(Enviado Especial a Qatar)
(Enviado Especial a Qatar)
Cada ida al supermercado es un curso acelerado de matemática. Creo que nunca en mi vida he dividido tantas veces por 3,5 (para saber el precio en dólares). Leo Gabes, el excelente relator nacido en Corrientes y con una destacada carrera en Buenos Aires (recibió el Martín Fierro), y que también nos acompaña en este viaje, tiene una teoría que no es para nada disparatada. El dice que al valor en la moneda qatarí, hay que ponerle dos ceros. O sea, algo que sale 20 qataríes, son 2.000 pesos nuestros. En realidad no es tan así, porque el real qatarí vale 85 pesos argentinos, pero con la inflación que hay, en cualquier momento llegará a los 100. Y lo superará.
Pues bien, el tema es cuando uno cree que está comprando exactamente lo que quiere o lo imagina. Ejemplo: la leche. Confieso que el frasco parecía leche, tenía toda la pinta de serlo, pero eso era el “continente” (o sea, el envoltorio). Lo de adentro, el “contenido”, no era leche. Era yogurt.
Moraleja: la confusión lleva al error. Cuando quisimos preparar un café con leche, notamos cierto espesor que no es habitual en la leche… Pero sí en el yogurt… ¿Y qué era?, ¡yogurt!. Entonces, había que optar: o tomaba un café con yogurt o recalculaba y esperaba el momento que al que le toque ir al supermercado para el desayuno (tenemos una lista que se cumple religiosamente), acierte y traiga leche.