Por Patricio Dobal
El plan es motorizado por una startup y un laboratorio afincado en Rosario. Recibieron fondeo estratégico.
Por Patricio Dobal
El desarrollo de materiales que sean capaces de reemplazar a los tradicionales que en su producción implican un impacto medioambiental negativo está en auge. No es una moda, hay fondos públicos y privados que apuestan cada vez más a profundizar investigaciones que permitan avanzar en nuevas técnicas. La provincia de Santa Fe no es una excepción al fenómeno y en los últimos años se han multiplicado las experiencias que posibilitan alianzas entre laboratorios de base estatal con startups privadas que se vinculan para darle forma a procesos de alta innovación.
La biotecnología es quizás la muestra más clara de lo que se viene y en Rosario, se cocina un plan que busca crear un sustituto al cuero ganadero a base de hongos y orujo vitivinícola. Detrás del objetivo está una sociedad conformada por emprendedores que hace tiempo vienen trabajando en ideas que permitan darles valor a materiales menos contaminantes y un instituto de Conicet.
El proyecto en cuestión se llama Wonder y se encuentra hoy en fase experimental. “Trabajamos con hongos y con el orujo, que es ni más ni menos que el residuo de la industria vitivinícola. Básicamente lo que estamos haciendo es hacer crecer el hongo empleando el orujo como sustrato, de ese proceso se rescatan fibras que son el componente básico de este biocuero”, precisó Martín Vasquez, ingeniero industrial de 30 años, que viene de consolidar una marca que al momento de su irrupción generó fuerte impacto.
Vasquez fundó junto a su socia, la licenciada en ciencias ambientales Martina Uthurralte, Qualia, una marca de triple impacto que nació entre Rosario y San Nicolás y que comercializa anteojos con plástico reciclado. Con ese negocio activo y consolidado, ambos se metieron en la experimentación de los biomateriales.
“Estamos trabajando muy bien y empleamos puntualmente el micelio que son las raíces del hongo que por naturaleza constituyen una fibra muy resistente y a la vez flexible”, amplió Vasquez. La idea se cocina en el laboratorio del Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos de Rosario (Iprobyq) que tiene doble dependencia, Conicet y UNR. La pata científica del desarrollo lleva la firma de una referente de dicho instituto, Diana Romanini.
Como parte del trabajo de experimentación, el grupo acaba de ser confirmado para recibir un monto muy valioso de parte de la Agencia Santafesina de Ciencia, Tecnología e Innovación (Asactei) en el marco del programa Emprende EBT, que pauta la entrega de aportes no reembolsables por parte del Gobierno de Santa Fe, pero exige a los beneficiarios la inversión de una suma similar.
“El desembolso es estratégico ya que nos ayuda para adquirir equipamiento esencial para profundizar el trabajo de laboratorio con miras a poder desarrollar un primer prototipo funcional basado en el nuevo material”, indicó en bioemprendedor sobre el plan que busca sacar pronto una campera o un bolso 100% a base de biocuero, para conseguir a partir de un objeto palpable inversores de riesgo interesados en apostar por la novel empresa.
“El cuero de ganado es un coproducto de la industria ganadera y es muy contaminante. Además integra la industria de la moda, que es la segunda más contaminante del planeta. El cuero siempre está de moda y la alternativa al cuero animal es el sintético, que está basado en plástico y también es contaminante. Nosotros queremos hacer un biomaterial sostenible y creemos que estamos en el buen camino”, puntualizó.
Si bien hay desarrollos similares a los de Wonder que se gestan en diferentes lugares del mundo, ninguno todavía logró escalar de la fase de laboratorio a la planta piloto. “Estamos todos más o menos en el mismo grado de maduración por lo que creemos que este tiempo es muy valioso para tener cuanto antes resultados palpables. Apostamos a eso”, finalizó Vasquez.