El último (y mejor) baile de Michael Jordan y los Bulls de Chicago
Ya se transmitieron los 10 episodios de la serie sobre la temporada 1997/98 de la NBA en que los Chicago Bulls ganaron su sexto campeonato en ocho años. Un repaso de la historia de esa franquicia y su jugador emblema que llegó a la cima, superó las fronteras de Estados Unidos y rompió todos los moldes.
Gentileza La pelota está en el aire. Los espectadores atónitos miran como el balón está por ingresar y romper todos sus sueños. Jordan lo hizo de nuevo y ganó sexto anillo con Chicago Bulls.
15 segundos para el final del partido, el 23 de Chicago Bulls lleva la pelota dominada hacia el sector izquierdo de la cancha, se acerca a la línea de 3 puntos, el tablero electrónico indica que pierden 86-85. Pica y piensa; en sus manos tiene la “americana” que le puede dar el sexto anillo. 10 segundos, encara al defensor y lo lleva hasta el corazón de la zona pintada. 7 segundos, flexiona sus rodillas, engaña a su marca (queda tirado en el piso casi en ridículo), se levanta, lanza, quiebra la muñeca (se paralizan los corazones en Salt Lake City, en todo Estados Unidos y parte del mundo) el balón vuela, hace una parábola perfecta y “chas”. Michael Jordan lo hizo una vez más, la última, para conquistar un nuevo campeonato en la NBA. Piel de gallina, otra vez, a 22 años de esa secuencia.
Este domingo en norteamérica y unas horas después en el resto del mundo se terminó de emitir “The Last Dance”, el documental que trajo a nuestros tiempos la historia de uno de los mejores equipos de básquet. Los Bulls de Chicago conquistaron seis campeonatos en ocho años, una proeza nunca vista en la NBA.
La propuesta, producida y distribuida por la cadena televisiva ESPN y la plataforma Netflix, es una invitación a viajar en el tiempo. A zambullirse en los años dorados del básquet, tiempos en los que muchos, incluso quien escribe, daban sus primeros pasos en este amado deporte de equipo y tenían el placer de ver cómo funcionaban los sistemas de juego y el famoso triángulo de ataque, con Jordan, Scottie Pippen y Dennis Rodman.
Gentileza Una de las gráficas que presentan el documental con sus principales protagonistas
Una de las gráficas que presentan el documental con sus principales protagonistasFoto: Gentileza
El último anillo
La temporada de 1998, fue llamada por Phil Jackson entrenador del equipo como “el último baile” porque sería (como finalmente sucedió) el último torneo juntos, de ahí el nombre de este producto audiovisual digno de ver. El documental combinó entrevistas con material de archivo para explicar por qué los Bulls llegaron a ser una dinastía. Con el estilo “flashback” (recurso utilizado en series y películas para contar una situación pasada que repercute en el presente) que expone ante el público las historias de las figuras de ese equipo, puntualizando en Jordan.
El trabajo cuenta con escenas nunca vistas y una calidad de audio y video sorprendentes (en 1998 no era popular la tecnología de HD). La serie refleja cómo surgió y se consolidó Jordan, el mejor jugador de todos los tiempos. El camino que recorrió para transformarse en Su Majestad, como les gusta decir a sus seguidores.
Sus inicios en el deporte, su fuego sagrado con la competición permanente y todos los escalones que tuvo que subir para conquistar el mundo. Pero también el otro lado del deportista, el relacionado con sus placeres “non sanctos” como las apuestas; demostrando que también es ser humano y no un “Terminator”, como lo apodaron después de jugar una final con fiebre y una fuerte intoxicación.
El legado
Hoy, 22 años después de ese título, Jordan sigue en lo más alto del Salón de la Fama de la NBA y es uno de los empresarios más importantes del deporte, con la consolidación de su marca propia de indumentaria deportiva y la adquisición de una franquicia de la NBA, Charlotte Hornets.
La producción y emisión de este documental no hace otra cosa que mostrar a las generaciones actuales quién es MJ. Su legado, su manera de jugar, su liderazgo dentro y fuera de la cancha (con enojos incluidos). Los terribles obstáculos que tuvo que saltar, precisamente él quien desafió a la gravedad, para alcanzar la gloria eterna. Ese espíritu competidor que pocos tienen, que le permitió sortear los inconvenientes que se presentaron en su camino y, finalmente, lo llevó a la cima del mundo.