(Enviado Especial a Belo Horizonte, Brasil)
Dijo que “estamos complicados”, dijo que “en el primer tiempo no jugamos bien” (podría haber dicho que se jugó mal y también acertaba) y que “hay que encontrar equilibrio con otra clase de jugador” cuando se refirió al mediocampo y a los contragolpes peligrosos a los que nos expusimos en el segundo tiempo. En fin…
(Enviado Especial a Belo Horizonte, Brasil)
La gravedad es ya mayúscula y casi de enfermedad terminal. Más para esta clase de torneos y de exigencias. La responsabilidad lo excede, claro, porque si está ahí por algo será. No es el culpable de estar ahí pero sí es el culpable de no sorprender y de no taparnos la boca. Sin dudas que a Lionel Scaloni lo ha superado la exigencia. Largamente. Y lo peor de todo es que en el caso del volante central, del volante tapón, del jugador que le pueda dar equilibrio al resto del equipo, su error es doble o triple. Primero, porque no se dio cuenta en la convocatoria; segundo, porque no se da cuenta en el armado del equipo; y tercero, porque reacciona tarde, cuando ya se jugó el segundo partido y la eliminación está a la vuelta de la esquina (la clasificación también).
Scaloni habla recién ahora de que “el equipo no tiene equilibrio en el medio” y Scaloni recién se da cuenta ahora de que “necesitamos otro tipo de jugador” para lograrlo en ese sector central que regala espacios y posibilidades de juego al rival (en el caso de Paraguay, le dio la chance de jugar de contragolpe y de avanzar sin demasiados obstáculos en la cancha cuando se lo propuso por esa vía).
Nuestro entrenador recién se da cuenta ahora de que no tiene un “5” que marque. ¡Un “5” que marque! Algo tan viejo como el fútbol mismo. Natural, previsible y necesario para cualquier equipo. ¡Un “5” que marque o bien un sistema de juego que proteja espacios, que los ocupe, que sea coherente y ordenado en el retroceso! Para esta última alternativa, se necesita tiempo de trabajo y capacidad para llevarlo a cabo, con jugadores que entiendan la idea, se adapten a ella y sean solidarios en la misión. Hoy, Argentina no tiene eso y empiezo por un entrenador primerizo, cambiante y confundido. Porque creo que todos vamos a llegar a la conclusión de que es el técnico el primero que no encuentra el rumbo. Y esto se traslada a la cancha. Es decir: al timón no lo agarra nadie, ni el DT afuera ni los jugadores adentro.
“Contra Colombia jugamos un buen partido, sobre todo en el arranque del segundo tiempo. Esa es la idea, que se juegue como en los primeros 25 minutos en Salvador. Esta vez no fuimos superiores a Paraguay”, señaló Scaloni después del empate, admitiendo algo que sentimos todos: “Estamos complicados”, dijo. Y sí Scaloni, realmente estamos complicados. Pero no sólo por lo matemático, sino por el juego. Así, como juega la selección, es difícil ganar un solo partido, aún contra un equipo de menor talla individual. Sólo le basta, al rival, con tener orden y sacrificio para doblegar esfuerzos. Y ya está, con eso alcanza.
Después, analizó algunas cuestiones que tienen que ver con el juego. A saber:
“Perdíamos muy rápido la pelota e intentábamos dar pases difíciles. Cuando las cosas no salen o se hacen complicadas, hay que jugar más fácil para agarrar confianza”.
“Ellos tuvieron la posibilidad de meter muchos contragolpes con sensación de peligro y nosotros no pudimos evitarlo”.
“Hay que tener paciencia para jugar, algo que nos falta en este momento. Ellos especularon con eso y aparte no jugaron igual que contra Qatar. A Qatar salieron a presionarlo arriba, con nosotros se replegaron, como lo hacen todas las selecciones que enfrentan a Argentina”.
“Cuando el partido se hace loco, de ida y vuelta, necesitamos otro tipo de jugador en el medio para recuperar”.
“La intención de juego está y hay que llevarla a cabo. Como así también está en mí la posibilidad de jugar con Messi y dos puntas. Entiendo que la mejor versión del equipo, en este partido, se dio cuando jugamos con Messi, Agüero y Lautaro Martínez. Veremos si es la mejor opción para el próximo partido, pero insisto en que a eso lo podemos llevar a cabo si tenemos otra clase de jugador en el medio para que nos aporte equilibrio”.
“Otra vez, como ante Colombia, cambiamos un jugador y el equipo fue otro. Aquella vez fue De Paul y ahora Agüero, pero no creo que en eso haya un acierto del entrenador. Ellos mismos sintieron que debieron salir a buscar el partido. En el entretiempo hablamos de la necesidad de no recibir otro gol y que debíamos reponernos. Eso fue lo que hicimos en el segundo tiempo”.
“Tengo que encontrarle la vuelta al equipo para que sea más equilibrado. Estamos vivos todavía y con la ilusión de ir a encontrarnos con la clasificación en el último partido”.
Lionel Scaloni, un hombre al que ya el saco le ha quedado muy grande y que está encerrado en un laberinto complicado. Ahí lo pusieron (o lo expusieron) y las pruebas están a la vista. Queda una última chance, no exenta de depender de otros resultados también. Ya ni siquiera se puede pensar en “elegir” lo que más convenga para evitar cierta clase de rivales. La cuestión es ganar y esperar, si se da, a que venga lo que venga. Ni más ni menos que lo que pasó hace un año en Rusia, antes de la explosión de júbilo en la “noche blanca” de San Petersburgo. A sabiendas de que se nos venía una “tromba” llamada Francia, luego campeón del mundo.