Martes 28.12.2021
/Última actualización 20:17
Hubo que esperar demasiado. Los 28 años se magnificaron no sólo por el tiempo en sí, sino por la cantidad de veces que nos quedábamos a las puertas de la gloria. Y el común denominador era uno solo: Lionel Messi. ¿Cómo puede ser que, teniendo al mejor del mundo y a jugadores de jerarquía y en los mejores equipos del planeta, la selección pase tanto tiempo sin ganar algo?. Una pregunta que no tenía respuesta hasta que llegó esta Copa América en Brasil, armada sobre la marcha y ocupando la plaza que, en principio, le correspondía a Argentina y a Colombia en forma conjunta.
Otro Lionel, también santafesino, de apellido Scaloni, sin experiencia como entrenador (salvo en juveniles o como uno de los ayudantes de Sampaoli) había dado un atisbo de esperanza en la anterior Copa América, también en Brasil, cuando metió tercero al equipo pero con una imagen futbolística que fue de menor a mayor y que fue claramente perjudicada por aquel arbitraje de Zambrano que tanto enojó a un Messi que a partir de ese momento empezó a mostrar una actitud distinta a la hora de manifestarse públicamente y, se notó claramente también, de puertas para adentro.
Podría decirse que aquella Copa del 2019 marcó un antes y un después, inclusive en el mismo Messi. Su actitud empezó a cambiar. Si bien no hubo, antes, algo que reprocharle en cuanto a su compromiso constante con la selección, esta vez se lo vio diferente en cuanto a su semblante. Messi empezó a sentirse más feliz con ese grupo que se armó. Asumió decididamente el papel de capitán, adentro y afuera de la cancha. Y los más chicos lo siguieron. Y a él le gustó el rol. Se identificó con De Paul, con Lo Celso, con Paredes, con Lautaro Martínez. Después vinieron otros que se pusieron la camiseta y la rompieron como el Dibu Martínez y el Cuti Romero, más algunos otros que Scaloni sacó "de la galera", como Nicolás González. Y a Messi también lo siguieron los de experiencia, como Otamendi, Tagliafico, Acuña y Di María. A propósito, reivindicatorio y muy justo lo que le pasó en la última Copa América. Injustamente criticado y cuestionado, Di María ha sido siempre un jugador relevante y vital para la selección. Su revancha llegó el 10 de julio de este 2021 cuando convirtió el gol que nos dio la gran victoria ante Brasil, que siempre había sido campeón en todas las Copa América que se jugaron en aquel país.
El envión del título de campeón, liberatorio para Messi, nos permitió posicionarnos en las Eliminatorias y culminar el 2021 con el éxito esperado: la clasificación consumada para Qatar 2022. Además de Messi, habrá que reconocer el gran mérito de Scaloni. Su llegada a la selección se dio en un contexto de mucha incertidumbre, de descreimiento y hasta de cuestionamiento respecto de sus pergaminos para semejante cargo.
Gentileza. La reivindicación para un jugador siempre importante para la Selección y que todavía puede brindarle juego: el gol del título en el Maracaná lo hizo Di María.La reivindicación para un jugador siempre importante para la Selección y que todavía puede brindarle juego: el gol del título en el Maracaná lo hizo Di María.Foto: Gentileza.
Ser entrenador de la selección debería darse como consecuencia de una acumulación de méritos que, evidentemente, Scaloni no tuvo pues nunca había dirigido a nivel profesional. Largo e inútil sería describir el por qué terminó asumiendo el cargo, pero la lupa estuvo puesta en su actuación y en la de su equipo. Los aciertos superaron con amplitud a los errores. Supo armar también el grupo. Y se nota que el plantel está identificado con la idea de juego. A veces -la mayoría- jugando con un 4-3-3; en otras ocasiones con un esquema un poco más conservador, pero siempre con el arco de enfrente como meta. Encontró titulares que hoy no se discuten. En realidad, encontró el equipo. Y si bien falta todavía casi un año para el Mundial, no es poco. La base la tiene. Emiliano Martínez, Romero, De Paul, Lo Celso, Paredes, Messi y Lautaro Martínez son "su gente". Y las dudas pueden girar en torno a si juega Molina de "4", Acuña de "3" y si aparece Di María entre los titulares.
Obviamente que siempre cuenta el presente y pasado inmediato, porque el fútbol es eso. Es posible que aparezca alguien -o algunos- que discutan puestos. Bienvenido sea si ocurre. Y mucho más si los que hoy están firmes, mantienen su nivel cuando llegue el momento de arrancar el Mundial, en noviembre del año que viene. Pero estamos hablando de eso, de algo que ocurrirá el año que viene. Por lo pronto, cerremos este año diciendo que el 2021 hizo que por fin dejemos de mencionar el '93 que tan lejano parece, los goles de Batistuta y aquella selección de Basile, como la última que nos hizo gritar campeones. Fue la de Scaloni. Con un Messi que se sacó la mochila. Por fin.