La selección tuvo la altura de un campeón del mundo: goleó a Bolivia en La Paz
Venció al “cuco” de los 3.650 metros sobre el nivel del mar y sin Messi, que ni siquiera integró el banco de suplentes. Fue notable la actuación del equipo de Scaloni, con grandes rendimientos individuales y colectivos. Enzo Fernández, Tagliafico y Nicolás González convirtieron los goles.
La selección tuvo la altura de un campeón del mundo: goleó a Bolivia en La Paz
¡Tremendo partido de la selección! No hubo altura ni ausencia jerarquizada que atara ni condicionara a un equipo que paseó su fútbol, mostrando una claridad conceptual y una resistencia física notable. No sintió para nada la orfandad de no contar con el mejor jugador (Messi), no abandonó esa postura agresiva, ofensiva y no exenta de presión alta a pesar de encontrarse en un clima hostil y exigente como es el de jugar a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar.
Scaloni no resignó ni amarreteó nada. Línea de cuatro en el fondo (Marcelo Martins le jugó mucho a las espaldas de Molina, en una clara elección boliviana de atacar por allí), adelantamiento de esa línea defensiva para achicar espacios, tres volantes bien juntos (De Paul de “8” clásico, MacAllister de volante central y Enzo Fernández, de enorme primer tiempo, jugando levemente tirado a la izquierda) y arriba, Di María (asistente en los dos goles de esa parte inicial) jugando por derecha, el inquieto e incansable Julián Alvarez por adentro y Nicolás González abriendo la cancha por izquierda, en una posición similar a la que tuvo el jueves pasado en el Monumental ante Ecuador.
Avisó Enzo con un remate violento que el arquero boliviano sacó al córner, hubo un segundo intento de Julián Alvarez y otra vez Viscarra tapando el remate, hasta que Argentina armó una gran jugada que se inició en De Paul, continuó con un pase cruzado de Di María y la aparición de Enzo Fernández para empujar la pelota a metros del arco. Era 1 a 0 totalmente justificado. Y era un partido en el que Argentina, avasallante, parecía estar jugando en el llano, sin importarle el irremediable efecto de la altura.
Dos situaciones más y casi seguidas, le dieron a Argentina la cuota de tranquilidad suficiente, casi dando la sensación de que todo estaba definido mucho antes de lo pensado. Roberto Fernández le fue mal, a destiempo y metiéndole un planchazo en el tobillo al Cuti Romero. El árbitro lo echó por doble amarilla, pero luego aclaró –VAR mediante- que fue roja directa. Y al toque, tiro libre de Di María colocando la pelota en la cabeza de Tagliafico, quien algo con la cabeza y una ayudita extra el hombro, “colgó” a Viscarra y puso un 2 a 0 que, a esa altura y con Bolivia con un jugador menos, ya parecía una sentencia definitiva para el partido.
Fue muy bueno lo de Argentina en el primer tiempo. Concentrado, adaptándose rápidamente y pulverizando esos condicionantes previos que colocan a la altura como un “cuco” a vencer. Nadie discute que no es igual a jugar en el llano y Argentina tiene historias de sufrimiento. Pero el rendimiento de la selección, tanto físico como futbolístico en el primer tiempo, echó por tierra todos esos prejuicios previos.
Todo siguió por su cauce en el segundo tiempo. Hubo conceptos futbolísticos que Argentina manejó con una eficacia notable. Y sorprendente a la vez: 1) la enorme presión para recuperar la pelota, sometiéndose a una respuesta física impropia en un escenario como el de La Paz; 2) el buen toqueteo para lograr una tenencia de pelota casi absoluta.
La orden de Scaloni era clara: juntar muchos pases, que la pelota corra y esperar el momento de acelerar para provocar el desequilibrio. Gran partido de Julián Alvarez, más allá de que no aportaba lo mejor que tiene (el gol). Pero su voluntad, el sacrificio, la capacidad para apretar y robarle la pelota al rival y su dominio, lo convirtieron en uno de los jugadores destacados del equipo campeón del mundo, que seguía marcando la gran diferencia de jerarquía ante un rival superado y minimizado, que apeló en demasía al juego fuerte que contó con la complacencia de Ostojich, que debió sacar alguna amarilla más.
De no ser por Viscarra, el resultado tendría que haberse movido aún más a favor de Argentina. Lo salvó el palo en un remate cruzado de Julián Alvarez y se estiró para desviar un disparo de Di María, que otra vez se lució en la altura, demostrando que es un jugador al que no lo afecta y puede mantener una respuesta física la altura de cualquier partido en el llano.
¡Cómo habrá sido de buena la actuación de la selección, que Scaloni recién metió a los 30 minutos del segundo tiempo el primer cambio! Entró Exequiel Palacios por De Paul. Pasó Enzo a jugar por derecha y Palacios fue por izquierda, más cerca de Nicolás González. Fue el momento en el que mermó el dominio argentino y Bolivia aprovechó para salir un poco y disimular en parte el hecho de jugar con uno menos y de estar sometido a la superioridad del rival.
Cuando Scaloni tenía a Paredes y Lautaro Martínez para entrar, llegó una jugada en la que Julián Alvarez y Palacios presionaron, robaron la pelota y Nicolás González, por el callejón del “10” no perdonó con un zurdazo letal. Fue la última intervención, porque enseguida salió e ingresó Garnacho en su lugar. También salieron Alexis MacAllister (muy buen partido) y Julián Alvarez por los dos que estaban esperando que la pelota se fuera de la cancha para sus ingresos. Y por último, Angel Correa con la “10” de Messi en el lugar de Enzo Fernández, de fenomenal primer tiempo.
Se cerró así una gran actuación de la selección, la mejor en un ámbito exigente y en el que nunca se había podido vencer por una diferencia de tres goles. Pero al margen del resultado, la diferencia se ajustó a la realidad del trámite. Una amplia superioridad que llegó como consecuencia de un gran partido de Argentina, con el estilo y la impronta de un campeón del mundo.