Víctor Fruttero y Ricardo Latorre, empleados de la empresa. Foto: Flavio Raina
Los trabajadores de la empresa esperan novedades antes de fin de mes. Una consultora santafesina está realizando un estudio de la firma para salir a buscar inversores.
Víctor Fruttero y Ricardo Latorre, empleados de la empresa. Foto: Flavio Raina
Gabriel Rossini
Los trabajadores de Estambul aguardan con expectativas para antes de fin de mes novedades respecto a la posible llegada de un inversor a la empresa, que inyecte el dinero necesario para impulsar la producción de la tradicional firma santafesina.
Para ello, la consultora santafesina Regali y Asociados está haciendo un análisis completo de la empresa, desde los costos hasta la fórmula de venta, productos, inserción en el mercado, deudas de la empresa con la Afip y proveedores, situación societaria. Una radiografía completa a fin de captar inversores, cosa que no se hizo nunca desde 1948.
“Estambul está trabajando con normalidad y vendiendo todo lo que produce. Los clientes están y la gente nos responde. También le estamos cumpliendo a los comerciantes que les debíamos la mercadería que nos habían comprado en preventa. A los proveedores les pagamos lo que nos traen y tratamos de ir achicándole la deuda que tenemos. Así estamos funcionando buscando superar la coyuntura”, le dijeron a El Litoral Víctor Fruttero y Ricardo Latorre, empleados de la empresa.
Hace tiempo, el gerente a cargo de la empresa Cesar Sarchi en una conferencia en la Unión Industrial de Santa Fe habló de la necesidad de inyectar en la empresa alrededor de 1,5 millones de pesos para capital de trabajo fundamentalmente y para ir achicando la deuda salarial que tiene la empresa con los trabajadores. Ese dinero nunca se consiguió. Sólo el gobierno provincial puso 400 mil pesos y el resto es el producido de las ventas de la firma.
La empresa está siendo hoy coadministrada por los trabajadores, quienes formaron una comisión encargada del manejo operativo y financiero en el día a día. “Controlamos el dinero que entra y el que sale. Vemos el balance, los números, decidimos que se compra y que se paga. Es más, en algunos casos tomamos decisiones consensuado con el dueño que está a cargo de la empresa, fundamentalmente en lo referido a lo que son las ventas del producto y la compra de los insumos lo manejamos nosotros”, explicó.
Los trabajadores destacaron, además, el apoyo del sindicato que los agrupa -el Sindicato Único de Trabajadores de la Industria de Aguas Gaseosas- que les prestó plata para insumos como el gas para la soda y para soplar botellas, y les sostiene todas las prestaciones de salud pese a que hace más de un año no se le pagan los aportes y contribuciones. “Américo Romero (el secretario general del sindicato) nos ha dicho que nos quedemos tranquilos en esto, que la cobertura de salud se prestará sin ningún problema”, dijeron.
Además de las deudas con proveedores y el sindicato, la empresa le debe a cada uno de los 56 empleados desde 2012 y por distintos rubros entre 30 y 40 mil pesos como mínimo, deuda que ha sido judicializada para que no prescriba. “Pedimos a un juez un embargo preventivo y nos dio la razón. Por eso, si nosotros queremos ejecutar esa deuda lo podemos hacer, pero nadie lo hará. Y en caso que la empresa no tenga más continuidad, nosotros vamos a ser los primeros en cobrar”, explicaron.
También existe una millonaria deuda con la Afip, superaría los 27 millones de pesos, pero han hablado con las autoridades del organismo fiscal nacional y han llegado a un acuerdo de espera hasta resolver la situación. También están pendientes desde diciembre la llegada de Repros que aún no se hicieron efectivos.
Diferencias
Los trabajadores de Estambul se encargaron también de marcar las diferencias con el derrotero de Naranpol, que terminó convertida en una cooperativa de trabajo. “Si bien es una salida que nos ofrecieron hace algo más de un año, la rechazamos por varias razones objetivas y porque además la consideramos muy conflictiva. Por la cantidad de empleados que tenemos no es viable, la cuestión societaria de la empresa no permite hacerlo y no es recomendable. Además, lo primero que tiene que haber para que haya una cooperativa es una quiebra de la empresa. En Naranpol, había un dueño y aquí varios. Cuando nos la ofrecieron nos quedábamos con más deudas que otra cosa”.
El gran capital de la empresa es hoy, además de los trabajadores, el galpón donde funciona la empresa sobre Pedro Vittori y la marca porque, según dicen los empleados, “las máquinas son obsoletas y funcionan gracias a la operatividad de los compañeros”.
“Nosotros desconocemos quienes pueden ser los posibles inversores. Lo que sabemos es que la gente de la consultora que está trabajando es la que puede arrimar algún inversor. Porque es muy difícil salir a ofrecer sin tener una radiografía detallada y un diagnóstico preciso”, explicaron.