(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Se dio, además, la levantada de algunas individualidades, caso Rodrigo De Paul, que volvió a ser el jugador con presencia de otros tiempos.
(Enviado Especial a Doha, Qatar)
¡Qué segundo tiempo de Argentina! Todo bien hizo el equipo. Y hasta el resultado le terminó quedando chico por esa amplia superioridad que ejerció sobre un rival totalmente sometido, apabullado, paralizado por el toqueteo descomunal (24 o 25 toques en el gol de Julián Álvarez) y una selección que tuvo rendimientos en levantada.
Mac Allister (7) fue uno de los mejores y quizás hasta le dé para estar bien arriba en el podio. Se paró como volante interno volcado por izquierda, bien en lo posicional, recuperando y jugando. En el gol, metió la diagonal sabiendo que se venía el centro atrás de Molina y definió con un remate cruzado que por fin venció la resistencia del muy buen arquero polaco.
Otro que respondió a la confianza del entrenador y está haciendo un buen Mundial es Enzo Fernández (7). Si falló una o dos veces en los pases, es mucho. Siempre bien ubicado, recuperó mucho, se fue soltando a medida que pasaron los minutos y se convirtió en otra de las figuras.
Julián Alvarez (7) también respondió a la confianza otorgada por el entrenador. Le tocó aparecer en un partido en el que no cabía otra que ganar y él, como delantero, debía estar a la altura. Y lo estuvo. En el gol definió de manera brillante, clavando la pelota con potencia, arriba, lejos del alcance del arquero.
En este mismo grupo de figuras hay que agregar a Rodrigo De Paul (7). Viene de menor a mayor en este torneo, arrancó con inseguridades y debilidades, pero de a poco se fue encontrando con su fútbol y, sobre todo, con su entrega. Está en el podio de los mejores.
Messi (6) levantó mucho en el segundo tiempo, le dio claridad al juego, se animó al desequilibrio y si no tiene una nota mayor, es porque el arquero polaco le atajó el penal. Lo bueno es que el equipo no tuvo una dependencia de él. Pero él igual respondió.
Martínez (5) fue un espectador más y no tuvo riesgos durante los 90 minutos. En el fondo, buen partido de Molina (6), que fue clave en el primer gol apareciendo por afuera para encontrarse con Di María y meterle el pase atrás a MacAllister. Romero (6) fue otro que respondió con acierto a la confianza del técnico, que le devolvió la titularidad aceptando que era mejor su presencia y su vigor, en la marca de Lewandoski, que la de Lisandro Martínez, que lo suplantó bien ante los mexicanos. Otamendi (6) también cumplió un trabajo sobrio y seguro, mientras que Acuña (5) no tuvo suficiente confianza y explosión para aprovechar su sector en las proyecciones.
Di María (6) se animó a encarar pero se repitió, cuando se volcó por derecha, a enganchar hacia adentro sin terminar bien las jugadas. Luego, Scaloni modificó el planteo cuando puso a Paredes (6) en el medio para que se pare como doble cinco junto a Enzo Fernández y le dio altura al equipo con la entrada de Pezella (6), que trató de anticipar siempre al corpulento y peligroso delantero polaco.
Tagliafico entró sobre el final y estuvo muy cerca de convertir el tercero de Argentina, cuando quedó mano a mano con el arquero rival. Los ingresos de Lautaro Martínez y Almada fueron para darle alivio a algunos jugadores que ya habían dado todo y que debían cuidar, teniendo en cuenta la cercanía del partido de octavos, el sábado ante Australia.