Lunes 20.9.2021
/Última actualización 18:31
Dice que está, supuestamente, "de vacaciones". Pero con el sol del sábado fue irresistible para Rubén Rézola el lago, a pesar de la bajante: 50 minutos a pura pala. Luego de la increíble experiencia en Tokio ("todos los días a las 6.30 me despertaba y había que testearse"), el santafesino que ya había representado en las citas olímpicas de Londres y Río de Janeiro, recibió un merecido reconocimiento en su casa, en el club Náutico El Quillá.
Muy emocionado, de cara a muchos padres, dirigentes y fundamentalmente deportistas que sueñan con "llegar", no pudo "El Tiburoncito de El Quillá" (apodo de una entrevista anterior de El Litoral) contener las lágrimas. "Me voy a largar a llorar", dijo. Y se quebró como un niño delante de esos niños que se pusieron todos de pie para aplaudirlo.
El hombre, que llegó a las semifinales de su especialidad en Tokio, recibió el reconocimiento de manos del presidente Enrique Serrao, acompañado por el Capitán General de la institución; Miguel Minella; "Cachito" Roteta como director deportivo del club; Diego Silva, como responsable y presidente de la subcomisión de canotaje.
"Conozco la historia de Rubén desde hace mucho tiempo en este club...sos sin dudas un motivo de orgullo para El Quillá", le dijo el presidente Enrique Serrao.
Gentileza Dante Pierpauli /En el ÁreaFoto: Gentileza Dante Pierpauli /En el Área
A la hora del tributo a Rézola, Serrao repitió una anécdota increíble que había contado en un mano a mano con El Litoral y el programa "En el Área" en los momentos previos.
"Fíjense lo que son las historias, Rubén ha sido siempre un petardo, muy difícil de controlar, entonces siempre en las reuniones de comisión directiva había alguien que lo quería echar. Y vino un directivo, que desgraciadamente falleció hace un tiempo, y directamente prohibió la entrada al club. Entonces pasó el tiempo, Rubén comenzó a tener estas destacadas actuaciones, y los demás dirigentes le decían a ese dirigente: ¡Elegiste justo al tipo para no dejarlo entrar!...", explicó el presidente.
A su turno, Rubén Rézola, avisó lo que podía pasar: "No tengo más palabras para decir...porque en cualquier momento me largo a llorar...". Y se quebró en lágrimas. "Hace bien llorar", le decía el presidente Enrique Serrao, mientras todo los presentes (deportistas, padres, dirigentes, periodistas) terminaron de pie aplaudiendo sin parar.
"Es que ver esta plaqueta, que nunca me imaginé en mi vida, es algo que no creía que iba a recibir. Es cierto...de chico siempre fui un petardo, siempre fui tenaz; éso sumado a mi convicción y la gente que me ha tocado estar al lado mío fue lo que llevaron a querer al club. Yo me eduqué en este club, y para mí eso es impagable. Por eso creo que es tan importante el deporte cualquiera sea el que se elija", explicó el triplista olímpico.
"Más que mi segunda casa, es mi primera casa, así que los valores que me han transmitido acá no son fáciles de conseguir. Estoy agradecido a todos ustedes que están acá, porque siempre me han marcado el camino. Los padres de los chicos del club que siempre se hacen cargo de todo; porque yo soy un poco la figura, sólo vengo a entrenar. No hago el esfuerzo que hacen los padres acá para acompañar a los chicos", agregó Rézola.
"Me gustaría seguir colaborando con el club en lo que pueda, ahora estoy en un proceso de readaptación para ver si mi carrera sigue, si tengo la posibilidad de estar en otro Juego Olímpico, éso lo determinará el tiempo. Creo que lo he disfrutado mucho siempre, es muy bueno poder estar en la historia del club, para mí es un gran honor ser uno de los máximos exponentes de El Quillá. Es algo que siempre tuve en la mente, al ver la estatua de don Pedro Candioti, y me di cuenta de éso cuando me empezaron a llamar tiburón...bah tiburoncito", explicó Rubén con una sonrisa.
"Es un gran orgullo estar acá en el club, disfruto de cada momento, más allá de los resultados, todos saben cómo entreno, como trabajo, y lo que le dedico a venir a remar. He tenido buenos resultados, pero eso no es lo más importante. Lo más trascendente es poder disfrutar, valorar lo que hay alrededor nuestro...siempre saber que hay mucha gente que a uno lo ayuda para poder ser un deportista, en mi caso olímpico. Desde mi mamá, toda mi familia, mis amigos, y la gente que me quiere", expresó Rubén Rézola.
"Nosotros queremos que no te vayas nunca de este club, El Quillá es tu casa", le pidió el presidente Enrique Serrao. Luego, Rézola explicó que "en mi casa tengo todavía guardado el premio que me dieron en la primera fiesta del deporte en el club, hace muchos años, cuando recién empezaba a remar".
Sólo el destino sabe si tiene guardado para "El Tiburoncito de El Quillá" un cuarto Juego Olímpico. Lo que está claro es que, mientras Rubén Rézola sueña con nuevos podios, el club...su club...le entregó "la medalla del alma". En estos tiempos que vivimos, éso vale más que la de oro, plata y bronce juntas.