"No hay plata", es la frase que repite Javier Milei cuando le preguntan por salarios en provincias u obras públicas. Equilibrio fiscal, fin del financiamiento con "la maquinita" y la acumulación de reservas en el BCRA son las tres metas que Luis Caputo (Economía) y Nicolás Posse (jefe de gabinete) prometieron ante Gita Gopinath, subdirectora gerente del FMI.
Alejandro Werner, ex director para el Hemisferio Occidental del FMI, desalentó la posibilidad de que el organismo -menos el sector privado- aporten fondos frescos a la Argentina más allá de los diplomáticos respaldos de Kristalina Georgieva para respaldar vencimientos por US$ 3600 millones apenas asuma la nueva gestión.
"Estanflación", fue la advertencia del proclamado presidente argentino. Milei ratificó a su regreso de Nueva York que se implementarán "mecanismos para detener la emisión de dinero", lo que supone ratificar un presupuesto sin déficit primario ni financiero. También implica alta inflación, que le dará recursos a las arcas vía recaudación, y ahogará la actividad económica y la capacidad de consumo de la sociedad.
En el delicado armado político con gobernadores y legisladores del peronismo no kirchnerista o del radicalismo crítico, más allá del apoyo del ala dura del PRO, deberá procurarse Milei la consistencia parlamentaria para las reformas estructurales (emergencia económica, reforma del Estado) que necesita. ¿Podrá?
El precio del dólar es aún una incógnita. Las divisas financieras convergen en torno a los $850 mientras el blue se tranquiliza; pero la devaluación del dólar oficial -que sigue en la ficción de los $375,50 minorista- sugieren una pax cambiaria que deberá ser alterada menos tarde que temprano. En el Matba Rofex a enero, el futuro financiero de la divisa norteamericana alcanzó los $904 este miércoles.
La izquierda (¿hace falta referirlo?) saldrá a la calle. ¿Qué hará el peronismo en sus torsionadas vertientes? La "resistencia" es una tentación kirchnerista moderada por las altas necesidades financieras de Axel Kicillof, por lo demás enemistado con Máximo Kirchner, a su vez cuestionado por el PJ bonaerense. La CGT necesita una macroeconomía estable, Grabois y Pérsico padecerán la pérdida de la intermediación asistencial. El peronismo, por estas horas, no tiene líder; Cristina se estratificó en padecimientos tribunalicios de los que no sale desde hace mucho, salvo para respaldar a Riquelme.
Hasta que lleguen los dólares de la cosecha gruesa, después de Semana Santa, no habrá grandes ingresos de divisas genuinas. El gasoducto revertirá la balanza energética, pero nada alcanza ante reserva netas negativas, deudas comerciales y dividendos reprimidos a las multinacionales. No sólo es inflación lo que deja la herencia de la gestión Massa.
¿Quién se atreverá a invertir en obras públicas desde el sector privado, como confía Maximiliano Pullaro en referencia al plan de Milei? ¿Acaso sabe algo el mandatario electo por Santa Fe? El rubro es 1,7% del PBI en el país; si el sector se para, el estancamiento -el malestar social- se profundiza.
Los subsidios suman 1,9% del PBI; eliminarlos supone un "tarifazo" de alto costo político y fronteriza tolerancia social. Las transferencias discrecionales a provincias (incluidas las partidas para cajas no transferidas) rondan el 0,7% y el déficit de las empresas públicas un 0,8% del PBI. ¿Dónde recortará el mandatario electo, los 5 p.p. que necesita para cumplir su palabra? Los gastos sociales suman poco más del 7,2% del PBI; la inflación debilitará su peso relativo gracias a la ley previsional que dejó como herencia el Frente de Todos.
Los bancos privados -también los públicos, en menor medida- huyen de las Leliqs. Sergio Massa les dejó como regaló de despedida un bono que es una suerte de seguro contra la devaluación; más de US$5 mil millones se fueron a las Lediv (letras en dólares liquidables en pesos por el Tipo de Cambio de Referencia a tasa cero). Las entidades financieras se refugian además en pases, por lo que cobran tasas por debajo de la inflación.
Pero "la bomba" -aunque ya no sea sólo de Leliqs- sigue sumando más de $23 billones, que si se salen del sistema van a precios y dólar. Eso es hiperinflación. ¿Bajará la tasa de interés para que no se agrave el déficit cuasifiscal? Todavía no se rumorea un nuevo nombre para manejar el BCRA.