(Enviado Especial a Doha, Qatar)
La selección de Scaloni, luego del batacazo en contra ante Arabia Saudita, buscará la recuperación frente a la de México. Hay que levantar la moral, el juego y ganar el partido. Este sábado a las 22 (16 de Argentina), a dar vuelta la hoja que se escribió con sangre el martes.
(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Estamos en problemas, pero hay que afrontar la situación, hacerse cargo y reinventarse. Argentina patinó en el momento menos esperado y frente al rival más impensado. Una selección de jugadores que juegan en sus ligas, que empezaron a “moldearse” de la mano de Juanchi Pizzi hace cuatro años y que también se fortalecieron bajo la conducción técnica de Ramón Díaz (la mayoría de los jugadores está en el equipo que él dirige), logró lo que nadie en el mundo se imaginaba: vencer a la Argentina de Messi. Pero ya está. No sirve llorar sobre la leche derramada. Ahora hay que levantarse rápido y hacer bien los deberes para que la complicación no sea mayúscula. Hay tiempo y chances hasta de salir primero en el grupo. Depende de nosotros. Y para eso hay que ganar el partido de este sábado.
Scaloni debe refugiarse en sus propias fuentes (las que lo llevaron a sostener un invicto de 36 partidos) y provocar un cambio de actitud (fundamental) y una planificación futbolística que sea precisa y efectiva para vencer al equipo del Tata Martino, que llega a este partido rodeado de un ambiente de inestabilidad, críticas y cuestionamientos por doquier.
Estos jugadores –los argentinos- se acostumbraron en estos últimos tiempos a empatar o a ganar, nunca a perder. No muerden el polvo de la derrota desde julio del 2019. Aquella vez se levantaron con rapidez cuando perdieron con Colombia y también cuando cayeron en semifinales con Brasil, en un partido signado por el perjuicio de la terna arbitral. Al partido siguiente, Argentina dio cuenta de Chile en el encuentro por el tercer puesto y se tomó revancha.
El Mundial no da posibilidades de una doble caída. Argentina gastó la única que tenía en el partido menos esperado, es cierto, pero en el que, al menos, le da la chance de una recuperación. Siempre se dijo que hay que entrar con el pie derecho en el Mundial, que el primer partido es clave y muchas otras cosas más. La realidad es que todo lo anterior es cierto, pero también es verdad que si se pierde el primero, el segundo y tercero ofrecen la chance de la recuperación. Para ello, no queda otra que ganar, algo que Argentina amenazaba con concretar ante los árabes (el primer tiempo era 2 o 3 a 0 y hoy estaríamos hablando de otra cosa).
Las derrotas dejan secuelas pero no creo que haya que patear el tablero. Scaloni confía en estos jugadores a los que les pegó la chapa de titulares en la frente. ¿Lo va a sacar a De Paul ahora?, ¿a Paredes?, ¿a Di María o a Lautaro Martínez?, imposible. Quizás haya jugadores que no estén del todo bien en lo físico y que dieron ventajas el otro día, caso Cuti Romero. ¿Podrá salir?, ya lo sacó ante los árabes y entró Lisandro Martínez en su reemplazo. Es una posibilidad, como también la de Montiel por Molina o la de Acuña por Tagliafico (esta última muy probable, ya que el “Huevo” está mucho mejor y ya jugó algunos minutos ante Arabia).
¿Y en el medio?, De Paul y Paredes seguros (eso creo). Y luego, Papu Gómez jugó ante Arabia, empezó bien y cuando su nivel decayó, enseguida fue reemplazado. Con Enzo Fernández se ganaría más combatividad; con Alexis MacAllister, las dos cosas (sacrificio y juego). Luego, los tres de arriba no van a cambiar. Di María, Lautaro y, obviamente, Messi, van a estar desde el arranque. Y ojalá que logren tirar adentro de la cancha ese bagaje de jerarquía que tienen de sobra y que el martes, en Lusail, no apareció.
Hay que ganar. Es lo primero y hasta acepto que sea lo único. Pero para ello hay que buscar los mejores modos. Argentina, ante Arabia Saudita, no hizo un gran partido en el primer tiempo, pero tuvo todas las chances habidas y por haber para definir el partido. Le faltó eficacia, le faltó más coordinación en ese toque final para burlar el adelantamiento masivo de la defensa rival y dejó escapar la oportunidad. En el segundo tiempo, fue la debacle. Primero por esos 5 minutos terroríficos en los que sufrió los dos goles; también porque después no supo de qué manera quebrar ese amontonamiento de gente que propuso Arabia en su sector defensivo, haciendo correr la pelota, metiendo centros para nadie (tiene escasa altura la selección) y sin que alguno se anime a la jugada individual o a la gambeta que engañe a la defensa adversaria.
Para ganar, hay que jugar. Y es lo primero que este equipo tiene que tener metido en la cabeza para la búsqueda de la victoria que estabilice y levante definitivamente el ánimo. Aunque para ganar, para revertir la imagen y sumar de a tres, el envión anímico tiene que ser una causa y no la consecuencia.
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