Leve mejora en la distribución del ingreso, pero persisten fuertes desigualdades
El coeficiente de Gini descendió a 0,430 en el cuarto trimestre de 2024. Sin embargo, las brechas entre ricos y pobres, entre varones y mujeres, y entre trabajadores registrados e informales continúan marcando el mapa de la desigualdad.
El último informe de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, correspondiente al cuarto trimestre de 2024, revela una leve mejora en los indicadores de distribución del ingreso en Argentina. El coeficiente de Gini —una de las medidas más utilizadas para cuantificar la desigualdad— fue de 0,430, mostrando un pequeño descenso frente al 0,435 del mismo período del año anterior.
Este indicador, que oscila entre 0 (igualdad total) y 1 (desigualdad absoluta), refleja que, pese a la mejora interanual, las desigualdades estructurales siguen vigentes, especialmente si se observa el comportamiento de las distintas escalas de ingresos, los géneros y los tipos de empleo.
La brecha entre extremos no se achica
El informe destaca que la brecha entre el ingreso medio del decil más alto y el más bajo es de 17 veces, mientras que si se considera la mediana (que divide a la población en dos mitades iguales), la diferencia se mantiene en 13 veces, sin cambios respecto al mismo trimestre de 2023.
Según el INDEC: leve mejora en los indicadores de distribución del ingreso en Argentina
Esto significa que el 10% más rico de la población sigue concentrando más del 32% del ingreso total, mientras que el 10% más pobre apenas accede al 1,9%. Esta concentración revela que, a pesar del leve descenso del Gini, la redistribución del ingreso aún es un desafío pendiente.
Radiografía de la población ocupada: una pirámide desigual
Según la EPH, el ingreso promedio de las personas ocupadas fue de $707.671, pero la mediana —es decir, el valor que divide al universo en dos mitades— fue de $580.000, lo que refleja una distribución asimétrica donde la mayoría gana menos que el promedio.
El estrato bajo (deciles 1 a 4) percibe en promedio $233.134, el estrato medio (deciles 5 a 8), $704.059, y el estrato alto (deciles 9 y 10) eleva ese promedio a $1.665.421, una cifra siete veces superior al segmento más bajo.
Esta pirámide también tiene su correlato territorial: en muchas regiones, especialmente del norte argentino, los niveles de informalidad y trabajo precario empujan hacia abajo los ingresos del primer cuartil de la distribución.
Género: las mujeres siguen relegadas
Una de las persistentes desigualdades del mercado laboral argentino es la brecha entre los ingresos de hombres y mujeres. El informe muestra que las mujeres perciben en promedio $586.445, frente a los $821.496 de los varones. Esto representa una brecha del 26,2%, con un leve retroceso respecto a trimestres anteriores, pero sin cambios estructurales.
A su vez, en todos los deciles analizados, las mujeres están sobrerrepresentadas en los tramos de menores ingresos y subrepresentadas en los más altos. Esta desigualdad también se acentúa en la composición de los ingresos: las mujeres dependen más de ingresos no laborales, como subsidios o asignaciones.
Imagen ilustrativa. Foto: XINHUA
Asalariados: fuerte disparidad según el tipo de empleo
El informe también diferencia entre asalariados con y sin descuento jubilatorio, es decir, trabajadores registrados e informales. El ingreso promedio de los primeros fue de $925.994, mientras que los segundos apenas alcanzaron los $415.730.
Esta diferencia —más del doble— pone en evidencia no solo el deterioro de los ingresos informales, sino también la mayor vulnerabilidad de ese sector frente a la inflación y la falta de protección social.
En total, el 62,6% de la población percibió algún tipo de ingreso en el trimestre. Sin embargo, más de 11 millones de personas (37,1%) no registraron ingresos, entre menores, personas sin actividad o sin acceso a prestaciones sociales.
Hogares: la dependencia de los ingresos no laborales
A nivel de hogares, el ingreso promedio per cápita fue de $442.596, con una mediana de $320.000. El 10% más pobre de los hogares apenas supera los $102.000 per cápita, mientras que el decil más alto alcanza los $1.680.576, una diferencia de más de 16 veces.
Los ingresos laborales representaron el 77,8% del total, mientras que los ingresos no laborales —como jubilaciones, asignaciones o ayudas sociales— alcanzaron el 22,2%. No obstante, en los deciles más bajos, esta proporción se invierte: en el primer decil, el 63,9% de los ingresos provienen de fuentes no laborales.
Dependencia económica: la otra cara de la desigualdad
Otro dato revelador del informe es la relación de dependencia económica en los hogares. En los del decil más bajo, hay 257 personas no ocupadas por cada 100 ocupadas y 145 que no perciben ingresos por cada 100 que sí lo hacen. En cambio, en el decil más alto estas cifras se reducen a 36 y 19, respectivamente.
Esto implica que en los hogares más vulnerables hay una mayor cantidad de personas que dependen de los ingresos de unos pocos miembros activos, lo que agrava la fragilidad económica ante cualquier crisis.
Desigualdad estructural con leve alivio estadístico
El cuarto trimestre de 2024 trajo una leve mejora en los indicadores de desigualdad, pero sin avances sustanciales. La concentración de ingresos, la brecha de género y la informalidad siguen siendo los principales obstáculos para una economía más equitativa.
El desafío para los próximos trimestres será transformar esta mejora en una tendencia sostenida, que no dependa exclusivamente de la coyuntura o de transferencias asistenciales, sino de una verdadera redistribución del ingreso vía empleo formal, equitativo y productivo.
Fuentes utilizadas:
INDEC, Encuesta Permanente de Hogares. Evolución de la distribución del ingreso – Cuarto trimestre de 2024. Publicado el 3 de abril de 2025.
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.