No hay divisas suficientes para dolarizar; licuar pasivos del BCRA aceleraría pobreza y desempleo. El Ieral/Fundación Mediterránea analiza el “shock secuenciado” del Plan Real.
“La emisión monetaria de origen fiscal, muy expansiva a lo largo del segundo semestre de 2021, ha pasado a ser conservadora en el primer trimestre de 2022, por lo que la aceleración inflacionaria de este primer trimestre puede resultar paradójica”, dice un análisis del Ieral/Fundación Mediterránea al analizar los últimos datos del Indec.
“En realidad -explica- era esperable por el rezago con el que actúa la política monetaria, y también por la distorsión de precios relativos que se venía acumulando, y que en marzo ha tenido una corrección todavía marginal, con ajustes de precios de combustibles y energía.
“A eso -advierte- se agrega el impacto del shock externo desatado por la invasión de Rusia a Ucrania”. “Desde mediados de 2020 -explica- las mediciones que apuntan a calibrar la ‘inflación reprimida’ muestran un desfase anual superior a los 8 puntos porcentuales. Desde diciembre de 2018, el promedio simple de las tarifas de agua, gas y electricidad en CABA registró una variación del 75%, entre una cuarta parte y un tercio del guarismo acumulado por la inflación núcleo, que fue de 254 %”.
El informe de Jorge Vasconcelos y Mariano Devita enfoca las alternativas que tiene la economía para buscar una salida, y propone analizar “statu quo”, gradualismo, dolarización o una secuencia de medidas al estilo del “Plan Real”
“La aceleración inflacionaria aviva el debate acerca de qué hacer. La opción de convivir con la inflación y seguir acentuando la distorsión de precios relativos con controles más estrictos es un enfoque muy riesgoso, porque en el actual andarivel de suba mensual de precios los escenarios tipo ‘Rodrigazo’ no pueden ser desechados”
“Combatir la inflación en base a un enfoque gradualista, apuntando a una escalera descendente de las tasas anuales en años sucesivos puede ser factible con guarismos en torno al 20 % anual. Pero, cuando la suba de precios se instala en torno al 60 % anual, el camino gradualista no parece recomendable para un país de creciente indexación de variables como es la Argentina”.
Señala el informe del Ieral, que coordina Vasconcelos, “las reformas y ajustes que se deben hacer para implementar la dolarización son las mismas que se necesitan para bajar la tasa de inflación, pero sin perder la autonomía monetaria.
“Dadas las reservas propias con que cuenta actualmente el BCRA, implementar una dolarización ‘de jure’ implica una muy fuerte devaluación previa para canjear las pocas divisas existentes por todos los pasivos monetarios del Central”
Expone el análisis que “en una economía con un nivel de pobreza cercana al 40%, hay que advertir que la licuación de los pasivos del Banco Central tiene como contrapartida los activos del sector privado. Además, el Banco Central no podría ejercer su rol de prestamista de última instancia, mientras que, frente a shocks externos, el ajuste del tipo de cambio real se realizaría mucho más lentamente, a través del a través del mecanismo de la deflación, con consecuencias negativas sobre el empleo”
“Otra opción, superadora de la pulseada gradualismo vs dolarización se basa en la experiencia del Plan Real de Brasil, un programa de estabilización de shock pero “secuenciado”. Fue anunciado a fin de 1993 y aprobado en el Congreso, pero el “Real” recién entró en circulación el 1ro de julio de 1994”.
Repasa el documento que “los contratos se desindexaron, con una transición en la que se utilizó sólo en forma temporal la equivalencia de 1 a 1 entre la nueva moneda y el dólar, pero lo que dio credibilidad inicial al plan fue una política fiscal que duplicó el superávit primario del sector público, de 2,3 % del PIB en 1992 a 4,3 % en 1994.
“Por su diseño, la materialización y el éxito del ‘Plan Real’ dependía enteramente del tratamiento por el Congreso de las leyes presentadas por el Ejecutivo. Pero, a su vez, las inevitables medidas de ajuste fiscal quedaron conectadas directamente ante la opinión pública como el paso necesario para que la tasa de inflación se desplomara”.
El plan fue anunciado a fin de 1993 y aprobado en el Congreso. La nueva moneda entró en circulación el 1ro de julio de 1994, “posibilitando que la tasa de inflación pasara del andarivel del 40 % mensual a menos del 3 % en unas pocas semanas.
Congreso y respaldo
“Por su diseño, la materialización y el éxito del ‘Plan Real’ dependía enteramente del tratamiento por el Congreso de las leyes presentadas por el Ejecutivo. Pero, a su vez, las inevitables medidas de ajuste fiscal quedaron conectadas directamente ante la opinión pública como el paso necesario para que la tasa de inflación se desplomara”.