Confieso que no busco entrar en ese terreno de comparaciones que tanto naturalizamos los argentinos, pero resulta inevitable si lo que se pretende es determinar cuál es el grado de relevancia que tiene este excepcional momento del fútbol argentino. No sé si Scaloni es mejor técnico que Menotti o que Bilardo. No es lo que importa. Creo que, a diferencia de Bilardo, sobre todo, Scaloni ha conseguido que la selección no gire ni dependa de un jugador. La incidencia de Maradona en México '86 fue notable. La de Messi en Qatar 2022 fue excelente (ya habrá tiempo para decidir cuál de los dos fue más determinante), pero Argentina ganó esta Copa América de Estados Unidos sin que Messi haya jugado en el nivel que le conocemos. Y este es un gran mérito de Scaloni, que ha sabido armar una estructura de equipo que de a poco empieza a independizarse saludablemente del "10".
Esto último, lo de independizarse saludablemente de Messi, se debe entender como algo positivo y que de ninguna manera significa ser peyorativo hacia él. Sería una irreverencia y un disparate total si se niega la influencia gravitante, única, que tiene Lionel Messi. Pero así como él dice que está librando sus últimas batallas, la selección debe prepararse para ese final que se acerca. Porque, en el mientras tanto, su nivel ya no es el mismo de excepción. Es algo natural, que va ocurriendo en el mismo sentido que el tiempo ya empieza a causar efecto en su físico. Messi seguirá siendo tan importante para el grupo y para el equipo, pero ahora desde otro lugar, sin que la "Messi dependencia" se convierta en algo necesario para que el equipo funcione. Está bien claro que, cuando falta, el equipo también marcha, no se apaga, no se frena, no desaparece.
Pero volvamos al principio y planteamos el interrogante: ¿es este el mejor equipo en la historia de la selección argentina de fútbol?. Y yo digo que sí: 1) por logros; 2) por nivel de juego; 3) por identificación con la gente. No es poco aglutinar todo eso. Hubo selecciones que no enamoraban por el juego pero que llegaron al éxito; hubo otras que jugaban bien pero que al final terminaron detonando en fracaso deportivo (ejemplo, la de Bielsa en 2002, eliminada en primera ronda del Mundial).
Lionel Scaloni cosechó ya 4 títulos con la Selección Argentina. Crédito: Reuters
Es inevitable asociar el éxito de la Selección Argentina a los tres títulos mundiales. La nueva Copa América lograda por el equipo de Scaloni es la cuarta vez que Argentina lo consigue de manera consecutiva, pero lo trascendente en esta ocasión, es que en el medio hubo un Mundial que se ganó brillantemente, jugando una final que fue histórica e incomparable.
La de Menotti también fue campeona del mundo, pero sin darle, a la Copa América, la necesaria atención. El Flaco, en ese esmero que tuvo por probar jugadores y por darles oportunidades a todos, afrontó muchas veces esta competencia menor -en comparación con el Mundial- con selecciones en los que incorporaba jugadores de buen rendimiento en el torneo local, pero sin amalgamar el mismo juego que había conseguido con los campeones del mundo. Con Bilardo pasó algo similar. Luego de ser campeón en el 86, tuvo la gran chance de aprovechar la ocasión que se le presentaba de una Copa América en nuestro país y al año siguiente, con Maradona en su máximo esplendor. Pero el equipo no funcionó como en México y fue cuarto.
Lionel Messi ingresando a la cancha para ese partido final en el que se esperaba que pudiera marcar un desequilibrio que no consiguió en el resto de los partidos. Y tampoco en la final, porque se lesionó en el tobillo. Crédito: USA TODAY
Este hecho, el de asociarse con el éxito, aumenta el contexto positivo de un equipo que tiene todo lo que el hincha le pide. Nadie puede discutirle el estilo de juego (ofensivo), los resultados (una máquina de ganar) y quizás haya algunas diferencias con la elección de los jugadores, algo que no debe ni siquiera llamar la atención, porque es tan grande el universo de futbolistas que tiene el técnico de una selección a la hora de decidir, que no debe llamar la atención que se le critique la convocatoria de alguno o la no convocatoria de otro. De todos modos, no hubo grandes reproches para Scaloni en estos últimos tiempos como sí los hubo en su momento para Menotti o para Bilardo.
Scaloni ha conseguido dos cosas: 1) echar por tierra aquello de la experiencia, quizás hasta desafiando una norma no escrita que era aceptaba por todos en el sentido de que el técnico de la selección debía tener una mínima foja de antecedentes; 2) demostrar que aquella aureola de técnico "resultadista" o "ganador" que se le atribuye, por ejemplo, a Bilardo, fue superada largamente por Scaloni.
Es posible que a Scaloni ya le llegue el tiempo de empezar a perder. Todos los entrenadores tienen "un muerto en el placard". Hasta el propio Bianchi, que también parecía un entrenador asociado al éxito y que, injustamente y por cuestiones más personales que futbolísticas nunca dirigió a la selección, tuvo también su tiempo de penurias.
Los de la "vieja guardia" llevan la copa al lugar en el que espera el resto de sus compañeros. Messi le pidió a Di María y a Otamendi que lo acompañen en el "protocolo". Crédito: Reuters
Esta es la mejor selección de la historia. Insisto en que no me gustan las comparaciones, pero para elaborar el concepto es absolutamente necesario hacerla (a la comparación). Menotti y Bilardo hicieron lo suyo. Menotti fue el gran responsable del cambio "cultural" que hubo en el fútbol argentino. Antes, a la selección no se le daba importancia, no se la valorizaba, armaban el equipo a días de viajar y competían. A veces se ganaba algo, como por ejemplo aquella famosa Copa de las Naciones de 1964 con la marca genial de Messiano a Pelé. Pero fueron a Suecia en el 58 pensando que se traían el título y lo que se trajeron fue un 6 a 1 contra Checoslovaquia y los monedazos en Ezeiza al regreso. Menotti hizo un trabajo de hormiga, viendo jugadores y llegando a 1978, después de casi cuatro años de trabajo, con un plantel que le empezó a dar jerarquía al fútbol argentino. Y Bilardo tomó la posta, se encontró con el mejor Maradona, al principio casi que no enamoraba a la gente (recuerdo los partidos previos al Mundial de México, cuando Argentina jugaba amistosos en la cancha de River con no más de 15 o 20.000 personas en las tribunas) y luego supo ganarse el respeto de todos, ganando la batalla contra muchos detractores que incentivaron el armado de aquella famosa bandera: "Perdón Bilardo".
Pero a esto no hay con qué darle. Esto es el producto de un trabajo, de una concientización, de un amor por la camiseta que excede todo lo visto anteriormente. El proceso es curioso. ¿O acaso no se recuerda de qué manera arrancó?. Esto empezó con Scaloni de técnico -alguien que formaba parte del cuerpo técnico de Sampaoli-, tomando el equipo porque nadie lo quería agarrar. O por lo menos eso pasaba con los entrenadores que en ese entonces estaban apuntados por su presente exitoso, caso Gallardo y Simeone. Logró superar ahí nomás aquella primera prueba de fuego que fue la Copa América de 2019 (tercero en Brasil), pero las circunstancias que se dieron (un arbitraje vergonzoso y perjudicial contra Brasil en la semifinal), suavizó el análisis.
Y ahí arrancó la historia. El equipo empezó a ganar, a jugar bien, Messi se sintió cómodo, feliz. Y aparecieron esas grandes figuras, algunas de ellas inesperadas. El arquero es un monstruo; el marcador central (Cuti Romero) parece impasable y va camino a ser el gran caudillo de este proceso; en el medio, se alinearon los planetas con jugadores que aparecieron y demostraron un nivel de excepción y hasta mejor que en los clubes; hoy no se sabe a qué "9" poner porque los dos rinden de manera extraordinaria; Di María recuperó confianza; y Messi es el gran abanderado.
Emiliano "Dibu" Martínez, el monstruoso arquero de la Selección Argentina. Crédito: USA Today
A propósito de Messi, fue bueno lo que dijo Scaloni en la conferencia luego de ganarle a Colombia la final. Habló de lo que significa la presencia de Messi adentro de la cancha, por más que su juego pase inadvertido. "Los jugadores saben que él está. Y el hecho de que él esté, le da al resto mucha seguridad y confianza", dijo el técnico, palabras más, palabras menos. Se sabe perfectamente hacia dónde apunta. A veces, hay jugadores que con el sólo hecho de estar adentro de una cancha, aunque no toquen la pelota, aumentan la prestación del resto. Pero hay también una realidad. Esta selección aprendió a jugar sin que Messi toque la pelota (estando adentro) y también aprendió a jugar con Messi sentado en el banco, lamentablemente perseguido por las lesiones (tuvo dos en esta Copa en apenas seis partidos).
A fines del año pasado, Scaloni mencionó el tema de la vara alta. Todavía me quedan dudas si realmente el técnico estaba inseguro por el posible aburguesamiento de sus jugadores (algo que no ocurre) o si suponía que ya se había conseguido todo y no quedaba nada por lograr (si es eso, se equivocó de acá a la China). O si el problema era otro, más económico o extrafutbolístico, por ponerle un nombre. Ahora también volvió a mencionar lo de la vara alta, pero lo hizo desde otro lugar, casi como una forma de contestar -aceptándolo- los dichos de Lorenzo, el entrenador de Colombia, cuando mencionó que "lo de Argentina ya no es una racha o una casualidad, Argentina inauguró una nueva era". Y es posible que así sea, aunque le falte para igualar, por ejemplo, aquello que consiguió Brasil cuando ganó dos mundiales consecutivos.
Cuti Romero, un central que parece impasable. Crédito: USA Today
Va en camino de, al menos, intentarlo. Argentina juega con la seguridad pocas veces vista de un equipo que entra a la cancha y sabe que, para ganarle, habrá que hacer los cosas muy bien. Y si Argentina se lo permite. Es un mérito enorme y casi me animo a decir que inédito. Por eso, este equipo es la mejor selección argentina de todos los tiempos.
Messi no será operado
La Copa América fue una nueva consagración para Lionel Messi con la Selección Argentina, pero tuvo un sabor agridulce tras su salida, entre lágrimas, por una lesión en el tobillo derecho. Tras los estudios, Inter Miami confirmó que el mejor jugador del mundo tiene comprometido el ligamento, pero hay alivio porque no será operado.
"Tras la evaluación médica, se ha determinado que Leo Messi sufre una lesión en el ligamento del tobillo derecho. La disponibilidad del capitán se determinará en función de las evaluaciones periódicas y de la evolución de su recuperación", informó en un parte médico la franquicia de la MLS.
La buena noticia para el jugador es que no hay una lesión ósea en el tobillo y, aunque no se conocen detalles exactos de tiempo de su recuperación, se confirmó que no tendrá que pasar por el quirófano. Eso sí, seguramente sea un parate extenso, aunque el equipo no explicitó cuánto estará inactivo.
La imagen de Messi llorando desconsolado en el banco de suplentes después de tener que abandonar el campo de juego en el complemento fue sin dudas la más dolorosa de la Copa América, pero por suerte este parte es alentador.
El tobillo de Messi en la final de la Copa América.
El capitán, que se quedó en su casa de Miami con la familia tras la final, ya inició el proceso de rehabilitación de su lesión en el tobillo con reposo y kinesiología. No tenía programadas vacaciones, porque la MLS no para y falta muy poco para el inicio de la Leagues Cup, aunque el Inter tenía planeado darle unos días libres.
De mínima, Messi se perderá estos cuatro partidos en la apretada agenda del Inter Miami, 2° en la Conferencia Este de la MLS: contra Toronto, con Chicago Fire, con Puebla y con Tigres.