La UIA se saca una foto con el peronismo pero anticipa que no puede pagar; las pymes esperan que el bono sea opcional o que se les permita “compensarlo con contribuciones patronales, IVA o algún otro impuesto”. El gobierno (menos el que está que el que viene) ya no quiere afectar más la recaudación fiscal, y lo sindicatos procuran la ayuda extraordinaria por decreto más la reapertura de paritarias.
La epifanía distribucionista en la que entró el gobierno de Mauricio Macri tras el traumático shock de las Paso incluyó un privilegio relativo para los empleados públicos, las rebajas de Ganancias al salario y reducciones selectivas de aportes patronales y del Iva a los productos de la canasta básica.
Y añadió la ampliación de la emergencia para devolver las cuentas fiscales al rojo primario este año, todo sin contar un nuevo retraso a las tarifas de energía. Lo que tiene de malo el “ajuste” con supuestas correcciones de corto plazo, lo promete la “cajita feliz” en un amplio horizonte de porvenir.
La mesa para negociar el bono es un gran aperitivo para la concertación social de la que habla el Frente de Todos, y eso que a los actores mencionados todavía les faltan incorporar los gobernadores (gritan en silencio a favor de más Iva y Ganancias) y las organizaciones piqueteras, muchas de las cuales siguen dispuestas a presionar desde la calle a quienquiera que gane las elecciones, con tal de no ceder posiciones en el reparto del asfixiado presupuesto nacional de una economía en crisis.
La mesa, cuando esté servida, será para racionar el pan, a menos que los milagros de campaña puedan cumplirse.