Miércoles 7.10.2020
/Última actualización 18:59
Con cinco horas de diferencia y en el día más importante del tenis argentino en los últimos años, El Litoral descubre en San Diego, en la costa del Pacífico de California, a quien no le pesa para nada el título de "pionera" del tenis argentino. Su nombre, el de la santafesina Raquel Giscafré, es la "Biblia" para la pluma de Luis Vinker o para el relato de "Salata". Para llegar a Raquel, decidí "pelotearla" y llevarla a la red con dos de sus hermanas: por un lado, la querida Belén, vinculada a los medios de comunicaicón desde siempre, en su faz comercial; por el otro, la conocida Nelly, a quien ya pude entrevistar para el diario como psicóloga deportiva con éxito compronado en el proceso histórico de "Las Leonas".
Me apasiona la entrevista. Del otro lado, Raquel junto a su compañera Linda Bounds, nativa de San Diego y custodiada por tres mascotas, de las cuales aclarará "Juan es caniche argentino" y dos adoptados como Lili y Encorveti. Más de una vez más dirá "mi querido Diario El Litoral", romance que nunca se cortó a pesar del exilio allá por 1981.
- Te pido que cierres los ojos y respires...pasaron muchos años desde que te fuiste. ¿Qué aroma te recuerda a Santa Fe, la ciudad de Garay?
-Los jazmines en la casa de mi abuela, en calle San Martín. Empecé a jugar al tenis a los 8 años, papá empezó a jugar -él nunca fue un buen jugador-, pero, íbamos en familia al club de tenis, al Lawn Tennis, con mis padres y mis hermanas, Nelly y Silvia; Belén todavía no había nacido. Ahí empecé a jugar al tenis.
-Luego de hacer historia, la rosarina Nadia Podoroska se emocionó al hablar de sus primeros entrenadores. ¿Quiénes fueron tus faros...cerca del faro, ahí en la Costanera?
-Primero inicié Eros Bussi, mi profesor; luego con Helmud Rode, que lo importamos de Buenos Aires a Santa Fe. Él también enseñó a jugar a muchos de los chicos y chicas en el club de tenis, incluído a Fernando Dalla Fontana. Los recuerdos que tengo de mi infancia en Santa Fe son muy lindos, tuve una infancia llena de aventuras, yendo a la isla, con papá a pescar, aprendimos a recorrer los espineles y a explorar en la isla. Nos encantaba salir con amigas, íbamos al Baviera de Santiago del Estero y al de la Costanera; a Los Dos Chinos a tomar café, y la típica vuelta al perro en calle San Martín. Tuve un muy lindo grupo de amigos.
Gentileza Raquel GiscafréFoto: Gentileza Raquel Giscafré
-¿En esos inicios de Raquel Giscafré sólo había lugar para el tenis?
-En el club aprendí a nadar, desde chica, con un campeón santafesino en el waterpolo que era de apellido Álvarez, creo que "Luli". Empecé a competir en natación pero no me fue muy bien porque las otras nadadoras eran muy grandotas...siempre salía última. Me llevaba mamá al club Gimnasia y Esgrima y ahí competíamos.
-Hasta que aparece la raqueta, imagino...
-Empecé a jugar al tenis con los chicos, con la familia Gayá, Dalla Fontana, los Vigo. Jugábamos todos juntos. Y los chicos eran un amor, muy buenos pibes, y me dejaban jugar al fútbol con ellos. Yo era la única mujer, íbamos a jugar a la playa, debajo del club de tenis. Hacíamos unos partiditos de fútbol. Y después íbamos y jugábamos al tenis. Todo el día, todos los fines de semana, en las vacaciones, íbamos con mamá... En esa época era ir hasta la estación de tren, en calle Boulevard: tomábamos el tren, que nos dejaba en la 1era estación, donde está el club de tenis, aunque no me acuerdo bien el nombre de la calle. Y, era toda una felicidad, porque pasábamos todo el día en el club, jugando.
-Quiero agradecerte en este día histórico para el tenis argentino que atiendas a El Litoral
-Es que desde que ganó Nadia no paró de sonar el teléfono. Mira, te cuento, hablando del diario El Litoral, había un periodista, de apellido Vivas, Conrado Vivas, que me apoyó muchísimo. Tenía un hijo, Rodolfito, que también jugaba tenis. En fin, tantos recuerdos, también con los Vittori fui amiga, he jugado tenis con ellos. Con Gustavo Vittori he ido a sus fiestas de cumpleaños, tuve una infancia muy linda en Santa Fe, así que mis recuerdos son los mejores. Recuerdos de primas y primos; abuelos; una familia muy unida. Mis abuelos maternos vivían en calle San Martín, y los paternos, en calle Rivadavia y Buenos Aires. Nos llevaban al campo. En fin, una infancia soñada.
-¿A qué edad empieza a "picar" el bichito del tenis?
-A los doce, once ó doce, empecé a viajar, a jugar torneos, de categorías menores y juveniles; viajaba mucho a Buenos Aires. Me iba los viernes a la noche, y volvía los lunes a la mañana, para ir al Colegio. Y, así, pasé varios años. A los 15 años, fui a Europa por primera vez, a jugar el Abierto de Francia y Wimbledon, en juveniles.
-En Francia, llegué a la semifinal, y en Wimbledon, llegué a la final. Eso fue en el año 1965, hace mucho. Ah, me olvidaba de algo: también estaba el río en Santa Fe, algo soñado. Ahí hacíamos esquí acuático, andábamos en lancha, en fin, lo pasamos muy, muy bien.
-¿Cómo era esa Santa Fe para Raquel Giscafré? Lugares, bares, paradas obligadas...
-Uff, las heladerías favoritas...¡Colussi era mi heladería favorita!. Yo creo que estaba en calle Mendoza. Después, había una cervecería, hace años...muchos años, que era la Cervecería Schneider, cerca del Jockey Club. Ahí concurríamos a comer con mi familia.
-¿Cuál era "la foto" de esa postal familiar de los Giscafré que hoy parece "rara" si se la contás a las nuevas generaciones?
-Nosotros éramos chicos y tomábamos un liso chiquitito, que se llamaba "cívico".
ANALISIS / AQUEL ROLAND GARROS DEL '74
(*) Columnista de tenis en Diario Clarín
En los albores del profesionalismo en el tenis, del cual Giscafré fue una gran precursora, como en muchos otros terrenos: sobre todo, su lucha por los derechos femeninos en el deporte. Oriunda de Santa Fe y formada técnicamente en las canchas del Lawn Tennis de esa ciudad, Giscafré creció admirando a la gran generación de los 60: la propia Baylon y, a nivel mundial, Margaret Court, la brasileña María Esther Bueno o Billie Jean King, por ejemplo, tenistas con las cuales llegó a competir poco después.
Con apenas 16 años, Giscafré fue semifinalista de Wimbledon y perdió… también con Morozova. El caso de esta –al igual que el de Alex Metreveli entre los hombres- era curioso: en la época de la URSS a sus jugadores no se les permitía cobrar abiertamente ni llevar una vida “profesional” al estilo occidental. Pero tanto Metreveli como Morozova, quienes además formaron un gran equipo de dobles mixtos, recibieron las autorizaciones para competir en los nuevos circuitos del tenis profesional.
Giscafré fue batida por Morozova en aquella semifinal de Roland Garros 74 por 6-3 y 6-2. En la “Historia del Tenis Argentino” (Puppo-Andersen), Giscafré recordó: “La rusa fue mi Némesis porque ya me había ganado aquella final de Wimbledon en juveniles y la encontré justo otra vez en una instancia tan importante. Llegué muy cansada a ese partido, había tenido cuartos muy duros contra la alemana Ebbinghaus en tres sets larguísimos. Y Io venía jugando perfecto, sentía que podía hacer un gran torneo y que la final no estaba tan lejos. Era una gran oportunidad pero realmente no tenía más fuerzas y Morozova me ganó en dos sets”. La soviética, a su vez, fue superada en el partido decisivo por la nueva reina del tenis femenino, la estadounidense Chris Evert.
Al año siguiente, Giscafré se aproximó al top ten, logró sus primeros títulos, inclusive una resonante victoria sobre Martina Navratilova en Sarasota y la clasificación al Masters. Pero también surgieron sus nuevas inquietudes, la pelea por los premios y por la igualdad. Fue la primera en organizar torneos profesionales en nuestro medio. Admirada por su juego y por su lucha, muy querida en todo el ambiente del tenis por sus cualidades humanas, se radicó luego en San Diego donde quedó al frente de uno de los más prestigiosos torneos del circuito WTA.