"Habiendo tantos rivales y tantas otras canchas...", pudo haber pensado algún hincha de Colón cuando escuchó y vio el sorteo de la actual Copa Libertadores de América que está disputando el equipo de Julio César Falcioni. Es que el bombo y los copones lo cruzaron al Sabalero de Santa Fe con Cerro Porteño de Paraguay, por lo que automáticamente marcó que había que volver a La Nueva Olla del Barrio Obrero, la llamada "capital del sentimiento". Ese "volver" se dará acá, con El Litoral como firme testigo de una historia que parece encaprichada en jugar a las casualidades.
Colón, ahora ya estrellado y campeón argento, fue capaz de transformar en 116 años dolorosas caídas deportivas en historias de amor popular de una manera muy pocas veces vista. Como si lo que pasaba adentro de la cancha era eclipsado por lo que ocurría con varias miles de gargantas que seguían cantando hasta morir. De pie, obvio.
Lo del Chateau Carreras (ahora llamado Kempes) contra Banfield y lo de La Olla contra Independiente del Valle fueron top. Al podio, sin dudas, lo de Rosario Central el día del descenso contra Rafaela. El amor después del dolor. Y volver a empezar. Un sentimiento que se dobla, muchas veces por las adversidades, pero nunca se quiebra.
Si es por el número (40.000), por el momento deportivo (final de una copa continental; en este caso la Sudamericana), por el impacto mediático (televisado a más de 150 países) y por la repercusión posterior (el tema "Soy Sabalero" de Los Palmeras viralizado en millones de celulares), lo de La Olla fue, es y será inolvidable, incomparable. Estaba a punto de agregar "inigualable"...pasa que con Colón nunca se sabe.
Todo éso que pasó se explica y se encierra en la frase del propio presidente de la Conmebol, en una inédita entrevista exclusiva (gracias al querido Nery Alberto Pumpido) de Alejandro Domínguez hace un puñado de días a El Litoral en esta misma ciudad, justo enfrente donde descansará el sueño copero 2022: "Esa final con Los Palmeras y Colón impactó en el mundo entero".
En el abanico de sentimientos que fabrica, mantiene y despierta Colón siempre hay lugar para todos. Por ejemplo, ni bien terminado el sorteo, un amigo sabalero me escribió: "A esa cancha no vuelvo nunca más. Ni pienso ir a La Olla; a cualquier lado menos ahí".
Puede que para algunos, muchos o pocos, este escenario donde Colón vuelve el martes, ahora para jugar contra el dueño de casa Cerro Porteño por la Copa Libertadores, sea algo así como un amor hermoso no correspondido. Un cuento de hadas, rosas y princesas con final de lluvia y tormenta.
Yo pienso, desde un frío pupitre de prensa, con una credencial colgada y un simple teclado prestado, que La Olla fue la mejor foto de lo que es Colón de Santa Fe. "No pongas la ciudad, a nosotros todos nos conocen", avisa al mismo tiempo quien lee ésto en tiempo más que real.
Si bajan los marcianos, así como un día llegó el maldito Covid o esta guerra absurda, y preguntan: "¿qué es el fútbol?...¿qué es Colón?". No hay que hablar ni gastar palabras para responder: hay que mostrarle la foto del drone de Fernando Nicola, exclusiva de El Litoral, con las 40.000 cabecitas mojadas en La Olla.
El tiempo siempre lleva hacia allá: hace varios años era lo mismo, pero con una cámara blanco y negro que necesitó tiempo para volver a Santa Fe, revelar y publicar. Ese genio se llamó Alejandro Villar. Y el título de la nota de El Litoral fue: "Nadie dejará de ser hincha de Colón".
La Olla fue ese amor imposible, el que te rompe el corazón, el que nunca se olvida. En el momento, duele un montón...de verdad...hasta las lágrimas. Parece, por el impacto, el final de todo. Con el tiempo, si bien no se borra, uno lo va viendo distinto. Y ahí es, como siempre con Colón, volver a empezar. Nunca termina el juego. Siempre habrá un día nuevo bajo el sol.
Y si después de la tormenta siempre llega la calma, todo se acomodó en tiempo y forma el 4 de junio pandémico en el Bicentenario de San Juan. A esta altura no hace falta explicar porqué.
Colón, un par de almanaques y una estrella después, vuelve a La Olla. Esta vez no habrá final única, ni 40.000 ni Palmeras. Los 40.000, este martes, serán de Cerro. En ese pulmoncito, 2.000 de Colón.
"Tantas veces me mataron...Tantas veces me morí...Sin embargo, estoy aquí...Resucitando", lo explica María Elena. "Gracias doy a la desgracia...Y a la mano con puñal...Porque me mató tan mal...Y seguí cantando", agrega.
Colón vuelve a La Olla. Coló vuelve al lugar donde le mostró al mundo lo mejor del amor. Si duele la cumbia, que suene un tango con nostalgia. Olla que me hiciste mal...y sin embargo te quiero...