Enrique Cruz (h)
Soñaba con jugar en Independiente y en la selección. A los 15 años se fue de Progreso, desafiando al desarraigo y decidido a hacerse un nombre. Todo le costó el doble. Ahora, su nombre se convirtió en leyenda.
Enrique Cruz (h)
Era un niño cuando se fue de Progreso. Tenía 15 años y un sueño. “Chiche” Di Meola reclutaba jugadores para el proyecto Crecer. Se había obnubilado con ese flaco que metía goles en su pueblo, jugando ante chicos más grandes que él. “Yo quería jugar a la pelota y no pensaba en otra cosa que jugar a la pelota”, contó Emiliano en aquella entrevista del 3 de setiembre del año pasado en El Litoral. Estudiaba y jugaba en una liga regional. Julio Di Meola —fallecido hace poco tiempo y ex jugador de Unión en la década del 70— reclutaba jugadores y tenía contactos con el Burdeos. Lo eligieron cuando tenía 16 años y se fue a Francia. Fue a una adaptación y volvió. Tuvo una prueba en Unión, cuando Kudelka era el entrenador y Nicolás Frutos el coordinador. “A ellos les gustó mi actuación, me lo dijeron, pero no sé bien qué pasó que al final no quedé. Tenía 20 años en ese momento”, contó. Volvió a ir al Burdeos, pero ya para radicarse definitivamente en Francia. Primero lo mandaron a un equipo de tercera categoría y fue goleador. Volvió y lo mandaron a otro de segunda categoría y también salió goleador. Regresó y lo mandaron a un club de Primera, el Caen, que necesitaba salvarse del descenso: hizo 5 goles en 11 partidos y lograron el propósito. Allí apareció el Nantes con un contrato de 5 años. Transitaba el cuarto, tenía una oferta de renovación y vino la posibilidad de ir a jugar a la Premier League. El Cardiff ofreció la friolera de 18 millones de euros. Nunca pudo debutar.
El niño se hizo grande de golpe y a los golpes. “¿Por qué será que todo me cuesta el doble y por qué será que tengo que dar examen todos los días?”, dijo alguna vez. Y tenía razón. ¡Cuanta razón! Su nombre empezó a mezclarse en la tierra de los campeones del mundo detrás de las luces de Neymar, Mbappé y esa constelación de estrellas del París Saint Germain. A los 28 años se le presentaba esa ocasión tan ambicionada. Detrás dejaba una larga historia de más de diez años haciéndose grande de golpe y a los golpes en Europa, lejos de su familia, de sus amigos y del afecto pueblerino de su Progreso querido.
Quería jugar en Independiente, club del que era hincha. “No me preguntes por Unión o Colón, porque no quiero quedar mal con mis amigos”, me dijo en aquella entrevista, cuando Argentina toda se preguntaba quién es Sala (y algunos ni siquiera eso). Y hasta se animaba a ambicionar con ser visto alguna vez para jugar en la selección. “¿La selección?... Y, soñar no cuesta nada”, dijo y fue el título de aquella nota. ¿Cómo no creerle a este pibe que de la nada había llegado a casi todo, solito, sacrificándose, entrenando mientras los chicos de su edad, sus amigos, planificaban la salida al baile de la noche?. La vida no le dio tiempo.
“Emiliano proviene de una familia humilde de Progreso, la peleó desde muy chico y cuando comenzó a ganar algo de dinero en el fútbol, a lo largo de estos ocho años que lleva en Europa, lo primero que hizo fue construir una casa hermosa. La peleó solo, desde chiquito, se aferró a sus convicciones y es un ejemplo para los chicos que sueñan con llegar a ser alguien. el éxito de Emiliano es el mejor de los ejemplos. Y él, como nadie, puede atestiguar aquello de que los éxitos no vienen solos, sino que hay que ir a buscarlos. Emiliano fue a buscar su propio éxito y hoy es un triunfador, como jugador y en la vida”, me decía Miguel Meynet, un hombre de los tantos, en Progreso, que seguía cada paso de Emiliano, valorando lo que hacía y conseguía, y haciendo lo suyo para que su nombre trascendiera.
“Mi amigo, mi hermano. Donde sea que estés, descansa en paz. Fue todo muy rápido, no sé si vamos a encontrar respuestas, pero siempre vas a estar en lo más profundo de nuestros corazones. Dios tiene un 9 en su equipo, un guerrero con corazón de oro”, escribió Martín Molteni, uno de sus dilectos amigos. “El goleador seguirá goleando porque su vida ha sido el mejor gol a la muerte”, fue el adiós de Rubén Rossi, mensajes que replicarán en el corazón de cada uno de quiénes lo conocieron, buscando explicar, con palabras, lo que paradójicamente resulta inexplicable.
Alguna vez, Winston Churchill escribió: “La cometa se eleva más alto en contra del viento, no a su favor”. Esa fue la mejor frase que había encontrado para iniciar aquella entrevista y para definir su vida hasta ese momento, que era de gloria, de alegría, de expectativa y de ilusiones. Hoy es difícil hacerlo. Ya Emiliano Sala no podrá jugar en Independiente, tampoco en la selección. Pero Emiliano Sala jugará en el corazón de su gente, en el de todos. Hará goles todos los días, ensayará gambetas, remates al arco y cabezazos, sus gritos se replicarán en cada rincón de esas calles tranquilas de Progreso. Emiliano Sala no murió. Es leyenda. Revivirá en cada chiquilín que quiera conquistar el mundo con un bolsito lleno de ilusiones. Su historia, sus logros, su valentía para encarar a los defensores y para hacerle frente a las angustias de la vida, se encarnará en cada pibito que quiera tocar el cielo con las manos... Y ahí estará Emiliano.
“Vamos a comenzar el duelo...”
“Vamos a poder comenzar el duelo de nuestro hijo y hermano”, señaló este viernes a la agencia AFP, la familia del futbolista argentino Emiliano Sala, cuyo cadáver fue hallado el jueves entre los restos del avión que se estrelló en el Canal de la Mancha el 21 de enero.
“Queríamos agradecerles todas sus muestras de afecto y de apoyo, en lo que es el momento más doloroso de nuestra vida. Ver que el mundo entero se moviliza para acompañarnos en nuestra búsqueda fue de una ayuda infinitamente valiosa, y es también gracias a ustedes que hoy vamos a poder empezar el duelo de nuestro hijo y hermano”, escribió la familia en su comunicado.
“En este viernes por la mañana, nuestros pensamientos van hacia (el piloto) David Ibbotson y su familia, esperando que las autoridades hagan todo lo posible para encontrarlo. Les pedimos que respeten nuestro duelo en estos momentos difíciles y tengan a Emi en sus oraciones y pensamientos”, agregan los allegados del exgoleador del Nantes.