¿Qué escenario político y económico se disparó con los resultados de las elecciones del 13 de agosto?
Viene trabajando, junto a un grupo de especialistas, en un plan económico para un eventual gobierno de Juntos por el Cambio a partir del 10 de diciembre. Participó de un encuentro organizado por el candidato a senador por el departamento La Capital Paco Garibaldi, bajo el planteo "¿Se puede salir de la crisis? Claves para una región y un país que buscan recuperar la senda del desarrollo productivo".
¿Qué escenario político y económico se disparó con los resultados de las elecciones del 13 de agosto?
-Hasta hace poco el escenario base que tenían los inversores, el Fondo Monetario, los empresarios, era que Juntos por el Cambio iba a ganar, con alguna diferencia exigua, y entonces estaban todos mirando qué era lo que decían los economistas de Juntos por el Cambio y ampliando expectativas en función de eso, de cuánta chance le daban, de qué estabilizaban el primer año, etc. Pero había cierta confianza en que esos economistas, entre los que me incluyo, más allá de las diferencias, iban a encontrar la manera de ordenarla, de desacelerar la crisis, eventualmente de consolidar algún nivel mínimo de crecimiento. Ese ya no es el escenario base. Hoy existe una alta probabilidad de que gane un candidato que no tiene un plan para el 2024 y ese nivel de incertidumbre se ve en las variables económicas, en los bonos y en el mercado cambiario.
-Milei ha dicho que está preparado para asumir ya, que tiene los equipos. ¿Por qué vos decís que no tiene un plan?
-No lo digo yo, lo están empezando a decir ellos mismos, sus equipos, sus voceros. Tienen un montón de propuestas, pero nosotros estamos hablando de la secuencia, del detalle, de cuándo empiezan a implementarse. La dolarización supuestamente es la bala de plata con la que se estabiliza la economía. Pero hoy hay dos programas de dolarización distintos. Está, por un lado, Carlos Rodríguez, que dice que hay que hacer que la gente saque los dólares de abajo del colchón, y por el otro está Emilio Ocampo, que piensa que puede emitir deuda colateralizada con deuda, cosa que yo creo que no tiene mucho sentido. Pero al margen de eso, ninguno de los dos piensa que la dolarización es desde el día uno. Entonces la pregunta natural es qué hacemos el día uno. Lo mismo con la consolidación fiscal, todo el mundo dice que hay que reducir el déficit fiscal, pero ellos ya salieron a decir, creo que fue Emilio Ocampo, que reducir 5% el déficit fiscal en un año es imposible. Entonces ¿qué es lo que van a hacer? ¿Van a ir al balance fiscal en el primer año? ¿Dónde van a recortar, si ya salieron a decir que no van a recortar empleados ni planes…?
-Cargos políticos han dicho hasta ahora.
-Bueno, los llamados cargos políticos, si bien hay que recortarlos por una cuestión llamémosla moral, no son mucho dinero. Y de hecho, nosotros pasamos por esto en el 2018, hubo una reforma del sector público, que eliminó ministerios, consolidó ministerios, y no se ahorró nada con eso, se perdió un poco de productividad por la reorganización. Entonces, si todo lo que tienen en mente para reducir el déficit fiscal, que es uno de los problemas detrás de la inflación, es reducir el gasto político, eso para mí no es un programa.
- Hasta fin de año, a las próximas elecciones, y eventualmente hasta el nuevo gobierno, Argentina entra en una zona de turbulencias como no teníamos desde la crisis por la salida de la convertibilidad ¿Cómo transitar esto hasta diciembre con un gobierno nacional debilitado, con un probable ganador sin plan, y con Juntos por el Cambio, que aún no definió para dónde ir?
- Hay varias cosas que deberían definirse relativamente pronto. Empiezo por casa. Juntos tiene que especificar mucho mejor, ahora que se definió la interna, cuál es el plan, porque tampoco es que esa propuesta está tan clara. Y eso se está haciendo en este momento. Este semana hay gente pensando en los detalles, por lo menos del posicionamiento general y cuál va a ser el mensaje que les va a dar la población, no tanto a los votantes de Juntos como hasta ahora. El gobierno nacional depende mucho del próximo, porque la idea es, como está implícito en el programa del Fondo, tirar un puente hasta el próximo gobierno y allí hacer un plan de estabilización. Si el próximo gobierno no ancla las expectativas, le cuesta mucho más a éste mantener las variables bajo control. Eso se vio el lunes después de que Milei saliera primero, porque como es una incertidumbre, impacta en el mercado, en el precio de los bonos, en el tipo de cambio. Ahora, en cualquier caso, y si bien soy muy reacio a decir esto explota, que no llegamos, la probabilidad de que alguien cometa algún error, de que las expectativas se deterioren, de que la fragilidad se materialice en una corrida, que generalmente es muy baja, hoy no es tan menor y el gobierno, la oposición mucho menos porque no tiene casi incidencia, debe ser muy cuidadoso con lo que hace, porque el nivel de exposición es mucho más alto que el que tuvimos hace un año y puede derrapar.
-Hace mucho tiempo que escuchamos de distintos economistas la necesidad de implementar un plan de estabilización. ¿Coincidís con la idea? ¿Qué considerás que tiene que tener un plan de estabilización en el contexto económico actual?
-Varias cosas. Primero hay que tener un programa de consolidación fiscal, aunque con este nivel impositivo no se puede subir impuestos sino que va a ser fundamentalmente de reducción de gastos. Esto simplemente para dar la seña a la población de que no se va a financiar el déficit con inflación, y aunque la consolidación lleve un año, hay que generar expectativas de que no se volverá a darle a la maquinita durante el año. Eso desde el día 1. Hay que tener un programa monetario apuntando a la inflación. Nosotros no tenemos uno publicado, presentado en el Congreso, que sea estrictamente antiinflacionario, desde hace 20 años. Creo que el último que se presentó fue en el 2002, donde participé cuando estaba en el Banco Central. Después es todo muy nebuloso, pero no hay un Banco Central que diga, mira, este es el plan, esta va a ser la tasa, este va a ser el tipo de cambio indicativo, esta va a ser la inflación a la cual apuntamos. Necesitamos eso y necesitamos un Banco Central independiente que lo gestione. Posiblemente necesitemos una política de ingresos para asegurarnos que los trabajadores, sobre todo los informales, no sean los que paguen el impacto inicial del reacomodamiento de precios relativos porque el salario va a llegar a fin de año muy golpeado y no debería ser una variable de ajuste. De hecho, el plan de estabilización debería subir el salario real en 10-20% en el primer año. Y cuarto, tenemos que recuperar el financiamiento externo porque si nosotros no tenemos posibilidades de emitir deuda para pagar deuda, en el 2025 vamos a entrar en default y la estabilización del 2024 se va a caer.
- ¿Hay margen social para hacer un plan de estabilización con salarios africanos para la mayoría de los trabajadores, dos dígitos de inflación, malhumor social por una década de retroceso?
- Esa pregunta que suele ser un lugar común, es la pregunta central, porque la gente te pide estabilización. De hecho, Paco Garibaldi me contó que aún en Santa Fe a veces la inflación es el principal problema, incluso por arriba de la seguridad. La gente pide claramente basta de inflación. Pero por el otro lado no se puede hoy pensar la macroeconomía sin pensar en las dimensiones sociales y políticas por el nivel de fragilidad en el que estamos. Venimos de 5 años de crisis y de 2 años de pandemia. Ya no hay más aguante social y hay que ir con muchísimo cuidado para evitar daños colaterales. Ahora, el desafío es cómo avanzar con la estabilización con un mínimo de sacrificio. Pero si no estabilizás, vas a seguir ajustando por el salario pura y exclusivamente por el aumento de la inflación. Y ni hablar de los asalariados que son informales o independientes, que no tienen negociaciones colectivas que los protejan de alguna forma de la inflación. Hay que estabilizar porque de lo contrario seguramente a la gente le va a pasar peor.
- Además, ser un líder que conduzca el proceso, que le cuente a la gente que tendrá que hacer sacrificio seis meses…
- No, ahí quiero decir algo porque a veces se pone demasiado énfasis en el sacrificio. Yo no estoy hablando de seis meses. El impacto puede ser el inicial porque hay precios que están muy atrasados y precios que están adelantados y son demasiado caros por la brecha cambiaria o la protección comercial. Hay que tener mucho cuidado para que ese realineamiento de precios sea equitativo en el sentido de que el salario y la jubilación no sufran. Pero deberíamos estar creciendo en el segundo trimestre de 2024. Y no sería un plan de estabilización si no se logra elevar el salario entre un 10 y un 20% para fin de año.
- ¿Dos ejemplos virtuosos fueron el Plan Austral y el que implementó Remes Lenicov en 2002?
-Sí, en el Austral se olvidaron, o más bien no fueron empoderados para hacer las reformas. Les pidieron que bajaran la inflación y tenían una serie de reformas que quisieron impulsar, pero Alfonsín no encontró el espacio político para impulsarlas. En el caso de 2002 fue también así porque la misión de Duhalde era sacarnos de la crisis, pero nadie le había dado el poder para hacer reformas. Yo estaba en el Banco Central entonces y lo que nos pedían era que ordenemos la situación porque iba a ser el próximo presidente el que iba a hacer las reformas. Si hubiéramos hecho las reformas, posiblemente habríamos tenido un crecimiento más genuino. Pero la verdad es que después vino Kirchner, surfeó la recuperación que se inició en el 2002 y nunca se pusieron a hacer las reformas. Por eso digo que es importante estabilizar y también hacer las reformas.
- ¿Es necesaria una reforma laboral? Y, en todo caso, ¿de qué tipo?
-Ahí hay un error conceptual. Los especialistas laborales hablan como si fuéramos Alemania donde el 95% de los trabajadores son empleados en relación de dependencia registradas. Acá eso es un tercio de la fuerza laboral. Entonces, todo lo que hablamos, paritarias, convenios, sindicalización, beneficios laborales, son para ese tercio. Los otros dos tercios están afuera del sistema. No tienen nada. Son trabajadores en negro o cuenta propistas que no tienen ningún beneficio, no entrán en las negociaciones colectivas, están afuera del radar. Yo no creo que haya que reformar mucho lo que concierne al primer tercio. A lo sumo habría que regular las multas que dan lugar a la industria del juicio, o sacar una maleza que se generó alrededor de una ley de contrato de trabajo que es bastante razonable. Pero hay que pensar qué hacer con los otros dos tercios, cómo hacer para que el asalariado en negro sea formalizado y tenga licencias, algún tipo de seguro, licencia por enfermedad, vacaciones. La reforma debería apuntar a expandir los beneficios laborales para incluir a esta gente que ya es la amplia mayoría.
-Esa es una muestra de la desigualdad de trato del Estado, como lo hace en este caso con los trabajadores registrados y con los dos tercios que no lo están y manifestaron su enojo por ejemplo votando a Milei.
-Milei representa a mucha gente, tampoco lo quiero simplificar, enojada con los políticos, que tienen que aprender a salirse de ese lugar, a renovarse. Que el enojo sea racional no implica que el "que se vayan todos" sea racional, pero el enojo tiene su racionalidad. Hay algo del fenómeno Milei que la política profesional debería tomar en cuenta. El mercado laboral dual que tenemos es finalmente la base de una sociedad dual, de residentes y visitantes. Entonces tenemos que hablar de los visitantes generando formas de acceso, en el caso de los informales, a la formalización sin que sea costosa para ellos. Hay formas de hacerlo, por ejemplo, alivianando los requerimientos impositivos y formales a las pequeñas empresas, a las micro empresas para hacer que sea más fácil y barato blanquear a sus trabajadores. Y hay un montón de independientes a los cuales hay que darle soluciones del lado de la capacitación, de la conectividad. Hay mucha gente que trabaja remoto, en lugares del interior del país donde Milei arrasó. Tenemos que facilitarles a ellos el acceso a trabajos independientes, en la medida en que no va a haber empleo para todos de un día para el otro. Hay un montón de medidas específicas que son laborales, y que no implican ir a pelearse con los sindicatos. Creo que la reforma laboral por eso a veces se confunde. El oficialismo dice que ataca los derechos de los asalariados y nosotros decimos que agrega derechos a los que quedaron afuera.
-¿Que tipo de efectos va a tener el acuerdo con el FMI que anunciará Massa? ¿Puede traer un poco de tranquilidad?
-El acuerdo existe y es el programa. Lo que se va a aprobar es la revisión que venía muy demorada de junio y con ello el desembolso de la cuota de junio y la siguiente. Eso está descontado. El Fondo le pidió a Masa, antes de las PASO, que hiciera ciertas cosas. Massa les dijo que algunas las podía hacer antes y otras después, como la devaluación. Una vez hechas, el el Fondo se comprometió a aprobar la revisión. Y eso es lo que está pasando.
- ¿No se verán reflejados en la economía real?
-No, ni siquiera en la capacidad de intervención del Banco Central porque gran parte de ese dinero va a ir para pagarle al FMI o a los que nos prestaron para pagar antes de las PASO como la CAF, el Banco de China y Qatar.
- En tu cuenta de Twitter escribiste muy seguido la expresión "es una cuestión de fe" referido a determinadas medidas económicas que dicen se van a aplicar en caso de ganar las elecciones, los economistas de Milei.
-Hay mucho mesianismo en general, en cualquier propuesta populista y en este caso, en la de Milei. La gente tiene confianza de que de alguna forma u otra las cosas que les prometieron van a salir. Les prometió eliminar la casta, les prometió estabilizar con dolarización. Yo creo que hoy él no sabe cómo implementar todo esto, que lo está pensando. Creo que cree que ese es el camino, es honesto en lo que dice, pero no sabe cómo implementarlo. Pero con sus votantes es muy difícil argumentar porque hay una cuestión de fe en lo que él propone y un escepticismo total sobre lo que otros proponen. Muchas veces cuando uno les pregunta cómo va a hacer determinada promesa la respuesta es, "mirá, no sé, pero todos los demás ya se equivocaron. Al menos probemos una cosa distinta". Y eso es una cuestión de fe.
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