó con la hegemonía de La Dolfina, al vencerlo por 15 a 13. Una fiesta única para el deporte donde nuestro país tiene un muy amplio dominio mundial.
Por César Ernesto Román
Impensado por lo raro, dos generaciones con más de veinte años de diferencia y estrechamente unidos por lazos familiares, llegaron a esta finalísima del Campeonato Argentino Abierto de Polo disputado en la Catedral del Polo, Palermo.
Excepcional. Lo vivido esa tarde del sábado 11 de diciembre pasado marcará un antes y un después en nuestro polo nacional y por qué no mundial. Los dos mejores equipos del momento, La Dolfina, con su as de espada Adolfito Cambiaso, y La Natividad, con la insuperable actuación de sus sobrinos Bartolomé y Camilo Castagnola, de 18 y 20 años.
El partido se definió con la victoria de La Natividad sobre La Dolfina por 15 a 13.
El polo es una disciplina deportiva que se puede practicar durante casi toda la vida. La genética parecería que juega un papel preponderante en este caso, que unido a un excelente estado físico, permite a quien lo practique la posibilidad concreta de hacerlo sin ningún tipo de limitaciones.
Los equipos están constituidos por cuatro jugadores por bando, dos delanteros, un jugador de mediocampo y un defensor o back. Es un axioma casi indestructible el saber que las funciones que deberían cumplir sus integrantes son: número 1, el más rápido; número 2, el más activo; número 3, el más diestro y número 4, el más seguro.
La duración de los partidos son de 8 tiempos, denominados chukkers, de 7 minutos cada uno por uno de descanso, tiempo suficiente que permite al jugador el cambio de su cabalgadura.
La final
Ahora sí, yendo al partido que definió el Campeonato Argentino, fue el equipo de los hermanos Castagnola el que tuvo la primacía en todas y cada una de las acciones que definieron el encuentro. Puede decirse que la juventud prevaleció sobre la experiencia del equipo comandado por el mejor jugador de polo del mundo, Adolfo Cambiaso, que no pudo controlar el ímpetu arrollador que impuso al partido La Natividad.
Fue un partido de ida y vuelta que conformó plenamente a las 18.000 personas que ofrecieron un marco espectacular a la tarde palermitana y que colmaron el predio.
Fue un espectáculo excelente; sin infracciones, gritos ni estridencias, lo que habla bien a las claras lo que significa la esencia y caballerosidad de este deporte, orgullo nacional para el mundo entero.
La progresión de los goles en la duración total del partido muestra lo que fue la paridad de este encuentro: La Natividad: 3-1, 4-4, 6-4, 9-5, 10-6, 11-7, 13-9 y 15-13. ¿Sorpresa o... lección de juego y/o efectividad puesta al servicio de La Natividad? Ambas cosas.
Excepcional para ambos equipos el estado de la caballada. Hago notar que este factor, el caballo, es uno de los principalísimos condimentos para el buen funcionamiento de los equipos, condición fundamental que se traduce en tranquilidad del jugador al poder lograr con el buen manejo de ellos efectuar combinaciones entre sus compañeros de equipo y lograr de esta manera una mayor efectividad en todas y cada una de las acciones.
Formaciones
La Dolfina: Alejandro Muzzio 8, Francisco Elizalde 9, David Stirling 10 y Adolfo Cambiaso 10. Total: 37 goles.
La Natividad: Camilo Castagnola 9, Pablo Pieres 9, Bartolomé Castagnola 9 e Ignacio Du Plessis 9. Total: 36 goles.