“Lo que está pasando es el mismísimo caos”. Entre la angustia del momento que atraviesa la economía argentina tras las elecciones primarias el último domingo 13 de agosto, entre una risa nerviosa por no saber qué va a pasar, un empresario del rubro alimenticio -prefirió resguardar su nombre- con base en la ciudad de San Cristóbal, al noroeste de la provincia, contó a este medio cómo son estos días de altísima volatilidad.
“No paramos en todo el día y estamos con un nivel de incertidumbre abismal. Las empresas (mayoristas) no están ofertando casi nada o no tienen precio o no quieren entregar mercadería, y con eso tenemos que salir a venderle a los clientes que tenemos en la calle”, dijo.
Se manejan hoy con algunos de los pocos que quieren dar un precio de referencia para determinado producto. “Pero eso mismo mañana ya puede cambiar y ser totalmente diferente al que teníamos ayer. No alcanzamos a modificar lo que tenemos en nuestros locales que ya tenemos precios nuevos”, lamentó.
Qué opinan los consumidores
Todo esto se suma al malestar del consumidor. “Son horas y horas tratando de protegerte del aumento de precios e intentando trasladarlos a la góndola, aun recibiendo el enojo de los consumidores y poniéndole el cuerpo a ese enojo, pero tenemos que resguardamos de esos sacudones que son muy grandes. Hace 10 años, una lista saltaba el 2%; hoy pasa al 25% de golpe. Entonces los márgenes de rentabilidad quedan comprometidos”, dice el emprendedor mercantil.
Las emociones que corren hoy por el cuerpo del comerciante son “hartazgo, dudas, incertidumbre, como cualquier ciudadano del país. Las firmas no atienden los llamados, no hacen entregas de mercadería, no hay precios y, los pocos que hay, se terminan cambiando al otro día. Entonces estamos sin descanso, con el doble de laburo, porque está todo muy volátil”, remarcó.
Incluso, mencionó que “algunos comercios del rubro, muy pocos, que decidieron cerrar hasta tanto la situación se estabilice un poco”.
No todo aumento va a la góndola
Una gran parte de los comerciantes “no trasladamos a góndola todo el aumento de precios, porque se entiende claramente que el asalariado no va al ritmo de lo que aumentan los alimentos, los cuales aumentan mucho más los niveles inflacionarios actuales”.
Y los comportamientos del consumidor también cambian. “Ahí es donde se reducen lo márgenes de ganancia, ya que no todos los productos se remarcan con el mismo porcentaje. Lo que es canasta básica se marca menos, entonces si uno de los productos salta un 20 ó 25 por ciento, estamos en problemas. Todas estas cosas generan que el consumidor elimine los productos que no son de primera necesidad, que a otra calidad de productos o que lleven menos cantidad de unidades”.