(Enviado Especial a Doha, Qatar)
No jugó para nada bien en el primer tiempo, los cambios le dieron frescura, Messi mostró toda su jerarquía abriendo el resultado y Enzo Fernández (no puede faltar en el equipo) metió un golazo que cerró el partido y liberó tensiones. Nos sacamos un peso de encima. Ahora hay que hacer lo mismo con los polacos el miércoles.
(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Fue alivio, desahogo, llanto en Scaloni y varios de sus colaboradores cuando llegaron los goles. Era sacarse una pesada mochila de encima. Costó. El primer tiempo fue decididamente flojo. Florecieron dudas y fantasmas. Apareció Messi para meter un remate cruzado estupendo que se convirtió en liberador. Luego, Scaloni metió línea de cinco para cerrar caminos. Martino lo hizo en el principio y Scaloni en el final. Se terminó cerrando el partido con un golazo de Enzo Fernández, una solución que el técnico tenía en el banco le dio resultado.
Se estudiaron desde el comienzo. Línea de cinco en México, pero apretando en todos los sectores de la cancha. Le costó mucho a la selección argentina, no sólo tener la pelota en un sector peligroso (la tuvo, pero muy cerca de su área y en su mismo campo), sino acercarse con alguna posibilidad al arco de Ochoa. Se notaba un equipo atado, arriesgando poco con la pelota y algo estático en algunos jugadores, situación que supo aprovechar México para apretar y anticipar.
La salida argentina se repetía mucho por el costado derecho, pero no terminaba de armarse el circuito entre Montiel y Di María. La elección táctica de Martino (cinco defensores), le estaba dando resultado. México lo mantenía en raya a Argentina, no lo dejaba progresar en la cancha, había por ello mucha horizontalidad en los pases y casi nada de verticalidad. No era un partido cómodo para Argentina: sin espacios, todos muy marcados y apretados.
Así se fue consumiendo un primer tiempo sin arcos. México, más preocupado por tapar a Argentina que por jugar. Y por el otro lado, sin espacios, con poca movilidad, demasiado previsible y lento en algunas reacciones, llegando tarde a pelotas que parecían de más fácil resolución. Apenas un cabezazo de Lautaro Martínez por arriba del travesaño. Poco y nada. O mejor dicho, nada.
La jugada más clara de gol la tuvo México con un tiro libre de Vega que obligó a una volada espectacular de Dibu Martínez para descolgarla de arriba. Fue lo poquito que se pudo rescatar de un partido muy estudiado –sobre todo por Mexico- y por momentos sufrido por Argentina. No porque México lo haya complicado en su terreno defensivo, sino porque la planificación del Tata Martino le terminó dando resultados en esa red de contención que supo armar en la mitad de la cancha y a la que Argentina no consiguió descifrar.
El flojo primer tiempo argentino se vio netamente evidenciado en que no se pateó una sola vez al arco, salvo un tiro libre de Messi desde un costado en posición improbable de que se convierta en gol. Apenas las ganas de MacAllister para encarar por su costado. Demasiado poco.
No había conexión, faltaba entendimiento en los últimos metros de la cancha, generarse espacios y ser más vertical. Scaloni no demoró en provocar el ingreso de Enzo Fernández en el lugar de Guido Rodríguez. El equipo quedó con un “5” posicional de manejo, para tener más posibilidades de juego. Y enseguida, apenas cumplido el cuarto de hora, Julián Alvarez y Molina a la cancha. Pero al fin llegó lo esperado: Messi recibió la pelota en las inmediaciones del área, extrañamente lo dejaron dominar la pelota y metió el remate abajo que se clavó junto al poste izquierdo. Desahogo y explosión.
Ahí nomás, Scaloni metió un cambio táctico sorpresivo: lo sacó a Di María y lo metió al Cuti Romero. Además, Palacios por MacAllister para encontrar más alivio y piernas frescas en el medio. Por momentos, línea de cinco y en otros, libertades para Acuña y Molina, que se proyectaban por afuera.
Martino sumó delanteros pues no le quedaban opciones. Arriba, Messi y Julián Alvarez contaban con la asistencia de Acuña y Molina por afuera, más el desprendimiento de alguno de los volantes. Ahora el gasto del partido debía hacerlo México, que disponía un poco más de la posesión de la pelota pero no lograba llegar con chances al arco de Dibu Martínez.
Y vino la obra maestra de Enzo Fernández, volcado por izquierda recibió la pelota adentro del área, quebró cintura y metió un remate combado que se le metió en el ángulo a un Ochoa de vuelo estéril que sólo hizo más espectacular la conquista.
Pañuelos al viento, grito de euforia adentro y afuera. El mal trago del martes pasó. Argentina no jugó para nada bien el primer tiempo. Quizás haya un exceso de responsabilidad que no permite liberarse. Apareció Messi en el momento más complicado, cuando había que conseguir ese gol liberador que desate las tensiones. Hay que mejorar y mucho. Encontrar el equipo es clave. Scaloni terminó con línea de cinco y modificando bastante en el mediocampo. Enzo Fernández hizo un golazo. ¿Se habrá ganado el lugar? El técnico es el primero que debe acertar con la elección de los jugadores. Y que se mejore en el juego. Por lo pronto, había que ganar y se ganó. Que no es poco.