Por Matias Menconi
El joven, oriundo de Venado Tuerto, desde agosto vive en USA, donde gracias a una beca obtenida por el deporte, estudia y juega para una universidad en el Estado de Georgia. Compartimos una linda historia de un chico que dejó atrás su vida para ir en camino de un sueño.
Por Matias Menconi
Corría el año 2009 cuando un nene de 5 años, chiquito, tímido y con un poco de miedo e incertidumbres, agarró fuerte la mano de su abuelo y encaró por el verde césped en búsqueda de una nueva aventura. Un problema físico no le permitía hacer deportes que conlleven una carga musculas importante y por eso su mamá, decidió que siga los pasos de su “nono” y llevarlo al club donde poco a poco, conoció a su primer gran amor… el golf.
“Me acuerdo que era el más chiquito de la escuelita de golf del Jockey Club e incluso, era el nene más chico que alguna vez haya ido a jugar. Eso nunca me lo voy a olvidar. Así fue como comencé, luego dejé un par de años, volví a empezar y me enamoré por completo del deporte”, comienza relatando Santino a El Litoral.
Un sueño que comenzó ahí pero que fue tomando tanta fuerza que empezó a trascender fronteras. Primero las de su ciudad, luego las de la provincia y ahora, las de su país. Porque Santino hace unos meses ya está radicado en Estados Unidos donde, gracias al golf, consiguió una beca para estudiar y jugar allá, en la cuna de los mejores jugadores del mundo.
“Cuando tenía 13 años decidí que me quería venir a estudiar acá a Estados Unidos a través de una beca con el golf que, básicamente es jugar para la universidad, ya que acá todas tienen deportes. La decisión la tomé ya que consideraba que era una gran oportunidad por el gran nivel y porque es a través del deporte, que es lo que yo quería hacer”, relata el joven venadense que hoy tiene 19 años.
Obviamente que las becas no son para cualquiera. Para llegar a obtener una hay que “tener un cierto nivel y un historial de torneos y resultados” que es en lo que se fijan para aceptar a los alumnos y becarlos: “En cuanto a competiciones, yo arranqué a jugar en Venado, después en la Federación del Sur del Litoral y luego los Torneos Nacionales. Diferentes escalones que fui subiendo para armar el historial y ahí recién, gracias a eso, podes viajar y mostrar tus resultados y obtener la posibilidad de ser aceptado”, agregó.
Pero no todo es golf en la vida de Santino ya que además de encontrar en el deporte una de sus grandes pasiones, la otra está en los números. “Terminé la secundaria el año pasado y ahora vivo acá en el Campus de la Universidad donde entreno y estudio todos los días y, además, tengo que jugar para el equipo. Justo terminó la temporada, pero el semestre que viene habrá varios torneos para lo cual ya estamos entrenando nuevamente para darlo todo. Lo que estudio acá, si bien el primer año es bastante tranquilo en cuanto a la carrera y es más bien introductorio, es Finanzas y Economía, una doble carrera. Esas cosas, al igual que el golf, me apasionan y por eso decidí hacer ambas”, destacó.
Son casi 8 mil kilómetros los que separan Venado Tuerto y Georgia. Distancia que seguramente a más de uno debe hacer dudar a la hora de pensar en arrancar una nueva vida de cero, en una cultura totalmente diferente, con otro idioma e idiosincrasias tan opuestas. Pero cuando uno tiene la mente puesta en un objetivo, toda barrera y distancia se acorta.
“La vida acá está muy buena. La disfruto y estoy muy contento. Los estudios al principio me costaron adaptarme, pero creo que es por la transición de secundarios a universitarios, no por el idioma ni nada de eso. Pero la verdad que ahora la vengo llevando muy bien y es cierto que pensé que me iba a costar más, que iba a ser más difícil, pero lo vengo manejando y controlando muy bien. Obviamente que estar lejos de mi familia, amigos, de mi novia, de todos, es duro, pero es el precio que uno paga por hacer lo que quiere y yo siempre quise esto y es así”, expresa muy seguro y firme.
Está claro que no sólo le costó la adaptación al estudio, sino también al deporte ya que, si bien el golf es el mismo en todos lados, en Argentina y más aún en una ciudad chica como Venado Tuerto, es difícil trascender debido a que es totalmente amateur y cuesta mucho más: “En cuanto al nivel del golf la verdad que es muy bueno, yo vine a competir porque hay una liga de deportes universitarios que es muy buena, muy grande e importante en el país, donde se compite en todos los deportes. Justamente el semestre que viene es cuando hay más torneos de golf y los mejores por eso estamos entrenando”, agregó.
“En cuanto a los entrenamientos son muy parecidos a los que hacía allá en Argentina, pero acá entreno con mis compañeros y está bueno porque es un lindo grupo y hacemos preparación física que está muy buena. Después entrenamos cada uno por su cuenta, pero como somos varios entrenamos juntos. Pero sí, el nivel es muy bueno y cuando llegué también me costó un poco adaptarme, aunque ahora ya estoy mejor y lo importante es que, cuando vos jugas con gente que es mejor que vos, te empujan a ser mejor también”, comentó consultado sobre las diferencias o similitudes que encontró en cuanto a la formación deportiva.
Está claro que Santino tiene la mente bien en claro en cuanto a sus objetivos y ya dejó en claro que cuando hay ganas, todo se puede. Pero también sabe que esto no queda acá, que todavía tiene camino por recorrer, pero con objetivos muy en claros y programados. “Mi objetivo a corto plazo es que el año que viene pueda jugar todos los torneos posibles con mi universidad, que me den la posibilidad de encarar mi otro objetivo a mediano plazo que es transferirme a otra universidad de mayor nivel de la que estoy ahora. Por supuesto que mi objetivo final es hacerme profesional del golf y llegar a jugar en el PGA Tour, que es la liga más grande que hay”, cerró.
Lo cierto es que, ese nene de 5 años que un día pisó por primera vez de la mano de su abuelo el campo de golf del Jockey Club de Venado Tuerto, hoy es todo un hombre que decidió ir tras un objetivo, dejando atrás una vida entera, pero sabiendo que sin sacrificios no hay premio. Sacrificio personal, pero también de sus familiares y amigos que, a la distancia, acompañan en cada golpe, el objetivo de ir hoyo a hoyo, hacia el camino de sus sueños.