Lunes 7.8.2023
/Última actualización 19:16
“Más vale que no tengas que elegir entre el olvido y la memoria”, dice Joaquín Sabina. Porque, como titula Mario Benedetti…“El olvido está lleno de memoria”. A miles de kilómetros de la ciudad donde nacieron, Santa Fe de la Vera Cruz, estos santafesinos del fin del mundo siguen conectados con sus afectos, con sus familiares, con sus costumbres y con esos lugares que recorrieron de niños que jamás se olvidan. Entre ese abanico de recuerdos, que desde el pasado se dan vueltas por este presente, aparece el diario. Siempre el diario.
“Es una conexión hermosa con gente de Santa Fe, a través de El Litoral, porque hoy la realidad es que está todo lindo para nosotros, pero en su momento fue duro cambiar e irnos, de una provincia a otra y tan distante”, explica Gustavo, a esta altura un poco cronista, productor y fotógrafo del diario de Santa Fe al mismo tiempo.
Entre el abanico de recuerdos, que desde el pasado se dan vueltas por este presente, aparece el diario. “Nos fuimos a tomar un café, todos vestidos con la ropa de Colón para la producción junto a los amigos de Unión y la señora que atendía el bar se emocionó, porque es de Rafaela y hace 16 años que vive acá”, fue una de las anécdotas en medio de la nevada en Ushuaia o “en el fondo de la Bahía”.
“En mi caso, yo vivía a la vuelta de donde estaba antes el diario El Litoral, en Cándido Pujato y mi casa todavía está ahí. El diario, en mi casa, era uno más de la familia. Era esperar las seis o siete de la tarde para leerlo. Esa costumbre me quedó y ahora cuando entro al sitio, arranco siempre mirando deportes; lo segundo es “Sucesos”, sorprendido como se pone cada vez peor el tema de la seguridad, algo que a la distancia te pone muy triste. Acá, en Ushuaia, casi no pasa nada. Veo también la parte de los recitales, porque tengo amigos que tienen banda. Sigo, a la distancia, la vida de Santa Fe. En enero volvimos, alquilamos una quinta junto con Mariano, las parejas y los hijos más chicos. La verdad, mucho calor, pero nos encantó volver”, explica emocionado desde tan lejos de su cuna.
“Es más, en 25 de mayo y Cándido Pujato, cuando era mano para el norte, estaba el puesto de “El Turco” y lo atendía Luis, alguien que hoy debe tener 50 y pico de años…hasta el día de hoy somos amigos. Después dejó el puesto de diarios y revistas, puso una joyería en Aristóbulo del Valle. Pero toda mi infancia, niñez y adolescencia el lugar de juntada de mi barrio era el kiosco de la esquina donde comprábamos El Litoral”, recuerda Gustavo emocionado.
La producción imaginaria, a la distancia y bajo la nieve, logró unir a “Los Caraballo” y “Los Benítez”, ya que Gustavo y Mariano se conocen de los tiempos de estudiantes en la secundaria. En esa embajada santafesina de cerveza, fútbol, cumbia y alfajores hay de todo un poco: mujeres docentes, empleados del Estado, comerciantes, estudiantes y hasta un periodista.
La súper-foto de regalo a El Litoral, con nevada de fondo, fue casi un equipo de fútbol completo de Santa Fe en el fin del mundo: Gustavo Caraballo, María Domínguez, Vane Benítez, Claudio Mansilla, Ludmila Benítez, Mariano Benítez, Lucas Danubio, Verónica Flores, Marcelo Casanova, Nancy Díaz.
“Acá hay dos faros conocidos, Verónica Flores es hija del “Luchi” Flores, conocido hincha de Unión de La Barra de las Bombas; en el caso de Mariano es pariente de Bruno Chiementín, de raíces sabaleras y muy conocido en el Mundo Colón”, cuenta Gustavo.
Hace tiempo, en medio de la crisis, se les ocurrió armar un Colón-Unión para recaudar fondos: había que enviar agua, leche y alimentos para la gente de las montañas, allá en el fin del mundo. “Hicimos un partido de fútbol y hubo toda una tribuna llena de santafesinos, terminamos todos abrazados con las dos camisetas”, comentan.
Así, a la distancia, estos santafesinos que se fueron hacer varios años de la ciudad, cuentan sus emociones, alegrías, tristezas…a miles de kilómetros del lugar donde nacieron. Leer El Litoral, hoy en sus 105 años, y gritar un gol “en el fin del mundo”. Colón, Unión y el diario, costumbres santafesinas.
A pesar de la larga distancia (más de 3.000 kilómetros) y el tiempo (varios años), desde Santa Fe a Ushuaia, ellos saben que como escribió el gran Mario, siempre el olvido estará lleno de memoria.