Otra edición más del clásico ciudadano en Santa Fe
Unión - Colón: la esperada misa de una religión que no tiene ateos
Unión necesita ganar, hacer lo suyo y esperar ayuda de otros resultados para clasificar a la Conmebol Sudamericana 2022. Colón, de la mano de Vignatti y ahora con Domínguez, cambió el relato de hace dos años: "Se viene la final pero importa el clásico".
Unión - Colón: la esperada misa de una religión que no tiene ateos
Es el partido sin pronóstico. Es el partido que nunca tiene ni tendrá favorito. Pasa siempre con los clásicos en líneas generales pero el nuestro, el de Santa Fe, es incomparable: no hay en el Planeta Tierra un clásico que sea tan parejo desde la estadística y desde el historial. Se puntean los partidos. Hay biblioteca para uno y biblioteca para otro. Se habla de lo amateur, de lo profesional, de tal copa olvidada de hace años. Aún metiendo todo, los argumentos no racionales de unos y otros, el montaje de este sábado a las 17 será un capítulo más de una historia inigualable de paridad clásica.
Es cierto que el corazón de uno, con más de 30 años de profesión, está curado de espanto. Pero el otro día, cuando se cerró el infartante 4 a 4 de Gimnasia-Estudiantes en La Plata, pensaba que era una postal casi imposible en la ciudad de Garay. Venimos juntando pases y golcitos en cuentagotas en Santa Fe cada vez que se enfrentan Unión-Colón. O Colón-Unión. Póngale usted el orden que le dicte la pasión.
Entonces, de acá a la eternidad, dejamos de ser sabaleros o tatengues para ser hinchas del inolvidable escritor uruguayo Eduardo Galeano: "Yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece".
Parece imposible, para estos tiempos que corren, imaginar un partidazo de ida y vuelta. De área a área. Ojalá el domingo, en la columna del post derby, tenga que morderme la lengua: "¿Puede darse en Santa Fe un partido con ocho goles, como en La Plata?". La respuesta, sin dar vueltas ni guitarrear, es no. "El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue". Mejor explicado (gracias Eduardo), imposible.
¿Qué tiene de distinto el Unión-Colón de este sábado a las 17 en el 15 de Abril?: lo primero, surge solo: "Vuelve la gente". Aunque sean sólo los locales (más de 27.000 tatengues), pero ya no más esa postal vacía del peor momento de la pandemia, con el 1 a 1 último en el Cementerio de los Elefantes.
La segunda ventana para leer este clásico ciudadano tiene que ver con el plus, más allá que siempre es el partido del corazón, de la dignidad, de la honra. Ese plus es el ticket copero que busca Unión, que se complicó solito en Santiago del Estero. Desde ese objetivo, llegar a la Conmebol Sudamericana 2022, de los tres resultados posibles sólo le sirve uno a Unión como un todo. Luego, están las mezquindades individuales. Sin ir tan lejos, las que aplicó Azconzábal en el partido anterior en cancha de Colón y que fueron más que obvias: no perder de visitante le sirvió a su "kiosquito" del contrato pesetero pero no le sirvió a Unión. Dejo en claro que noto diferencias abismales con Munúa: tendrá otros defectos el uruguayo, pero no me parece ni mezquino ni cagón a la hora de plantear un partido. Todo lo contrario, su propuesta es valiente. Aunque sea el clásico.
Del lado de Colón, claramente, hubo un giro de 360 grados de lo que pasó hace dos años con un diagnóstico similar: clásico de visitante y final a la vista a los pocos días. Hoy, sin dudas, cambió todo. Es la exacta misma diferencia que hay entre Lavallén (2019) y Domínguez (2021) y que no hace falta explicarlas. Con el líder natural del Mundo Colón (o sea José Néstor Vignatti) marcando la cancha: "A mí me parece que el partido del sábado es sumamente importante para Colón", la estrategia sabalera es distinta y distante de aquélla.
No demos vuelta: Colón, que pisará el 15 de Abril con la estrella de campeón y con el bolso armado para irse a Santiago para jugar la final del Trofeo de Campeones con River, sabe que "el empate le cierra por todos lados". Pero, del mismo modo que lo escribía para Munúa en Unión lo afirmo con Eduardo en Colón: me cuesta encontrar un partido donde el "Barba" hubiera militado la idea de "salgamos a empatar de manera alevosa". Colón puede ganar, perder o empatar siempre, como cualquier equipo mortal o terrenal. Pero no es Domínguez un técnico amarrete que busque el puntito. Aún sabiendo que el empate de visitante, a priori, le cierra y le quita la chance a Unión del sueño copero 2022.
¿Qué es lo que arriesga Colón, ya campeón, con este clásico ante Unión?: la predisposición anímica con la cual va a encarar la finalísima del año en el Madre de Ciudades a los siete días. Se sabe, River es "jodido" para cualquiera y mucho más en una final. Pero un traspié en el clásico ciudadano podría sacar a pasear en Santiago del Estero los fantasmas de La Olla para el Mundo Colón.
Quiero volver a la idea de partido sin favorito, cruce sin candidatos y duelo sin pronóstico. Más allá de la estrella vigente, la gran diferencia teórica (insisto t-e-ó-r-i-c-a) es que Colón es un equipo ya consolidado como tal y Unión es un equipo en tiempo de formación. No sólo por la gran cantidad de canteranos tatengues que van camino recién a sus primer centenar de partidos profesionales con la misma camiseta a bastones, sino porque en este proceso de crecimiento de los pibitos del Tate, el cambio de idea de vida, de Azconzábal a Munúa, fue tremendo en todo sentido. Adentro y afuera de la cancha.
Colón es presente, Unión es un buen ramillete de chicos interesantes a futuro que se podría potenciar y mucho si el Staff Técnico (Battión, Limia, Amut) convence (de una vez por todas y para siempre) al presidente Luis Spahn que en este mercado de verano 2022 que se aproxima hay que buscar calidad y no cantidad.
Para muchos de los protagonistas será el primer clásico ciudadano con gente en las tribunas, en este caso con 27.000 hinchas y socios locales alentando al Tate. En cantidad, este detalle impactará a priori mucho más en Unión (Vera, Calderón, Portillo, Machuca, González, Nardoni) que en Colón (Meza, Garcés, Farías). Un dato que, a las siete de la tarde del sábado, sabremos si es relativo o no en el desarrollo del juego.
Cuenta regresiva, en el clásico ciudadano más parejo del Planeta Tierra y del Planeta Fútbol. Se viene el partido que no tiene ni tendrá favorito, candidato ni pronóstico. Pasa con todos los clásicos, pero acá en Santa Fe es mucho peor desde la paridad que indica el historial desde los tiempos tiernos.
-¿En qué se parece el fútbol a Dios?
-En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales.
Esta vez, ni sabaleros ni tatengues. Hinchas de Eduardo Galeano, resumido todo en una frase increíblemente perfecta, por los siglos de los siglos: "El fútbol es la única religión que no tiene ateos".