Si para el 10 de enero no llueve, la posibilidad de comprar una notebook, un celular o un respuesto de auto va a ser más estrecha y cara. Y también se van a complicar los planes de Sergio Massa para poner a la inflación que recibió en el andarivel del 7% mensual, algún escalón más abajo camino a la promesa del 60% anual en 2023.
A los citadinos de la Argentina les resultará así más evidente el aporte de la producción agrícola y ganadera a la macroeconomía del país. Es que el maíz de segunda que se implanta en noviembre y diciembre, ya tiene casi cerrada su ventana de siembra; y la soja de segunda que se extiende en siembra unos días más en enero, tampoco encuentra “humedad en el suelo”.
La Niña campea hasta marzo y no hay pronósticos de lluvia inminentes en el pronóstico de mediano plazo del Servicio Meteorológico Nacional. Iván Ordoñes, especialista en agronegocios, calculó que hay casi 2 millones de hectáreas productivas en vías de ser “baldíos” en esta campaña; lo que se plantó está en riesgo y responde a semillas de ciclo corto que procuran evitar el riesgo de “estrés hídrico”; serán -en el mejor de los casos- cosechas de menor cantidad y calidad, es decir de menor valor exportable.
El resultado más optimista son 9 mil millones de dólares menos entrando al Banco Central este año, y el equivalente a 3 mil millones de esa moneda que se restan en retenciones insustituibles para el gobierno central en déficit crónico. Aún suponiendo que se termine el gasoducto Néstor Kirchner, no compensará los 12,4 mil millones de dólares que el país importó en combustibles en 11 meses de 2022. Además China se desacelera y reprime precios de granos, mientras Estados Unidos mantiene el dólar caro con el mismo efecto.
El “dólar soja” adelantó lo que se hubiera liquidado este año y resta en la cuenta de 2023. Pero además encarece el alimento para proteína animal o el insumo para el biodiésel. La sequía adelantó la liquidación de vacunos, pero este año con menos rodeo y alimentos más caros, todos los valores de proteína animal en góndola prometen presionar al alza.
A los importadores, el Banco Central les debe unos 7,5 mil millones de dólares y el cepo a la entrada de bienes intermedios o de capital, imprescindibles para la “industria nacional”, también se compromete. Escasez de cantidad, corrige por precio.
¿Puede Economía sacar más dólares de la galera? Acaso licitar el 5G procure unos US$500 millones, sin contar lo que costaría traer el equipamiento para que eso funcione. Eso si es que hay inversores dispuestos a omitir el daño institucional de un presidente con un puñado de gobernadores, procurando voltear a la Corte, sin apoyo suficiente en el Congreso.
Pero incluso en esa posibilidad, son números que no conmueven la severidad celestial por la falta de lluvias que bendigan el suelo y a quienes lo trabajan. Porque -hay que decirlo- no es sólo esperar el aporte de los cielos.
El año pasado -acuerdo mediante- el FMI le “prestó” al gobierno del Frente de Todos, financiamiento neto por 1,1% del PBI; no sólo no pagó la “herencia de Macri” sino que la agrandó, sin contar la fenomenal deuda en pesos (unos $20 billones entre fiscal y cuasifiscal).
Jorge Vasconcelos (Ieral) advirtió que las proyecciones del staff del FMI señalan que la Argentina deberá devolver este año, en términos netos, el equivalente a 0,3 % del PIB en las operaciones con el organismo. Y para llegar a un déficit primario de 1,9 % del PBI, tendrá que ajustar el gasto del sector público nacional en 1,8 puntos porcentuales.
Un déficit mayor al pautado se enfrentará a la dificultad del financiamiento, por un mercado condicionado por el “día después” del próximo recambio presidencial, dice el especialista. Uno menor -se puede añadir- confrontará el trabajo de Sergio Massa con las exigencias de Cristina Kirchner, en un año electoral.