(Enviado Especial a Doha, Qatar)
El rival en octavos será Australia, que sorpresivamente dejó sin fase decisiva a Dinamarca. Scaloni tiene ahora más certezas que dudas. ¿Jugará Di María?
(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Usted dirá que los vaivenes emocionales pueden ser clara muestra de desequilibrio y, en ciertas cosas de la vida, tiene razón. Pero en el fútbol, no. Y no lo digo por un resultado (o dos en este caso), porque soy de los que piensa (con total convencimiento) que el “ganar cómo sea” es de corto vuelo. Argentina demostró a partir del segundo tiempo con México que es un equipo que está creciendo. Y el segundo tiempo con los polacos fue de una producción futbolística capaz de generar entusiasmo para lo que se viene, porque uno cree que jugando de esa manera, con ese aplomo, con esa seguridad, es perfectamente esperable una victoria ante Australia este sábado para seguir en carrera.
Lionel Scaloni tiene sus méritos en todo esto. No le tembló el pulso a la hora del cambio. Sacó del equipo a jugadores clave en su proceso, como Paredes y el mismo Lautaro Martínez. Metió gente joven, inexperta en estas lides internacionales y hubo respuesta positiva. Enzo Fernández fue el “5” dominante y gravitante que se esperaba, Alexis MacAllister se ganó un lugar y Julián Alvarez aprovechó la oportunidad que nace a partir de la pasividad que mostró Lautaro en los dos primeros partidos y también cumplió. Volvió el Cuti Romero y jugó muy bien, absorbiendo sin contratiempos la posible complicación de un delantero de enorme jerarquía como Lewandoski. Y así, Argentina tuvo un solo defecto: demorar mucho la apertura del marcador, justamente porque a Messi le atajaron un penal y porque el arquero polaco fue la gran valla (única) que tuvo la selección nacional.
¿Será posible repetir?, se supone que sí, porque este equipo ha demostrado sobradamente que lo del miércoles no fue una casualidad. Seguramente, nombres como los de MacAllister, Enzo Fernández o Alvarez no estaban en los planes previos como presuntos “salvadores”, pero siempre pasa lo mismo en los mundiales: aparecen jugadores que no arrancaron pero que en el momento justo trajeron soluciones. Y de eso se trata.
Argentina tuvo un baño de realismo, de humildad, un cachetazo inicial que despertó al equipo, que lo hizo reaccionar y todo eso redundó en beneficio propio. Las dudas y la desconfianza dejaron paso a la generación de un ambiente muy positivo. Argentina se paró ante el mundo y sacó pecho. ¿Es candidato?, siempre. Y mucho más con Messi, alentado a rabiar por la multitud de compatriotas que coparon el estadio de los contenedores y que seguramente harán lo mismo en el fantástico Ahmad Bin Alí en el que se jugará el encuentro de octavos con Australia.
El rival dejó en el camino al equipo que aparecía como favorito para escoltar a Francia: Dinamarca. Gastábamos a cuenta de que saliendo primeros, el adversario iba a ser el europeo. Sin embargo, apareció Australia, que seguramente planteará un partido de espera (como los polacos) y de ahogo a Messi (como todos) para que los minutos pasen y se pueda encontrar un resquicio para sorprender a Argentina con algún contragolpe.
Luego de la sorpresa inicial que nos dieron los árabes, quienes conquistaron dos goles en cinco minutos y nos dieron vuelta el partido, la labor defensiva fue creciendo. Molina le sacó una ventaja a Montiel, Otamendi está haciendo un buen torneo, Romero recuperó su nivel y Acuña es una carta más agresiva que tiene Scaloni y por eso lo elige por encima de Tagliafico, más allá de que éste último estuvo cerca del gol ante los polacos.
Estamos otra vez en instancias decisivas de un Mundial, pero con procesos diferentes. Esto se asemeja mucho más a lo de Brasil que a los de Rusia, cuando llegamos a octavos inmersos en dudas y sospechas de que ya al equipo no lo manejaba el entrenador. Esto es distinto. Scaloni –que participó de ese proceso en Rusia como colaborador de Sampaoli- tiene bien claras las cosas y eso se transmite a un plantel que le responde. Suficientes argumentos para creer.