Juan Chiummiento
Juan Chiummiento
El jueves 5 de diciembre de 2019 amaneció despejado en gran parte de la región pampeana. Conforme pasaron las horas, el clima se tornó muy caluroso, a tono con el inminente comienzo del verano. Un día, en resumen, aparentemente normal. Sin embargo, para numerosos actores locales del sector agropecuario, esa jornada marcó el inicio de una tormenta que hasta hoy les quita el sueño y cuyos efectos son aún impredecibles. Nos referimos al default de la agroexportadora Vicentin, una tradicional firma del norte santafesino que desde hace seis meses hace tambalear al mercado de granos argentino.
En aquella histórica mañana, los home banking de productores, corredores y acopiadores no reportaban lo que debían ser las liquidaciones de la empresa santafesina. Cuando se cansaron de apretar F5, los mensajes vía WhatsApp y correo electrónico comenzaron a multiplicarse. “¿Qué pasa con Vicentin?” fue la pregunta que más circuló por esas horas, hasta que la propia firma emitió un comunicado en el que anunció estrés financiero a causa de “un contexto de crisis recurrentes, aumento de tasas de financiamiento, cierre de mercados y el incremento permanente del costo argentino”.
En rigor, la firma ya venía pateando pagos desde algunos meses atrás, pero esas dificultades eran salvadas al poco tiempo. La magnitud de lo ocurrido ese jueves era diferente, al punto que uno de los principales operadores del mercado ordenó frenar repentinamente todas las entregas de granos a la aceitera. Hubo incluso un desvío sobre la marcha en el recorrido de cientos de camiones, que originalmente se dirigían a las plantas de Vicentin pero terminaron estacionando en las playas de otras terminales portuarias. Mientras desde la casa central en Avellaneda se intentaba llevar tranquilidad, en la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) se celebró a media mañana una reunión de urgencia. Algo grande estaba a punto de suceder.
“Estamos evaluando distintas alternativas y trabajando para poder cumplir los compromisos adquiridos. Somos una empresa familiar que ha crecido y generado oportunidades a partir del apoyo de sus trabajadores, proveedores y de las entidades financieras que en distintas etapas han acompañado y apoyado a la empresa. Confiamos en continuar contando con ese apoyo para resolver de manera exitosa la circunstancia que nos toca transitar”, rezaba en su parte final el texto enviado apenas pasadas las 10 horas.
La cesación de pagos se produjo a menos de una semana del recambio presidencial, hecho que permitió dar lugar a todo tipo de teorías, que giraban en torno a la muy cercana relación entre Mauricio Macri y Alberto Padoan -principal accionista de la compañía y hasta unos días antes titular de la BCR-. Dos hechos las alimentaban muy fuertemente: por un lado, el Banco Nación había sido el principal socio financiero de Vicentin -le prestó 18.000 millones de pesos-; por otro, las empresas del grupo habían sido las principales aportantes para la campaña de Cambiemos.
Va para largo
Mucha agua corrió bajo el puente desde el 5 de diciembre. Nuevo gobierno, cambios en las reglas de juego y hasta un virus que puso patas para arriba la economía mundial. Sin embargo, lo que se mantiene sin cambios es el desconcierto reinante en la mayoría de los acreedores de la agroexportadora, que no encuentran certezas a la pregunta que los desvela desde hace 180 días: ¿Cuándo cobrarán sus deudas?
El interrogante luce tanto más compleja hoy que seis meses atrás, cuando desde la propia empresa vociferaban que no iban a ingresar en un concurso preventivo. Productores, corredores y acopiadores sabían muy bien que cualquier intromisión de la Justicia supone extender plazos, realizar trámites y un sinfín de idas y vueltas que muchos ya habían vivido con otros defaults que antecedieron al de Vicentin.
En plena feria de enero, mientras la empresa intentaba apurar la firma de un Acuerdo Preventivo Extrajudicial, el nombre de la tradicional agroexportadora del norte santafesino se empezó a repetir en los tribunales de Rosario. Al tiempo que comenzaron a trabarse los primeros embargos a pedido de algunos de sus acreedores, también ingresó la primer solicitud de quiebra. Estos hechos precipitaron el pedido de convocatoria, que finalmente se produjo el 10 de febrero: el expediente ingresó a las 10:31 y recayó en el Juzgado Civil y Comercial de la 2° Nominación, a cargo de Fabián Silvano Lorenzini. Contó con el patrocinio de los abogados Guido Ferullo, Héctor Vizcay, Javier Cabral y Javier Alegria.
Pese al lobby ejercido desde el sur provincial, Lorenzini logró mantener bajo su tutela la causa y lo abrió formalmente en marzo, estableciendo un extenso calendario de fechas, a tono con lo que marca la Ley de Concursos y Quiebras.
Si bien la opción del APE promete plazos más interesantes desde la perspectiva de los 2.368 acreedores, por el grado de avance del concurso será imposible que llegue a buen puerto sin la aprobación de la bancos internacionales, con mayor espalda para esperar las mejores condiciones de cobro.
Para homologar el APE, Vicentin debe solicitar a la Justicia el desistimiento de la convocatoria, lo que sólo puede ser posible con la conformidad de los acreedores que representen el 75% del capital quirografario. Para llegar a esa cifra será condición sine qua non el visto bueno de los dos principales acreedores externos: la estadounidense International Finance Corporation y la holandesa Netherlandese Financerings, que entre ellas tienen poder de veto sobre el proceso por tener créditos por 25.733 millones de pesos (un 25,8% del total).
Julio 2021
En un escenario por demás de optimista, el concurso podría cerrarse hacia julio de 2021, cuando venza el período de exclusividad -el último de los pasos formales-. Teniendo en cuenta que el mismo puede extenderse hasta dos meses después por pedido de Vicentin, los primeros pagos podrían aparecer recién al final del año próximo, aunque ello podrá dilatarse aún más en función de la propuesta que haga la empresa.
2019 será recordado sin dudas como el año de las grandes cesaciones de pagos en el agro: Sebastián Grimaldi SA, Cereales del Sur y BLD dejaron un pagadiós por 7.400 millones de pesos. La cifra sonaba importante, pero resulta exigua al compararla con el rojo de Vicentin: 99.345 millones de pesos.