Durante toda esta semana, quien escribe estas líneas, invitó a la gente de rugby, pero fundamentalmente a los que no son del “palo de la ovalada”, para que, si tenían la oportunidad de ver la final entre Nueva Zelanda y Sudáfrica, no dejaran de hacerlo.
La promesa de “espectáculo” deportivo estaba. Ahora debían cumplir con su parte los protagonistas.
Y por suerte para todos los que estuvieron in situ en el Stade de France, y para todos aquellos que seguimos las instancias a través de la TV, no defraudaron.
El festejo de Sudáfrica. Crédito: Sarah Meyssonnier/Reuters
Es verdad, no fue tan “agradable” desde el juego el partido. Pero eso se suplió con las ganas, la intensidad y el amor propio de dos seleccionados que dejaron todo en la cancha.
La décima copa del mundo viajó, al igual que en 1995, 2007 y 2019 rumbo a Sudáfrica. Los Springbos derrotaron 12 a 11 a los All blacks.
Primer tiempo
Era de esperarse que en la etapa inicial habría mucho de “estudio” entre ambos rivales. Más allá que se conocen y mucho entre sí.
Hubo una mala para los Springboks de entrada nomás: solo un par de minutos desde el arranque, y afuera Bongi Mbonambi. El hooker que tomó el lugar de Malcom Marx que tuvo que abandonar el mundial también por lesión, tuvo que salir porque una torcedura fuerte en su rodilla. Adentro Deon Fourie. Un hooker que en realidad es tercera línea, pero que vino cumpliendo con creces con esta función que le tocó asumir.
Parecía un partido de ajedrez. El resultado solo se alteraba de a tres. En esta línea, Pollard estuvo efectivo, además de tener más chances.
Ajustado encuentro entre Sudáfrica y Nueva Zelanda. Crédito: Benoit Tessier/Reuters
Pero esas chances eran generadas por los de verde. Los de negro, en cambio, estaban imprecisos. Y algo indisciplinados.
Y en este último aspecto, dos momentos clave: primero, amarilla con revisión para Frizell, donde se mantuvo dicho cartón. Pero más tarde, el golpe más duro. Amarilla con revisión para el capitán de los All Blacks, Sam Cane y esta vez, el chequeo no fue alentador. Roja. Nueva Zelanda se quedó sin su capitán antes de la finalización del primer tiempo.
El rubo tercera línea que venía de tener dos partidos tremendos ante Irlanda y Los Pumas, se quedaba sin poder terminar el encuentro
Su equipo rápidamente se hizo fuerte ante esta adversidad, y logró sumar un nuevo penal para poner el resultado 12 a 6 para Sudáfrica, que le daba cierto respiro a los All Blacks.
Justamente lo que tenían que hacer los de negro en el entretiempo era eso: respirar hondo y tratar de estar de la mejor manera para los últimos 40 minutos del mundial. Sabían que del otro lado, se vendrían los actuales campeones con todo, para tratar de liquidarlo.
Segundo tiempo
El complemento arrancó, obvio, ya con cuarenta minutos encima, y con las iniciativas que se repartían.
Ambos seleccionados no regalaban el “espectáculo” que a priori “prometíamos”. Pero eso lo suplían con una intensidad “tremenda”.
Otro dato disciplinario: el capitán sudafricano, Siya Kolisi, también estuvo diez minutos afuera por amarilla.
Todas cuestiones que “jugaban a favor” de Nueva Zelanda, que “aguantaba” el partido y que proponía con más ganas que ideas.
A partir de los diez minutos empezaron las variantes. Los “refuerzos” sudafricanos que se venían con todo.
Así y todo, casi sobre el primer cuarto de hora, momento en el que todo el mundo aplaudió. Tanto en el estadio como aquellos que veían el partido por TV.
Con ese amor propio, Mo´unga se inspiró, enderezó la carrera, cortó la defensa y cedió el try para Smith. Lamentablemente, todo volvió a una infracción en un line precedente y Nueva Zelanda que se quedaba con las ganas de pasar a ganar el partido.
Ninguno bajaba los brazos. Y Nueva Zelanda que se empecinaba en no irse del campo rival. Esa insistencia le terminó dando sus frutos, cuando Telea, en una de las puntas, eludió varias marcas (como casi siempre cada vez que tiene la pelota) y con cierta duda porque la pelota pareció ir para adelante, la terminó tomando Beauden Barret para apoyar el primer try de la final de 2023.
Ajustado encuentro entre Sudáfrica y Nueva Zelanda. Crédito: Benoit Tessier/Reuters
No daba respiro el partido. Es verdad, pocos puntos. Lo vistoso quedará para otra oportunidad. Acá había que valorar todo lo que estaba entregando los protagonistas, más allá del buen juego. Como por ejemplo los 23 tackles de Pieter du Toit cuando todavía quedaban 15 minutos de partido (fueron 28 en total para convertirse en el jugador del partido).
A falta de siete minutos para la conclusión del encuentro, otro momento clave y también relacionado con la disciplina: knock on intencional de Kolbe, penal en contra y amarilla.
Ambos equipos terminarían la final con un jugador menos. El penal se le abrió mucho a Jordie Barrett. Y Sudáfrica que mantenía la mínima diferencia sin haber marcado puntos en el complemento.
El lamento de Nueva Zelanda. Crédito: Sarah Meyssonnier/Reuters
Y así continuó hasta el final. Los dos seleccionados con un jugador menos, entregando todo y un poco más. El orgullo neocelandés fue realmente muy valorable. Más de un tiempo sin su capitán y estando siempre en partido. Pero no le alcanzó, pese al loable esfuerzo expresado por todos los que jugaron.
Sí le alcanzó, con lo justo, a Sudáfrica. A los Springboks no les sobró nada, está claro. Pero fueron un equipo sumamente compacto a lo largo de toda la competencia. Incluso hasta con un partido perdido.
Párrafo aparte para el staff sudafricano. Un equipo dentro de otro equipo. Tomando decisiones sin que les tiemple el pulso jamás.
¡¡LOS SPRINGBOKS SON LOS BICAMPEONES DEL MUNDO!! Tras el silbatazo final, así fue el delirio de los jugadores de Sudáfrica en el Stade de France.
En semis, a los 30 del primer tiempo, afuera el 10. Ahora en la final, otra vez el banco de 7-1 (que no había dado sus frutos ante Irlanda). Pero confiaron en sus convicciones sin dudarlo.
Sudáfrica es otra vez campeón del mundo. Logró su cuarta copa para “desempatar” con los All Blacks.
Francia se tiñó de verde. Kolisi, al igual que en Japón 2019, una vez más levantó la “Webb Ellis”. Los Springboks no dejaron dudas. Y cuando las hubo, las suplieron con lo que hay que tener para jugar partidos decisivos: defensa y actitud.
Síntesis
Nueva Zelanda: 1-Ethan de Groot (Williams), 2- Codie Taylor (Taukei’aho), 3- Tyrel Lomax (Laulala), 4- Brodie Retallick (Papali’i), 5- Scott Barrett, 6- Shannon Frizell (Whitelock), 7- Sam Cane (C), 8- Ardie Savea, 9-Aaron Smith (Christie), 10- Richie Mo´unga (McKenzie), 11- Mark Telea, 12- Jordie Barrett, 13- Rieko Ioane, 14- Will Jordan (Lienert-Brown), 15- Beauden Barrett.
Sudáfrica: 1- Steven Kitshoff (Nche), 2- Bongi Mbonambi (Fourie), 3- Frans Malherbe (Nyakane), 4- Eben Etzebeth (Kleyn), 5- Franco Mostert (Snyman), 6- Siya Kolisi (C) (Wiese), 7- Pieter-Steph du Toit, 8- Duane Vermeulen (Smith), 9- Faf de Klerk, 10- Handré Pollard, 11- Cheslin Kolbe, 12- Damian de Allende, 13- Jesse Kriel, 14- Kurt-Lee Arendse, 15- Damian Willemse (le Roux).
Tantos para Nueva Zelanda: dos penales de Mo´unga; un try de B. Barret.
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